Los verdaderos demócratas y la gente decente que esperan la regeneración y el renacer de España tienen cada día mas dudas sobre Podemos y Ciudadanos, los partidos emergentes que están ganando poder en España con la ayuda de los votos ciudadanos, y temen que esas formaciones sean dos "falsos profetas" que no encarnan los valores y cambios que España necesita para regenerarse y resurgir.
A medida que pasa el tiempo crece la sospecha de que esos partidos ofrecen ideas y propuestas insuficientes y que quizás busquen mas un atajo para hacerse con el poder que el profundo y radical cambio que España necesita para ser un país decente, justo, dinámico y democrático.
La mayoría de los grandes problemas de España son ignorados o insuficientemente abordados por Podemos y Ciudadanos, dos partidos que no han planteado la supresión del Estado de las Autonomías, un sistema político-administrativo con cientos de miles de políticos empleados en 17 gobiernos regionales innecesarios, cada uno de ellos con sus parlamentos, consejerías, fundaciones y chiringuitos de todo tipo que solo benefician a los políticos, que pueden colocar en ellos, a cargo del Estado, a todos sus parientes y amigos con carné de partido. Las autonomías son el peor cáncer de España, un despilfarro superfluo que genera división, desigualdad, corrupción y un gasto insoportable para una economía como la española.
Podemos y Ciudadanos tampoco parecen dispuestos a curar otras graves enfermedades de España, como el poder excesivo de los partidos políticos, la impunidad práctica de los políticos y sus aliados, la desigualdad ante la ley, la separación y funcionamiento independiente de los grandes poderes del Estado, sobre todo de la Justicia, donde, al parecer, ellos también está dispuestos a seguir nombrando jueces y magistrados a dedo.
Ninguno de esos partidos parece dispuesto a cambiar las leyes para que ningún condenado por corrupción salga de la cárcel hasta que no devuelva el dinero robado, ni a lograr que los partidos sean responsables de los daños que causen sus cargos designados, ni a limitar severamente los periodos de duración de los mandatos y cargos públicos, ni a suprimir la financiación pública de los partidos y sindicatos, una de las reivindicaciones populares más intensas, ni a terminar con las escandalosas diferencias de derechos, servicios, mercado y ventajas entre las distintas regiones de España y a cambiar las leyes para que los que atenten contra la unidad de España sean juzgados por traición.
Hay demasiadas carencias y ausencias en los planteamientos y programas de Podemos y Ciudadanos, partidos a los que algunos acusan ya de ser "sucursales" de los viejos partidos caducados y rechazados por los españoles, el PP y el PSOE, cuyo verdadero fin sería renovar el sistema para garantizar que todo siga igual.
Los dirigentes de esos partidos, al igual que millones de españoles, saben que los dos mayores dramas de España, los que abren las puertas a la corrupción y al abuso de poder, son la destrucción de los valores y la destrucción de la democracia. España, víctima de un liderazgo nauseabundo que perdura desde la muerte de Franco, ha prostituido la democracia, sustituyéndola por una sucia dictadura de partidos, sin ciudadanos y sin controles ni frenos que limiten el poder político, al mismo tiempo que ha destruido los grandes valores que sostienen la convivencia y el vigor de la nación, entre ellos la educación, la honradez, el respeto a la verdad, la igualdad de oportunidades y el imperio de una Justicia decente.
Cualquier auténtica regeneración de la podrida España debería poner el énfasis en instaurar una verdadera democracia que sustituya a la actual partitocracia degradada y en recuperar los grandes valores que el sistema ha machacado, haciendo de España uno de los países mas corruptos y degradados del planeta.
A medida que pasa el tiempo crece la sospecha de que esos partidos ofrecen ideas y propuestas insuficientes y que quizás busquen mas un atajo para hacerse con el poder que el profundo y radical cambio que España necesita para ser un país decente, justo, dinámico y democrático.
La mayoría de los grandes problemas de España son ignorados o insuficientemente abordados por Podemos y Ciudadanos, dos partidos que no han planteado la supresión del Estado de las Autonomías, un sistema político-administrativo con cientos de miles de políticos empleados en 17 gobiernos regionales innecesarios, cada uno de ellos con sus parlamentos, consejerías, fundaciones y chiringuitos de todo tipo que solo benefician a los políticos, que pueden colocar en ellos, a cargo del Estado, a todos sus parientes y amigos con carné de partido. Las autonomías son el peor cáncer de España, un despilfarro superfluo que genera división, desigualdad, corrupción y un gasto insoportable para una economía como la española.
Podemos y Ciudadanos tampoco parecen dispuestos a curar otras graves enfermedades de España, como el poder excesivo de los partidos políticos, la impunidad práctica de los políticos y sus aliados, la desigualdad ante la ley, la separación y funcionamiento independiente de los grandes poderes del Estado, sobre todo de la Justicia, donde, al parecer, ellos también está dispuestos a seguir nombrando jueces y magistrados a dedo.
Ninguno de esos partidos parece dispuesto a cambiar las leyes para que ningún condenado por corrupción salga de la cárcel hasta que no devuelva el dinero robado, ni a lograr que los partidos sean responsables de los daños que causen sus cargos designados, ni a limitar severamente los periodos de duración de los mandatos y cargos públicos, ni a suprimir la financiación pública de los partidos y sindicatos, una de las reivindicaciones populares más intensas, ni a terminar con las escandalosas diferencias de derechos, servicios, mercado y ventajas entre las distintas regiones de España y a cambiar las leyes para que los que atenten contra la unidad de España sean juzgados por traición.
Hay demasiadas carencias y ausencias en los planteamientos y programas de Podemos y Ciudadanos, partidos a los que algunos acusan ya de ser "sucursales" de los viejos partidos caducados y rechazados por los españoles, el PP y el PSOE, cuyo verdadero fin sería renovar el sistema para garantizar que todo siga igual.
Los dirigentes de esos partidos, al igual que millones de españoles, saben que los dos mayores dramas de España, los que abren las puertas a la corrupción y al abuso de poder, son la destrucción de los valores y la destrucción de la democracia. España, víctima de un liderazgo nauseabundo que perdura desde la muerte de Franco, ha prostituido la democracia, sustituyéndola por una sucia dictadura de partidos, sin ciudadanos y sin controles ni frenos que limiten el poder político, al mismo tiempo que ha destruido los grandes valores que sostienen la convivencia y el vigor de la nación, entre ellos la educación, la honradez, el respeto a la verdad, la igualdad de oportunidades y el imperio de una Justicia decente.
Cualquier auténtica regeneración de la podrida España debería poner el énfasis en instaurar una verdadera democracia que sustituya a la actual partitocracia degradada y en recuperar los grandes valores que el sistema ha machacado, haciendo de España uno de los países mas corruptos y degradados del planeta.