Las medidas económicas recién adoptadas por Zapatero y las anunciadas subidas de impuestos sólo servirán para que nuestros acreedores puedan cobrar, pero sus efectos serán letales para la economía española porque contraerán el consumo, provocarán más desempleo y hundirán todavía más al país. Técnicamente, las medidas de austeridad deben llegar acompañadas de otras que activen la economía, como la disciplina laboral y el abaratamiento del empleo, pero esas medidas ni siquiera las imagina un gobierno que, inexplicablemente, sigue pensando en ganar las elecciones, antes que en salvarnos del caos al que ellos mismos nos han llevado.
El ahorro brutal impuesto a España por sus acreedores internacionales es una solución de emergencia que sirve sólo para que los que nos han prestado puedan cobrar, pero la economía española se deprimirá todavía más con esas medidas. La austeridad en las cuentas públicas, sin competitividad y productividad, sirven solamente para exprimir la riqueza española y entregarla a los bancos que nos han prestado dinero. El verdadero desafío de España es que la máquina de la economía comience a girar.
Para salir de las crisis profundas y afrontar una etapa de privaciones y sacrificios, los pueblos necesitan un liderazgo impecable, un dirigente que merezca la confianza de los ciudadanos y que sea respetado y creído. El perfil de Zapatero es justo el contrario: sin credibilidad, sin altura moral y sin prestigio, Zapatero es rechazado por gran parte de la sociedad y es percibido por el grueso de la ciudadanía como un politicastro entregado a la mentira y sin altura moral suficiente para exigir nada a nadie.
Los ciudadanos deben comprender que el mismo que ha destruido al país no puede recomponerlo y que mantener a Zapatero en el poder equivale a un acta de defunción para España. El diagnóstico de España es terrible y su pronóstico, aún peor. A España se le han juntado en su actual momento histórico las peores desgracias.
La Historia enseña que cada dos o tres siglos un gobernante dañino, insensible e inepto consigue subir al poder en un determinado país para destruir todo lo que toca. Algunos países logran neutralizar ese cáncer porque cuentan con constituciones fuertes, leyes firmes y ciudadanos que saben reaccionar contra ese drama, pero España está indefensa frente a Zapatero, su peor plaga y su mayor pesadilla en los últimos tres siglos, que ha coincidido, para desgracia del pueblo español, con una oposición mediocre y decepcionante, encabazada por el cobarde Rajoy, a la que le falta audacia, solvencia, ambición y decencia.
Las pruebas están ahí, a la vista de todos: mientras los mercados siguen acosando a España, el país es tratado por sus socios europeos como un enfermo y la bolsa se hunde cada día un poco más, el drama de Zapatero sigue carcomiendo los cimientos del país, derrochando dinero en comprar el sometimiento de los sindicatos, comprando los votos de los partidos políticos envilecidos, bloqueando la reforma laboral, acosando al ciudadano son insensatas subidas de impuestos y derrochando más de un millón de euros cada día en una cumbre Europa-América Latina que sólo ha servido para poner de manifiesto, ante los ojos del mundo, el pavoroso declive de España, la baja calidad del liderazgo de Zapatero y la pérdida de peso, prestigio y respeto de nuestro país en el concierto mundial, bajo el mandato socialista.
La mentira sigue siendo el eje del gobierno de Zapatero. En estos tiempos dramáticos, cuando la sociedad entera reclama verdad y juego limpio, Zapatero oculta a sus ciudadanos que España está en quiebra, que ha perdido ya la independencia y el control de su economía, que es un protectorado intervenido y que él no tiene ni la confianza de los mercados, ni el respeto de sus colegas europeos, ni el impulso, ni el empuje, ni las ideas necesarias para conducir a su pueblo hacia el resurgimiento.
Echar urgentemente a Zapatero es la única salida de España y, probáblemente, hasta su única opción de supervivencia.
El ahorro brutal impuesto a España por sus acreedores internacionales es una solución de emergencia que sirve sólo para que los que nos han prestado puedan cobrar, pero la economía española se deprimirá todavía más con esas medidas. La austeridad en las cuentas públicas, sin competitividad y productividad, sirven solamente para exprimir la riqueza española y entregarla a los bancos que nos han prestado dinero. El verdadero desafío de España es que la máquina de la economía comience a girar.
Para salir de las crisis profundas y afrontar una etapa de privaciones y sacrificios, los pueblos necesitan un liderazgo impecable, un dirigente que merezca la confianza de los ciudadanos y que sea respetado y creído. El perfil de Zapatero es justo el contrario: sin credibilidad, sin altura moral y sin prestigio, Zapatero es rechazado por gran parte de la sociedad y es percibido por el grueso de la ciudadanía como un politicastro entregado a la mentira y sin altura moral suficiente para exigir nada a nadie.
Los ciudadanos deben comprender que el mismo que ha destruido al país no puede recomponerlo y que mantener a Zapatero en el poder equivale a un acta de defunción para España. El diagnóstico de España es terrible y su pronóstico, aún peor. A España se le han juntado en su actual momento histórico las peores desgracias.
La Historia enseña que cada dos o tres siglos un gobernante dañino, insensible e inepto consigue subir al poder en un determinado país para destruir todo lo que toca. Algunos países logran neutralizar ese cáncer porque cuentan con constituciones fuertes, leyes firmes y ciudadanos que saben reaccionar contra ese drama, pero España está indefensa frente a Zapatero, su peor plaga y su mayor pesadilla en los últimos tres siglos, que ha coincidido, para desgracia del pueblo español, con una oposición mediocre y decepcionante, encabazada por el cobarde Rajoy, a la que le falta audacia, solvencia, ambición y decencia.
Las pruebas están ahí, a la vista de todos: mientras los mercados siguen acosando a España, el país es tratado por sus socios europeos como un enfermo y la bolsa se hunde cada día un poco más, el drama de Zapatero sigue carcomiendo los cimientos del país, derrochando dinero en comprar el sometimiento de los sindicatos, comprando los votos de los partidos políticos envilecidos, bloqueando la reforma laboral, acosando al ciudadano son insensatas subidas de impuestos y derrochando más de un millón de euros cada día en una cumbre Europa-América Latina que sólo ha servido para poner de manifiesto, ante los ojos del mundo, el pavoroso declive de España, la baja calidad del liderazgo de Zapatero y la pérdida de peso, prestigio y respeto de nuestro país en el concierto mundial, bajo el mandato socialista.
La mentira sigue siendo el eje del gobierno de Zapatero. En estos tiempos dramáticos, cuando la sociedad entera reclama verdad y juego limpio, Zapatero oculta a sus ciudadanos que España está en quiebra, que ha perdido ya la independencia y el control de su economía, que es un protectorado intervenido y que él no tiene ni la confianza de los mercados, ni el respeto de sus colegas europeos, ni el impulso, ni el empuje, ni las ideas necesarias para conducir a su pueblo hacia el resurgimiento.
Echar urgentemente a Zapatero es la única salida de España y, probáblemente, hasta su única opción de supervivencia.