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Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, unidos por el odio



La alianza que han forjado Pedro Sánchez y Pablo Iglesias es férrea porque el odio une tanto como la amistad. Han comprobado que les unen muchas ideas y metas y comparten una concepción de España sin democracia, con escasas libertades individuales, con un Estado fuerte y con una élite al frente del poder, encabezada por ellos.

Pero, por encima de las ideas y estrategias, lo que les une es la idea de que el odio es el motor de la Historia y el mejor instrumento para gobernar a los pueblos.

Ambos son hijos del odio y coinciden en que casi todos los males de España tienen su origen en la Transición, un periodo de la historia de España que ellos odian con especial énfasis.
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Ya lo dijo Lenin, fundador del sanguinario Estado Soviético, que, a pesar de su fracaso, todavía sirve de modelo y sueño para socialistas y comunistas: "Debemos odiar. El odio es la base del comunismo".

Ese odio comunista, convertido en palanca de poder, es macabramente visible en la actual campaña electoral de Madrid, en la que la izquierda lo estimula y alimenta rompiendo mítines de la derecha a pedradas, exhibiendo victimismo, creando cordones sanitarios contra VOX y mostrando sobres con balas y navajas.

Pablo Iglesias y Pedro Sánchez odian la Transición, pero no por las razones que compartimos muchos españoles demócratas, que es porque en aquella etapa nos engañaron creando una partidocracia en lugar de una democracia, sino porque la Transición consiguió enterrar el odio y abrir las puertas a una ejemplar reconciliación que Sánchez e Iglesias consideran nociva para España.

A ellos les les enervan el perdón y la reconciliación porque saben que su poder se fundamenta en una España dividida en dos bandos que se odian, el de las derechas y las izquierdas, herederos de los vencidos y los vencedores de la Guerra Civil.

Todos los que integran la coalición de Pedro Sánchez viven del odio y lo necesitan para gobernar. Los nacionalistas porque el odio a España es su único motor; los de Bildu porque nacieron del odio asesino de ETA y siguen soñando con pistolas y los tiros en la nuca; los socialistas porque Sánchez los ha acercado al comunismo y saben que el odio les garantiza el poder; y Podemos porque la secta sangrienta y esclavizadora del comunismo siempre ha alimentado del odio entre clases, entre ricos y pobres, entre burgueses y proletarios, entre derechas e izquierdas.

Todos ellos prosperan cuando España entra en crisis y se hunde porque ante la escasez, la pobreza, el desempleo y el sufrimiento el odio renace y se hace protagonista.

Si se analiza el gobierno de Sánchez, se descubre, detrás de sus actos y decisiones, una constante y pavorosa estela de odio que se estimula y alimenta desde el gobierno, utilizando el dinero público. Si pudiera contabilizarse el gasto del gobierno en el capítulo "odio", nos sorprenderíamos al ver muchos miles de millones de euros. Hasta los medios de comunicación comprados se utilizan para generar división y odio.

Odio y división entre autonomías, entre partidos políticos, entre derechas e izquierdas, entre empresarios y trabajadores, entre españoles e inmigrantes, entre ricos y pobres, entre hombre y mujeres, entre jóvenes y viejos, entre políticos y ciudadanos... Mientras todos se odian en España, ellos gobiernan sin problemas ni desgaste porque el odio es un sentimiento tan fuerte que oculta todos los dramas y carencias del gobierno, desde su corrupción a su falta de democracia, desde su torpeza hasta su ineptitud, desde sus mentiras a su inmensa cosecha de fracasos, retrocesos y pérdida de prestigio, desde el hundimiento de la economía a la ruptura de la unidad de la nación.

Que nadie se extrañe entonces cuando suben los impuestos, en contra de todos los criterios técnicos, porque con ello buscan odio. Cuando demonizan a los empresarios, buscan odio, Cuando distribuyen las vacunas de manera arbitraria y desigual, buscan odio. Incluso buscan y encuentran odio cuando mueren decenas de miles de ancianos y sus familias se llenan de dolor y rencor.

Las colas del hambre generan odio, como el desempleo, los ERTES, el desafío descarado de los nacionalistas vascos y catalanes, la resurrección de ETA, la delincuencia en las calles y esa maldita memoria histórica, que está siendo utilizada para recuperar todo el odio que se concentraba en la España de la Guerra Civil.

Francisco Rubiales

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Martes, 27 de Abril 2021
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