Pedro Sánchez tenía que haber destituido ya hoy a Pablo Iglesias y fortalecido su gobierno con una alianza nacional de amplio espectro, apoyada por independientes de prestigio y partidos como el PP, Ciudadanos, VOX y otros. Ese nuevo gobierno no sólo sería mas fuerte y digno, sino que obtendría mas apoyo internacional y alejaría el boicot silencioso que se le ha impuesto a España en medio mundo por ser el único país de la OTAN y entre las democracias libres con el comunismo gobernando.
Pablo Iglesias no sólo rompió su cuarentena ante la sorprendida y escandalizada España, obligada a obedecer estos días las normas y dictados oficiales con disciplina, sino que exigió, en estos momentos cruciales, más poder, más protagonismo y la adopción de medidas tan revolucionarias, absurdas y estúpidas como la nacionalización del sector eléctrico y de la sanidad privada, que además exigió controlar desde su partido. Para colmo de males, Iglesias defendió la tesis de que había que permitir a vascos y catalanes que ellos gestionaran el Estado de Alarma en sus propios territorios, al margen del gobierno nacional.
Iglesias, desnortado y como loco, quería usar el Estado de Alarma para hacer realidad sus sueños bolivarianos. Para él representaba la excusa perfecta para expropiarlo todo. Su presencia en el poder es peor que el mismo virus.
Tener a alguien así dentro del gobierno, con poder real, es un suicidio para España que Sánchez está permitiendo, contrayendo con su cobardía gravísimas responsabilidades.
Su actitud, de chantaje y rebeldía, puso en peligro la cohesión y la autoridad del gobierno en el momento más decisivo y peligroso de los tiempos modernos, cuando España está siendo atacada por el coronavirus, un enemigo invisible letal y demoledor.
El gobierno de España tendrá que adoptar medidas muy complejas y difíciles en los próximos días y semanas y es imposible y negativo hacerlo con el "enemigo" dentro, compartiendo el poder con comunistas cuyo único objetivo es demoler el sistema para, sobre sus cenizas, construir el nuevo orden totalitario del Estado absoluto.
La salida de Unidas Podemos del gobierno es una urgencia para España, no una opción para Pedro Sánchez, como lo es también incorporar a los demás partidos constitucionalistas a la tarea de salvar a España y a sus ciudadanos, que es la principal misión del gobierno en estos momentos de extraordinaria crisis.
Ni la derrota del coronavirus, ni la todavía más difícil y sacrificada reconstrucción de una economía española hecha pedazos son posibles sin la participación y ayuda de los partidos que aman a España y respetan la Constitucion. Emprender las difíciles tareas que nos deparan el presente y el futuro aliados con comunistas, independentistas, proetarras y golpistas es un suicidio y una irresponsabilidad que Pedro Sánchez y el PSOE pagarán muy caro.
Además, la unión de los partidos que aman y respetan a España y a su orden constitucional será cada día más una demanda del pueblo, que está aprendiendo en estos días de reclusión forzosa en sus hogares y de reflexión la importancia de la unidad, la canallada que constituye enfrentarnos unos a otros y la despreciable bajeza de la lucha a cuchilladas entre los partidos políticos.
Francisco Rubiales
Pablo Iglesias no sólo rompió su cuarentena ante la sorprendida y escandalizada España, obligada a obedecer estos días las normas y dictados oficiales con disciplina, sino que exigió, en estos momentos cruciales, más poder, más protagonismo y la adopción de medidas tan revolucionarias, absurdas y estúpidas como la nacionalización del sector eléctrico y de la sanidad privada, que además exigió controlar desde su partido. Para colmo de males, Iglesias defendió la tesis de que había que permitir a vascos y catalanes que ellos gestionaran el Estado de Alarma en sus propios territorios, al margen del gobierno nacional.
Iglesias, desnortado y como loco, quería usar el Estado de Alarma para hacer realidad sus sueños bolivarianos. Para él representaba la excusa perfecta para expropiarlo todo. Su presencia en el poder es peor que el mismo virus.
Tener a alguien así dentro del gobierno, con poder real, es un suicidio para España que Sánchez está permitiendo, contrayendo con su cobardía gravísimas responsabilidades.
Su actitud, de chantaje y rebeldía, puso en peligro la cohesión y la autoridad del gobierno en el momento más decisivo y peligroso de los tiempos modernos, cuando España está siendo atacada por el coronavirus, un enemigo invisible letal y demoledor.
El gobierno de España tendrá que adoptar medidas muy complejas y difíciles en los próximos días y semanas y es imposible y negativo hacerlo con el "enemigo" dentro, compartiendo el poder con comunistas cuyo único objetivo es demoler el sistema para, sobre sus cenizas, construir el nuevo orden totalitario del Estado absoluto.
La salida de Unidas Podemos del gobierno es una urgencia para España, no una opción para Pedro Sánchez, como lo es también incorporar a los demás partidos constitucionalistas a la tarea de salvar a España y a sus ciudadanos, que es la principal misión del gobierno en estos momentos de extraordinaria crisis.
Ni la derrota del coronavirus, ni la todavía más difícil y sacrificada reconstrucción de una economía española hecha pedazos son posibles sin la participación y ayuda de los partidos que aman a España y respetan la Constitucion. Emprender las difíciles tareas que nos deparan el presente y el futuro aliados con comunistas, independentistas, proetarras y golpistas es un suicidio y una irresponsabilidad que Pedro Sánchez y el PSOE pagarán muy caro.
Además, la unión de los partidos que aman y respetan a España y a su orden constitucional será cada día más una demanda del pueblo, que está aprendiendo en estos días de reclusión forzosa en sus hogares y de reflexión la importancia de la unidad, la canallada que constituye enfrentarnos unos a otros y la despreciable bajeza de la lucha a cuchilladas entre los partidos políticos.
Francisco Rubiales