El PSOE e Pedro Sánchez nada tiene que ver con el Felipe González y ni siquiera se parece al de Zapatero, a pesar de que aquel inicio la ruta de la deslealtad y ya tenía vicios sorprendentes.
El deterioro sustancial del PSOE tuvo lugar cuando el partido acepto como Secretario General a un Pedro Sánchez que había sido expulsado de la dirección del partido por realizar trampa con una urna ilegal.
Cuando un partido acepta como jefe a un chorizo corrupto, es porque está dispuesto a seguir sus pasos y a transformarse en una asociación corrompida. El sanchismo, que no era una enfermedad sino un nuevo ADN, se incrustó poco a poco en el PSOE hasta transformarlo en un contubernio de aprovechados y déspotas sin otra ideología que el poder eterno y el reparo del botín del Estado.
Los pactos con ex etarras y con golpistas, el indulto a los delincuentes catalanes que se rebelaron contra España, la eliminación del delito de sedición, la rebaja del delito de malversación, la liberación de pederastas, la bajada de condenas a más de un millar de violadores y pervertidos sexuales, el despilfarro, el trato preferente a los desleales, el saqueo fiscal, el acoso a las empresas y a los autónomos, la compra de medios y periodistas, el uso de la mentira desde el corazón del Estado y la mafiosa distribución de los recursos públicos, entre otras barbaridades, terminaron de destruir el viejo PSOE y a crearon uno nuevo, distinto, nada democrático y más corrupto, inmoral, indecente y peligroso.
La degeneración ha sido imparable porque ningún socialista con poder se ha opuesto al desastre. Todos, prácticamente sin excepciones, salvo unos pocos lobos solitarios sin dientes, han aprobado el asesinato de los viejos valores socialistas.
Hasta han renunciado el patriotismo y se han entregado al peor globalismo, siguiendo con una fidelidad perruna las consignas y órdenes del poder en las sombras que quiere transformar el mundo en una enorme y única tiranía.
"The Washington Post" resume con claridad y precisión lo que ocurre en la España bajo Sánchez: "España es rehén de una facción de extremistas regionales separatistas. Las exigencias de Puigdemont no son aceptables. España es una democracia. una democracia. Los intereses de unas minorías no pueden pasar por encima de los de la mayoría".
Más claro el agua porque lo que el gran diario norteamericano ha dicho de forma elegante es que Sánchez no es un demócrata y que no puede gobernar pactando con la chusma independentista y golpista que el grueso de España rechaza.
Francisco Rubiales
El deterioro sustancial del PSOE tuvo lugar cuando el partido acepto como Secretario General a un Pedro Sánchez que había sido expulsado de la dirección del partido por realizar trampa con una urna ilegal.
Cuando un partido acepta como jefe a un chorizo corrupto, es porque está dispuesto a seguir sus pasos y a transformarse en una asociación corrompida. El sanchismo, que no era una enfermedad sino un nuevo ADN, se incrustó poco a poco en el PSOE hasta transformarlo en un contubernio de aprovechados y déspotas sin otra ideología que el poder eterno y el reparo del botín del Estado.
Los pactos con ex etarras y con golpistas, el indulto a los delincuentes catalanes que se rebelaron contra España, la eliminación del delito de sedición, la rebaja del delito de malversación, la liberación de pederastas, la bajada de condenas a más de un millar de violadores y pervertidos sexuales, el despilfarro, el trato preferente a los desleales, el saqueo fiscal, el acoso a las empresas y a los autónomos, la compra de medios y periodistas, el uso de la mentira desde el corazón del Estado y la mafiosa distribución de los recursos públicos, entre otras barbaridades, terminaron de destruir el viejo PSOE y a crearon uno nuevo, distinto, nada democrático y más corrupto, inmoral, indecente y peligroso.
La degeneración ha sido imparable porque ningún socialista con poder se ha opuesto al desastre. Todos, prácticamente sin excepciones, salvo unos pocos lobos solitarios sin dientes, han aprobado el asesinato de los viejos valores socialistas.
Hasta han renunciado el patriotismo y se han entregado al peor globalismo, siguiendo con una fidelidad perruna las consignas y órdenes del poder en las sombras que quiere transformar el mundo en una enorme y única tiranía.
"The Washington Post" resume con claridad y precisión lo que ocurre en la España bajo Sánchez: "España es rehén de una facción de extremistas regionales separatistas. Las exigencias de Puigdemont no son aceptables. España es una democracia. una democracia. Los intereses de unas minorías no pueden pasar por encima de los de la mayoría".
Más claro el agua porque lo que el gran diario norteamericano ha dicho de forma elegante es que Sánchez no es un demócrata y que no puede gobernar pactando con la chusma independentista y golpista que el grueso de España rechaza.
Francisco Rubiales