Los españoles descubrimos con terror que estamos en manos de un incompetente que no sabe gobernar. Creíamos que Pedro Sánchez era un malvado, pero ahora descubrimos que sobre todo es un incompetente. Todo lo que toca desde el gobierno lo estropea: la economía retrocede, los impuestos suben, el crecimiento se ralentiza, el reparto de los fondos europeos es arbitrario y desleal, la pandemia se le escapa de las manos, el independentismo es cada día más fuerte y osado, las sentencias de los altos tribunales no se cumplen, la cohesión de España se resquebraja, la mentira ya es dueña de España y la nación hace aguas por todas partes, claramente por incompetencia del gobierno.
La ineptitud desbordada del gobierno está produciendo también muertes y es merecedora de sentarse en el banquillo y, por supuesto, de dimisión y convocatoria de elecciones anticipadas.
España es de nuevo el país de Europa con más contagios y en el que el coronavirus avanza con más fuerza, causando otra vez estragos en la economía y colocando a los hospitales contra las cuerdas. Esta vez, el gobierno no tiene excusas porque miles de expertos y españoles preocupados estuvieron demandando a gritos medidas desde hace más de un mes, cuando la Europa del norte y otros países vecinos, como Portugal, ya eran devastados por una nueva ola.
Sánchez, sensible únicamente a mantenerse en el poder a toda costa, dijo que las vacunas nos salvarían y no hizo absolutamente nada, hasta que la pandemia volvió a destrozar a este desgraciado y mal gobernado país.
Hoy, en vísperas de la Navidad y cuando ya es demasiado tarde para tomar medidas eficaces, se reúnen telemáticamente los presidentes de las autonomía con Pedro Sánchez para adoptar decisiones ante el avance inquietante y demoledor de la pandemia. España era hace un mes un paraíso milagroso, sin apenas contagios y con el virus domesticado, pero desaprovechó su tiempo y no hizo nada, a pesar de que las advertencias y las alarmas llegaban desde todos los ángulos. España ha tomado de nuevo la delantera y vuelve a ser hoy el país más azotado de Europa por el virus, sin que exista otro culpable que un gobierno inepto, incompetente, insensible y lleno de confusión e impotencia.
España es hoy un caos que refleja el mal gobierno y la presencia en la cúspide del poder de personas sin capacidad para gobernar. Las medidas contra el virus, la fiscalidad, los impuestos, los estímulos a la economía, la política de educación, la sanidad, la lengua y otros aspectos importantes del acontecer son diferentes en cada comunidad autónoma, lo que genera desconcierto, confusión y caos. La llegada de fondos europeos por valor de miles de millones de euros no se ha notado y nadie sabe a ciencia cierta en que se han empleado porque el inepto gobierno se niega a ser transparente y permitir que el reparto sea controlado, como en otros países europeos, por una comisión independiente de expertos.
Millones de españoles contemplan aterrados la destrucción de España bajo el poder de Sánchez, un inepto descontrolado al que el sistema español no sabe detener en su labor demoledora.
No cabe duda de que España, más que un rescate económico que le saque de la ruina necesita una revolución moral o un liderazgo salvador que la libere de la maldad, la ineptitud y el caos, que se han adueñado del Estado.
Francisco Rubiales
La ineptitud desbordada del gobierno está produciendo también muertes y es merecedora de sentarse en el banquillo y, por supuesto, de dimisión y convocatoria de elecciones anticipadas.
España es de nuevo el país de Europa con más contagios y en el que el coronavirus avanza con más fuerza, causando otra vez estragos en la economía y colocando a los hospitales contra las cuerdas. Esta vez, el gobierno no tiene excusas porque miles de expertos y españoles preocupados estuvieron demandando a gritos medidas desde hace más de un mes, cuando la Europa del norte y otros países vecinos, como Portugal, ya eran devastados por una nueva ola.
Sánchez, sensible únicamente a mantenerse en el poder a toda costa, dijo que las vacunas nos salvarían y no hizo absolutamente nada, hasta que la pandemia volvió a destrozar a este desgraciado y mal gobernado país.
Hoy, en vísperas de la Navidad y cuando ya es demasiado tarde para tomar medidas eficaces, se reúnen telemáticamente los presidentes de las autonomía con Pedro Sánchez para adoptar decisiones ante el avance inquietante y demoledor de la pandemia. España era hace un mes un paraíso milagroso, sin apenas contagios y con el virus domesticado, pero desaprovechó su tiempo y no hizo nada, a pesar de que las advertencias y las alarmas llegaban desde todos los ángulos. España ha tomado de nuevo la delantera y vuelve a ser hoy el país más azotado de Europa por el virus, sin que exista otro culpable que un gobierno inepto, incompetente, insensible y lleno de confusión e impotencia.
España es hoy un caos que refleja el mal gobierno y la presencia en la cúspide del poder de personas sin capacidad para gobernar. Las medidas contra el virus, la fiscalidad, los impuestos, los estímulos a la economía, la política de educación, la sanidad, la lengua y otros aspectos importantes del acontecer son diferentes en cada comunidad autónoma, lo que genera desconcierto, confusión y caos. La llegada de fondos europeos por valor de miles de millones de euros no se ha notado y nadie sabe a ciencia cierta en que se han empleado porque el inepto gobierno se niega a ser transparente y permitir que el reparto sea controlado, como en otros países europeos, por una comisión independiente de expertos.
Millones de españoles contemplan aterrados la destrucción de España bajo el poder de Sánchez, un inepto descontrolado al que el sistema español no sabe detener en su labor demoledora.
No cabe duda de que España, más que un rescate económico que le saque de la ruina necesita una revolución moral o un liderazgo salvador que la libere de la maldad, la ineptitud y el caos, que se han adueñado del Estado.
Francisco Rubiales