Los españoles estamos gobernados por un enemigo mortal del bien común
El "bien común" es "lo que es bueno o beneficioso para todos los integrantes de una sociedad o comunidad". Perseguir ese bien común es deber de todo gobierno democrático y legítimo. Asesinarlo, como hace Sánchez, cuando le conviene, es cosa de tiranos y de canallas.
Sánchez no es un asesino casual del "bien común" sino un persistente asesino en serie que lo ha matado decenas de veces. Lo hizo cuando pactó un gobierno con Podemos a pesar de haber prometido a los españoles que no lo haría. Lo hizo cuando indultó a los golpistas delincuentes de Cataluña, sólo porque necesitaba sus votos para seguir en el poder. Lo está haciendo ahora al pactar los nuevos presupuestos con los pro etarras de BILDU y cuando reduce las penas por los delitos de sedición y malversación. Lo hace cada día, cuando reparte los recursos públicos de manera arbitraria e injusta, dando a los suyos más que a los adversarios. Lo hace cuando despilfarra, cuando nos saquea con impuestos abusivos, cuando fomenta las discordias y estimula la división, cuando engorda el Estado que ya es el más seboso e insostenible de Europa, cuando nos endeuda con demencia, cuando su torpeza y mal gobierno logran que España tenga más muertos que nadie por COVID y cuando viola la Constitución, potenciando la desigualdad de los españoles ante la leyes.
Los nobles castellanos proclamaban al nuevo rey con la frase "Rex eris si recte facias, si non facias non eris" (“Serás rey si actúas rectamente, si no lo haces no lo serás”), una sentencia sabia que si se aplicara a Pedro Sánchez hace años que habría sido depuesto por pervertir el poder y utilizarlo contra el bien común.
El gobierno de Sánchez, al comportarse de ese modo y asesinar el "bien común" no es legítimo. La legitimidad consiste en que el comportamiento de un gobierno se encuentre en plena concordancia con las exigencias del Derecho Natural. Pedro Sánchez, al cumplir las reglas para acceder al poder, consiguió la "legitimidad de origen", pero al comportarse como un demente injusto, al mentir, al ser arbitrario y al asesinar el bien común, ha perdido la "legitimidad de ejercicio".
No hay un sólo jurista independiente y solvente en España que sea capaz de negar que "Sánchez engañó a los electores que confiaron en él cuando repitió hasta el cansancio que no haría pactos ni con Podemos ni con los separatistas". Al hacerlo, perdió la legitimidad y se convirtió en un tirano.
Técnicamente, Sánchez es un vulgar tirano opresor. La legitimidad de ejercicio se obtiene siempre que el gobernante procura el "bien común" de sus gobernados, que consiste en crear las condiciones necesarias para que todos alcancen su pleno desarrollo.
Tomás Moro dijo con acierto: “El rey debe velar más por la felicidad de su pueblo que por la suya, porque es como un pastor, y el pastor antes que nada tiene que apacentar a sus ovejas”.
Sánchez, un depredador insensato, mentiroso, ávido de poder, lleno de codicia y sin ética, es lo más alejado que pueda imaginarse a un pastor que busca la felicidad de sus ciudadanos.
Recuerda cuando se abran las urnas que Sánchez encabeza un gobierno manifiestamente ilegítimo y y que votar a un enemigo acérrimo del "bien común" equivale a acuchillar a España.
Francisco Rubiales
Sánchez no es un asesino casual del "bien común" sino un persistente asesino en serie que lo ha matado decenas de veces. Lo hizo cuando pactó un gobierno con Podemos a pesar de haber prometido a los españoles que no lo haría. Lo hizo cuando indultó a los golpistas delincuentes de Cataluña, sólo porque necesitaba sus votos para seguir en el poder. Lo está haciendo ahora al pactar los nuevos presupuestos con los pro etarras de BILDU y cuando reduce las penas por los delitos de sedición y malversación. Lo hace cada día, cuando reparte los recursos públicos de manera arbitraria e injusta, dando a los suyos más que a los adversarios. Lo hace cuando despilfarra, cuando nos saquea con impuestos abusivos, cuando fomenta las discordias y estimula la división, cuando engorda el Estado que ya es el más seboso e insostenible de Europa, cuando nos endeuda con demencia, cuando su torpeza y mal gobierno logran que España tenga más muertos que nadie por COVID y cuando viola la Constitución, potenciando la desigualdad de los españoles ante la leyes.
Los nobles castellanos proclamaban al nuevo rey con la frase "Rex eris si recte facias, si non facias non eris" (“Serás rey si actúas rectamente, si no lo haces no lo serás”), una sentencia sabia que si se aplicara a Pedro Sánchez hace años que habría sido depuesto por pervertir el poder y utilizarlo contra el bien común.
El gobierno de Sánchez, al comportarse de ese modo y asesinar el "bien común" no es legítimo. La legitimidad consiste en que el comportamiento de un gobierno se encuentre en plena concordancia con las exigencias del Derecho Natural. Pedro Sánchez, al cumplir las reglas para acceder al poder, consiguió la "legitimidad de origen", pero al comportarse como un demente injusto, al mentir, al ser arbitrario y al asesinar el bien común, ha perdido la "legitimidad de ejercicio".
No hay un sólo jurista independiente y solvente en España que sea capaz de negar que "Sánchez engañó a los electores que confiaron en él cuando repitió hasta el cansancio que no haría pactos ni con Podemos ni con los separatistas". Al hacerlo, perdió la legitimidad y se convirtió en un tirano.
Técnicamente, Sánchez es un vulgar tirano opresor. La legitimidad de ejercicio se obtiene siempre que el gobernante procura el "bien común" de sus gobernados, que consiste en crear las condiciones necesarias para que todos alcancen su pleno desarrollo.
Tomás Moro dijo con acierto: “El rey debe velar más por la felicidad de su pueblo que por la suya, porque es como un pastor, y el pastor antes que nada tiene que apacentar a sus ovejas”.
Sánchez, un depredador insensato, mentiroso, ávido de poder, lleno de codicia y sin ética, es lo más alejado que pueda imaginarse a un pastor que busca la felicidad de sus ciudadanos.
Recuerda cuando se abran las urnas que Sánchez encabeza un gobierno manifiestamente ilegítimo y y que votar a un enemigo acérrimo del "bien común" equivale a acuchillar a España.
Francisco Rubiales