La deriva suicida del sanchismo pone en peligro hasta los fondos europeos de ayuda
El conflicto con los jueces, a los que Sánchez quiere sojuzgar, le ha aislado y arrinconado todavía más. Los fiscales también se suman a la cruzada contra el peor presidente de la Historia Moderna de España, un tipo que por muy insensible y descarado que sea tiene alma y debe sentirse como un zorro acosado por la jauría. No cuenta ni con la Corona, ni con los jueces, ni con las fuerzas armadas, ni con gran parte de la España productiva, ni con los medios de comunicación libres, ni con gran parte de la ciudadanía. Sólo cuenta con su partido, también dividido por su culpa, y con lo que de verdad le sostiene, que es la anti España, todas esas fuerzas que odian a la nación y sueñan con destrozarla, entre la que están los comunistas de Podemos, los independentistas vascos y catalanes, los herederos de los asesinos vascos de ETA y los antisistema, a los que hay que sumar la masa de los paniaguados que viven de las subvenciones, gente generalmente de poco valor, vaga y parásita.
"Dime con quien andas y te diré quien eres". Pedro Sánchez cada día se parece más a sus compañeros de viaje y ya es lícito pensar que, por contagio, se ha convertido en otro enemigo de la nación.
La de Pedro Sánchez es una historia triste de degradación constante a la que nadie, ni él mismo, parece poder ponerle fin. Es como la caída en un pozo sin fondo. Esa degradación explica que el poder de Pablo Iglesias, a pesar de sus fallos, errores y fracasos como político y como persona, crezca cada día más, que el descaro y la mentira sean cada dá más burdos e indecentes y que la influencia de los más radicales sea creciente en el gobierno.
La ruta elegida por Pedro Sánchez es suicida porque cada día le aísla y le debilita más. Es como el toro al que le cierran todas las salidas menos la que conduce a la antesala de la plaza y de la muerte.
La gota que está colmando el vaso es su enfrentamiento brutal con el Poder Judicial, al que además de los jueces se han sumado los fiscales y el grueso de la opinión pública. Querer controlar la Justicia es un callejón sin decencia que le enfrenta también con la Unión Europea, que puede cerrarle el grifo de los fondos de ayuda, y con los grandes medios de prensa internacionales, que ya lo han colocado en el punto de mira y le tratan abiertamente como un tirano fracasado que pilota un Estado hacia el fallo y una nación hacia la ruina. Tener a los jueces en contra es siempre mal negocio porque tarde o temprano lo pagas, sobre todo si tu gestión pública está plagada de osadías, arbitrariedades y abusos.
Otro error mayúsculo que ha degradado y debilitado el sanchismo, cerrándole muchas puertas en la España decente, ha sido su pésima gestión de la pandemia, en la que ha exhibido torpeza, retrasos en la toma de decisiones, imprevisión, falta de sensibilidad, errores que costaron miles de vidas, enfrentamiento con los sanitarios, mentiras insoportables y responsabilidades que pueden y deben investigarse, como la arbitrariedad y malicia en el trato a ciertas comunidades autónomas, a las que ha perjudicado sólo por estar gobernadas por la oposición.
Sus seguidores se han sumergido y escondido en la sociedad, donde han perdido muchos amigos y casi toda la comprensión y cordialidad. Ser hoy defensor de Pedro Sánchez en España es mal asunto y lo único que se puede extraer es un cargo público y dinero. La deriva miserable del sanchismo, con su amistad incomprensible con radicales comunistas y enemigos de España de todos los colores, es un suicidio y conduce a la desolación, por mucho poder que se maneje y por mucho dinero que se administre. Hay en España miles de familias rotas por causa del rechazo al sanchismo y millones de amigos perdidos por pertenecer a las huestes del gobierno.
Ser socialista hoy en España es un estigma y no hay otro culpable que su líder, que se ha enfrentado a todo lo que de decente y digno existía en la nación.
Francisco Rubiales
"Dime con quien andas y te diré quien eres". Pedro Sánchez cada día se parece más a sus compañeros de viaje y ya es lícito pensar que, por contagio, se ha convertido en otro enemigo de la nación.
La de Pedro Sánchez es una historia triste de degradación constante a la que nadie, ni él mismo, parece poder ponerle fin. Es como la caída en un pozo sin fondo. Esa degradación explica que el poder de Pablo Iglesias, a pesar de sus fallos, errores y fracasos como político y como persona, crezca cada día más, que el descaro y la mentira sean cada dá más burdos e indecentes y que la influencia de los más radicales sea creciente en el gobierno.
La ruta elegida por Pedro Sánchez es suicida porque cada día le aísla y le debilita más. Es como el toro al que le cierran todas las salidas menos la que conduce a la antesala de la plaza y de la muerte.
La gota que está colmando el vaso es su enfrentamiento brutal con el Poder Judicial, al que además de los jueces se han sumado los fiscales y el grueso de la opinión pública. Querer controlar la Justicia es un callejón sin decencia que le enfrenta también con la Unión Europea, que puede cerrarle el grifo de los fondos de ayuda, y con los grandes medios de prensa internacionales, que ya lo han colocado en el punto de mira y le tratan abiertamente como un tirano fracasado que pilota un Estado hacia el fallo y una nación hacia la ruina. Tener a los jueces en contra es siempre mal negocio porque tarde o temprano lo pagas, sobre todo si tu gestión pública está plagada de osadías, arbitrariedades y abusos.
Otro error mayúsculo que ha degradado y debilitado el sanchismo, cerrándole muchas puertas en la España decente, ha sido su pésima gestión de la pandemia, en la que ha exhibido torpeza, retrasos en la toma de decisiones, imprevisión, falta de sensibilidad, errores que costaron miles de vidas, enfrentamiento con los sanitarios, mentiras insoportables y responsabilidades que pueden y deben investigarse, como la arbitrariedad y malicia en el trato a ciertas comunidades autónomas, a las que ha perjudicado sólo por estar gobernadas por la oposición.
Sus seguidores se han sumergido y escondido en la sociedad, donde han perdido muchos amigos y casi toda la comprensión y cordialidad. Ser hoy defensor de Pedro Sánchez en España es mal asunto y lo único que se puede extraer es un cargo público y dinero. La deriva miserable del sanchismo, con su amistad incomprensible con radicales comunistas y enemigos de España de todos los colores, es un suicidio y conduce a la desolación, por mucho poder que se maneje y por mucho dinero que se administre. Hay en España miles de familias rotas por causa del rechazo al sanchismo y millones de amigos perdidos por pertenecer a las huestes del gobierno.
Ser socialista hoy en España es un estigma y no hay otro culpable que su líder, que se ha enfrentado a todo lo que de decente y digno existía en la nación.
Francisco Rubiales