En el libro "Ponerología Políitica", de Andreu M. Lobaczewsky, se sostiene la tesis de que al menos el 6 por ciento de la población mundial es psicópata y hay también un 12 por ciento de personas sometidas y colonizadas, al servicio de los locos. Por último, hay otro grupo que se adapta y que soporta los comportamientos y la tiranía patológica a cambio de sobrevivir y prosperar. La gran mayoría de la población, en todo caso más del 70 por ciento, forma la sociedad de personas normales, donde se producen los procesos de resistencia y oposición a la tiranía de los dementes.
Los psicópatas parecen seres superiores, inteligentes y suelen ser bastante interesantes, incluso excitantes. Algunos desprenden una energía cautivadora que mantiene a sus oyentes al borde de sus asientos. Muchos psicópatas “se ganan la vida” usando sus encantos, engaños y manipulaciones para ganar la confianza de sus víctimas. La mayoría están en profesiones de cuellos blancos, donde la gente espera que sus miembros sean personas en quienes confiar por sus credenciales sociales o profesionales. Abogados, doctores, maestros, políticos, psiquiatras y psicólogos generalmente no tienen que ganarse nuestra confianza, que se les otorga espontáneamente por el cargo que ocupan.
Les encantan las altas esferas y son muy buenos impostores. Ellos no vacilan en falsificar curricula y credenciales para atraer prestigio y poder. Escogen profesiones en las cuales las capacidades requeridas son fáciles de falsificar, le jerga es fácil de aprender y que los credenciales sean poco probables de ser examinados a fondo. Los psicópatas encuentran fácil hacerse pasar por líderes políticos, consultores, expertos financieros, directores espirituales, consejeros, profesores y psicólogos.
Se ganan la vida y prosperan logrando que la gente haga cosas para ellos; que obtengan dinero para ellos, prestigio y poder. Su capacidad de fascinar y embaucar es enorme y la utilizan para formar células que van creciendo y que interconectan con otras también dominadas por psicópatas, creando así una red eficaz de influencia y poder. Siempre son conscientes de ser diferentes y dividen el mundo entre "nosotros" y "ellos".
Su nulo “sentido de honor” los hace engañar y destruir al mundo que es diferente. Para lograrlo, utilizan su encanto y su falta de escrúpulos, que les permite prometer sin cumplir, desprestigiar al contrario y engañar. Incluso utilizan el miedo y el terror para alcanzar sus metas. La dicotomía entre su mundo y el de los otros es permanente y creciente y no desaparece jamás, ni siquiera cuando han alcanzado altos puestos de poder y dominio sobre la sociedad entera.
Su sueño es configurar el mundo a su medida, un mundo en el cual su simple y radical manera de comportarse (mentir, engañar, destruir, usar a otros, etc.) no comporte castigo y en el que ellos tendrían asegurada su poder, prosperidad y seguridad. Para lograr su meta son capaces de todo, hasta de matar, aunque buscarían siempre la forma de hacerlo sin tener que sufrir las consecuencias del crimen.
Las grandes locuras, matanzas e injusticias son obra de los locos en el poder y de su maquiavélica capacidad para manipular y engañar sin escrúpulos para ensanchar su poder. Las matanzas de Stalin, los desastres provocados por Hítler, las brutalidades del comunismo, la guerra de Irak y la gran falsedad de las armas de destrucción masiva, algunos acontecimientos de rebeldía dirigida como la Primavera Árabe y numerosos atentados masivos, como el de las torres gemelas de Nueva York, el de los trenes de Atocha, en Madrid, los recientes de Francia y otros muchos tienen el inconfundible sello de los locos en el poder.
El gran sueño de los psicópatas con poder es crear un gobierno mundial único, controlado por ellos, que imponga el orden con mano de hierro y elimine la democracia, a la que odian. La odian tanto que la han degradado y desvirtuado en casi todos los países, eliminando controles al poder, suavizando las leyes, expulsando al ciudadano de las decisiones y logrando que los partidos políticos que ellos controlan se apoderen del Estado y desde allí ejerzan una dictadura camuflada, tan inmoral como eficaz.
Aunque odian que les presionen y exijan hacer lo que no quieren hacer, son expertos en maquillaje y en disimular el mal que les invade y en convencerse a sí mismos y a otros que no son la gente despiadada que realmente son. Pueden comportarse con civismo aparente y hasta parecer piadosos, pero cuando creen que son inmunes a ser detectados, harán cualquier cosa que deseen. En una sociedad donde el mal no es estudiado ni entendido, ellos suben fácilmente “a la cima”.
La Patocracia sobrevive y se fortalece porque se siente permanentemente amenazada por la sociedad de personas normales, aunque lo real es lo contrario: son ellos los que amenazan y agreden el mundo normal. La reacción a la "amenaza" de los seres normales es la que lleva a muchos gobernantes a considerar al "pueblo" como su verdadero enemigo. Por eso arman más a la policía que al ejercito y por esa razón someten a los medios de comunicación para que les ayuden a "controlar" y debilitar a los "normales". Para los psicópatas gobernantes, mantenerse en la cima es cuestión de supervivencia y el único gran reto de sus vidas.
Francisco Rubiales
Los psicópatas parecen seres superiores, inteligentes y suelen ser bastante interesantes, incluso excitantes. Algunos desprenden una energía cautivadora que mantiene a sus oyentes al borde de sus asientos. Muchos psicópatas “se ganan la vida” usando sus encantos, engaños y manipulaciones para ganar la confianza de sus víctimas. La mayoría están en profesiones de cuellos blancos, donde la gente espera que sus miembros sean personas en quienes confiar por sus credenciales sociales o profesionales. Abogados, doctores, maestros, políticos, psiquiatras y psicólogos generalmente no tienen que ganarse nuestra confianza, que se les otorga espontáneamente por el cargo que ocupan.
Les encantan las altas esferas y son muy buenos impostores. Ellos no vacilan en falsificar curricula y credenciales para atraer prestigio y poder. Escogen profesiones en las cuales las capacidades requeridas son fáciles de falsificar, le jerga es fácil de aprender y que los credenciales sean poco probables de ser examinados a fondo. Los psicópatas encuentran fácil hacerse pasar por líderes políticos, consultores, expertos financieros, directores espirituales, consejeros, profesores y psicólogos.
Se ganan la vida y prosperan logrando que la gente haga cosas para ellos; que obtengan dinero para ellos, prestigio y poder. Su capacidad de fascinar y embaucar es enorme y la utilizan para formar células que van creciendo y que interconectan con otras también dominadas por psicópatas, creando así una red eficaz de influencia y poder. Siempre son conscientes de ser diferentes y dividen el mundo entre "nosotros" y "ellos".
Su nulo “sentido de honor” los hace engañar y destruir al mundo que es diferente. Para lograrlo, utilizan su encanto y su falta de escrúpulos, que les permite prometer sin cumplir, desprestigiar al contrario y engañar. Incluso utilizan el miedo y el terror para alcanzar sus metas. La dicotomía entre su mundo y el de los otros es permanente y creciente y no desaparece jamás, ni siquiera cuando han alcanzado altos puestos de poder y dominio sobre la sociedad entera.
Su sueño es configurar el mundo a su medida, un mundo en el cual su simple y radical manera de comportarse (mentir, engañar, destruir, usar a otros, etc.) no comporte castigo y en el que ellos tendrían asegurada su poder, prosperidad y seguridad. Para lograr su meta son capaces de todo, hasta de matar, aunque buscarían siempre la forma de hacerlo sin tener que sufrir las consecuencias del crimen.
Las grandes locuras, matanzas e injusticias son obra de los locos en el poder y de su maquiavélica capacidad para manipular y engañar sin escrúpulos para ensanchar su poder. Las matanzas de Stalin, los desastres provocados por Hítler, las brutalidades del comunismo, la guerra de Irak y la gran falsedad de las armas de destrucción masiva, algunos acontecimientos de rebeldía dirigida como la Primavera Árabe y numerosos atentados masivos, como el de las torres gemelas de Nueva York, el de los trenes de Atocha, en Madrid, los recientes de Francia y otros muchos tienen el inconfundible sello de los locos en el poder.
El gran sueño de los psicópatas con poder es crear un gobierno mundial único, controlado por ellos, que imponga el orden con mano de hierro y elimine la democracia, a la que odian. La odian tanto que la han degradado y desvirtuado en casi todos los países, eliminando controles al poder, suavizando las leyes, expulsando al ciudadano de las decisiones y logrando que los partidos políticos que ellos controlan se apoderen del Estado y desde allí ejerzan una dictadura camuflada, tan inmoral como eficaz.
Aunque odian que les presionen y exijan hacer lo que no quieren hacer, son expertos en maquillaje y en disimular el mal que les invade y en convencerse a sí mismos y a otros que no son la gente despiadada que realmente son. Pueden comportarse con civismo aparente y hasta parecer piadosos, pero cuando creen que son inmunes a ser detectados, harán cualquier cosa que deseen. En una sociedad donde el mal no es estudiado ni entendido, ellos suben fácilmente “a la cima”.
La Patocracia sobrevive y se fortalece porque se siente permanentemente amenazada por la sociedad de personas normales, aunque lo real es lo contrario: son ellos los que amenazan y agreden el mundo normal. La reacción a la "amenaza" de los seres normales es la que lleva a muchos gobernantes a considerar al "pueblo" como su verdadero enemigo. Por eso arman más a la policía que al ejercito y por esa razón someten a los medios de comunicación para que les ayuden a "controlar" y debilitar a los "normales". Para los psicópatas gobernantes, mantenerse en la cima es cuestión de supervivencia y el único gran reto de sus vidas.
Francisco Rubiales