Miedo en el sanchismo y alegría entre los demócratas porque el sospechoso indulto a los golpistas catalanes concedido por Pedro Sánchez va a ser revisado
La Sección Quinta de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Alto Tribunal, la misma que examinó y rechazó de un plumazo las impugnaciones que particulares, partidos y asociaciones presentaron contra los indultos a los líderes independentistas que concedió el gobierno de Pedro Sánchez, ha admitido ahora los recursos presentados contra la decisión de esta misma sala de no entrar siquiera a valorar el fondo del asunto, es decir, la falta de motivación de las medidas de gracia que los recurrentes alegaban.
Aquellos indultos fueron polémicos y gran parte de los españoles los rechazaron en su momento porque constituían claramente un escándalo, una especie de pago del gobierno de Sánchez a los nacionalistas e independentistas catalanes en agradecimiento por su apoyo.
Indultar a personas que nunca se arrepintieron de su atentado conta el Estado, un ataque que estuvo a punto de destrozar la unidad de España y de crear un enorme conflicto con violencia y víctimas, fue un acto que muchos consideraron sucio, lleno de bajeza e impropio de una democracia limpia y decente.
Aunque la admisión actual de los recursos se deba a un cambio en la Sala, donde ahora son mayoría los magistrados conservadores, constituye una esperanza para España, un revulsivo para el sistema de justicia español y un latigazo en pleno rostro al sanchismo, que corre el riesgo de aparecer desnudo ante España y el mundo, exhibiendo toda su bajeza arbitraria, tiránica y antidemocrática.
Lo probable es que de la revisión surja el criterio de que no hubo en aquellos indultos ni Justicia, ni Equidad, ni Interés Público, las tres condiciones básicas que justifican esa medida de gracia, que el gobierno sólo debe otorgar a quien la merece, no a quien le conviene al poder.
La actual admisión a trámite de los recursos presentados en su día y entonces rechazados por el Supremo constituye un doble juicio de gran alcance: al gobierno y a la misma Justicia española. De una revisión honrada y justa de lo que ocurrió cuando los golpistas, insensatos y nunca arrepentidos, fueron indultados por Pedro Sánchez, para muchos ciudadanos y expertos sin razones objetivas que lo justificaran, puede surgir una enorme condena moral y técnica del gobierno y del sistema judicial español, al primero por anteponer su propio interés al bien común y a la ley, al segundo por reconocer que la justicia está tan politizada que las sentencias y dictámenes dependen de la ideología de los jueces.
Pero no adelantemos acontecimientos. Por el momento, lo que tenemos es pánico en el sanchismo, que teme ser desnudado ante los españoles y el mundo, honda preocupación en la Justicia, porque puede quedar demostrado que todo el sistema depende de la ideología de los jueces y magistrados, y una profunda y feliz esperanza entre los españoles decentes y demócratas, que vuelven a recuperar la confianza en los tribunales, aunque sea de manera precaria, y esperan que los indultos, probablemente fraudulentos y sucios que concedió el gobierno de Sánchez, al menos sean cuestionados y desacreditados.
Francisco Rubiales
Aquellos indultos fueron polémicos y gran parte de los españoles los rechazaron en su momento porque constituían claramente un escándalo, una especie de pago del gobierno de Sánchez a los nacionalistas e independentistas catalanes en agradecimiento por su apoyo.
Indultar a personas que nunca se arrepintieron de su atentado conta el Estado, un ataque que estuvo a punto de destrozar la unidad de España y de crear un enorme conflicto con violencia y víctimas, fue un acto que muchos consideraron sucio, lleno de bajeza e impropio de una democracia limpia y decente.
Aunque la admisión actual de los recursos se deba a un cambio en la Sala, donde ahora son mayoría los magistrados conservadores, constituye una esperanza para España, un revulsivo para el sistema de justicia español y un latigazo en pleno rostro al sanchismo, que corre el riesgo de aparecer desnudo ante España y el mundo, exhibiendo toda su bajeza arbitraria, tiránica y antidemocrática.
Lo probable es que de la revisión surja el criterio de que no hubo en aquellos indultos ni Justicia, ni Equidad, ni Interés Público, las tres condiciones básicas que justifican esa medida de gracia, que el gobierno sólo debe otorgar a quien la merece, no a quien le conviene al poder.
La actual admisión a trámite de los recursos presentados en su día y entonces rechazados por el Supremo constituye un doble juicio de gran alcance: al gobierno y a la misma Justicia española. De una revisión honrada y justa de lo que ocurrió cuando los golpistas, insensatos y nunca arrepentidos, fueron indultados por Pedro Sánchez, para muchos ciudadanos y expertos sin razones objetivas que lo justificaran, puede surgir una enorme condena moral y técnica del gobierno y del sistema judicial español, al primero por anteponer su propio interés al bien común y a la ley, al segundo por reconocer que la justicia está tan politizada que las sentencias y dictámenes dependen de la ideología de los jueces.
Pero no adelantemos acontecimientos. Por el momento, lo que tenemos es pánico en el sanchismo, que teme ser desnudado ante los españoles y el mundo, honda preocupación en la Justicia, porque puede quedar demostrado que todo el sistema depende de la ideología de los jueces y magistrados, y una profunda y feliz esperanza entre los españoles decentes y demócratas, que vuelven a recuperar la confianza en los tribunales, aunque sea de manera precaria, y esperan que los indultos, probablemente fraudulentos y sucios que concedió el gobierno de Sánchez, al menos sean cuestionados y desacreditados.
Francisco Rubiales