Lo que José Luis Rodríguez Zapatero quiere no es un Pacto de Estado, sino una mordaza que silencie las críticas de la oposición y que le permita seguir desarrollando la política que nos ha llevado hasta el borde del abismo.
Los pactos de Estado son recursos que reclaman los gobiernos minoritarios y bloqueados cuando no pueden adoptar las medidas que creen imprescindibles para el país. Pero no es ese, precisamente, el caso del actual gobierno, que ha adoptado hasta ahora todas las medidas que ha querido y que nunca ha tenido dificultad alguna para legislar con mayoría, aunque haya tenido que "comprar" los votos que necesitaba en cada ocasión.
Hoy veremos en el Congreso a un Zapatero que, asustado por el desgaste y aterrorizado porque es consciente de que su gobierno está llevando a España hacia el fracaso y la derrota, pretende amordazar a la oposición y, para lograrlo, utilizará toda la potencia de sus baterías de propaganda, lo único que funciona en su gobierno, para difundir la nueva mentira de que sin la colaboración del PP "es imposible gobernar".
Se trata de un nuevo engaño, especialmente grave en tiempos de crisis y de drama nacional, porque él ha gobernado durante seis años, sin el Partido Popular, sin obstáculo alguno para aprobar las leyes que ha querido y adoptar las medidas que ha considerado oportunas.
El momento actual es de una vileza inconcebible en democracia: un gobierno que ha hecho lo que quería, desoyendo a la oposición, culpa a esa oposición de los problemas que él mismo ha generado y quiere silenciarla para engañar sin obstáculos a la opinión pública, haciéndole creer que el culpable del drama no es el gobierno, como establecen la lógica y la democracia, sino esa oposición a la que ha marginado, ha intentado aniquilar y todavía hoy quiere demonizar y silenciar.
En Voto en Blanco no nos gusta el Partido Popular porque se parece demasiado al PSOE en su defensa de la partitocracia, en su convivencia con la corrupción, en su escaso apego a la democracia auténtica y su nulo interés por regenerar la política española cambiando leyes y normas que son propias de dictaduras y oligocracias, pero en el caso del actual drama económico de España el Partido Popular no es culpable de nada y toda la responsabilidad, en justicia, corresponde a un gobierno que ha demostrado su ineptitud y su incapacidad hasta más allá de toda duda y que ha contraído deudas enormes con la sociedad española, a la que ha conducido hasta la ruina económica y el retroceso, arrebatándole el presente, el futuro, la confianza y la esperanza.
Los pactos de Estado son recursos que reclaman los gobiernos minoritarios y bloqueados cuando no pueden adoptar las medidas que creen imprescindibles para el país. Pero no es ese, precisamente, el caso del actual gobierno, que ha adoptado hasta ahora todas las medidas que ha querido y que nunca ha tenido dificultad alguna para legislar con mayoría, aunque haya tenido que "comprar" los votos que necesitaba en cada ocasión.
Hoy veremos en el Congreso a un Zapatero que, asustado por el desgaste y aterrorizado porque es consciente de que su gobierno está llevando a España hacia el fracaso y la derrota, pretende amordazar a la oposición y, para lograrlo, utilizará toda la potencia de sus baterías de propaganda, lo único que funciona en su gobierno, para difundir la nueva mentira de que sin la colaboración del PP "es imposible gobernar".
Se trata de un nuevo engaño, especialmente grave en tiempos de crisis y de drama nacional, porque él ha gobernado durante seis años, sin el Partido Popular, sin obstáculo alguno para aprobar las leyes que ha querido y adoptar las medidas que ha considerado oportunas.
El momento actual es de una vileza inconcebible en democracia: un gobierno que ha hecho lo que quería, desoyendo a la oposición, culpa a esa oposición de los problemas que él mismo ha generado y quiere silenciarla para engañar sin obstáculos a la opinión pública, haciéndole creer que el culpable del drama no es el gobierno, como establecen la lógica y la democracia, sino esa oposición a la que ha marginado, ha intentado aniquilar y todavía hoy quiere demonizar y silenciar.
En Voto en Blanco no nos gusta el Partido Popular porque se parece demasiado al PSOE en su defensa de la partitocracia, en su convivencia con la corrupción, en su escaso apego a la democracia auténtica y su nulo interés por regenerar la política española cambiando leyes y normas que son propias de dictaduras y oligocracias, pero en el caso del actual drama económico de España el Partido Popular no es culpable de nada y toda la responsabilidad, en justicia, corresponde a un gobierno que ha demostrado su ineptitud y su incapacidad hasta más allá de toda duda y que ha contraído deudas enormes con la sociedad española, a la que ha conducido hasta la ruina económica y el retroceso, arrebatándole el presente, el futuro, la confianza y la esperanza.
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