En esta que llaman democracia son ya muchas las prohibiciones, las trabas y los ahogos de la libertad. Los españoles viven "con un Gobierno que constantemente demuestra un afán intolerable de intervenir en los comportamientos de las personas hasta en las decisiones más intimas". Es conveniente recordar aquel famoso eslogan de "prohibido prohibir" ante el intervencionismo atosigante del Gobierno. Los políticos han de hacer de la libertad el móvil central de su actividad política.
Esperanza Aguirre, que tendrá que acudir al timón del PP, para evitar el naufragio, indicó en acto celebrado con Unión Democrática de Estudiantes, que los efectos "más nefastos" de la revuelta de mayo del 68 se han producido en el campo de la educación, donde "todavía hoy están muy vivos", en los aconteceres de esta España; hay, dijo, que "ajustar cuentas" al Mayo del 68, para combatir "los dogmas pedagógicos y políticos" de sus herederos y reivindicar "la cultura del esfuerzo" y del deber ilusionado. Este ajuste implica, que, aún luchando contra el autoritarismo, se restaure el respeto y la autoridad académica y moral del profesor y prime el mérito y la excelencia de la enseñanza; que la igualdad de oportunidades no consiste en el absurdo de igualar la ignorancia de todos bajando el listón a la cuneta y que ser abiertos y dialogantes con todos no estriba en abrazar “el relativismo moral del todo vale”.
La actuación educativa ha de transmitir conocimiento y proveer a los jóvenes las armas para la vida, por lo que hay que establecer un sistema pedagógico estable y eficiente y único, que no se puede sostener la transferencia a diecisiete regulaciones. Curiosamente, al final, “de la herencia de aquel movimiento de origen libertario, se apropiaron los partidos de izquierda que huérfanos del marxismo encontraron en las simplezas del mayo la base dogmática de sus propuestas esenciales, sobre todo en Educación". Así, el partido comunista y la extrema izquierda, haciendo suyos tales postulados, propugnaron la eliminación de la figura del profesor con eficiencia, la desaparición de los exámenes y de las calificaciones, la ruina del esfuerzo, y de la disciplina, para "evitar traumas a los alumnos" y, pintando la transmisión del saber como algo secundario, entronizaron el valor de lo lúdico y el poder de gestión en el alumno y cuatro padres. En definitiva, “el mayo del 68 es un movimiento basado únicamente en algunas intuiciones, eslóganes o frases más o menos brillantes que han tenido éxito e influencia" en la sociedad y son sólo la expresión de un romanticismo adolescente cursi", que trae el vacío, la vulgaridad, la zafiedad y la inoperancia a la Enseñanza Española, mientras los políticos y los ricos mandan sus hijos a Colegios Privados de prestigio o al extranjero.
El espíritu de mayo del 68 está aun vivo en la vida y en política, su piedra angular, la búsqueda de libertad, "era una pretensión sana"; esas ansias de libertad, "inconcretas, desordenadas e infantiles" hicieron que las revueltas levantaran curiosidad en mucha gente. Y sigue vivo en Educación mientras no se sustituya la LOGSE y la ESO por un sistema serio permanente y nacional, regido por el Estado y no por las veleidades de las CCAA; seguirá, mientras no se implanten unos planes de estudios atentos y sensatos en Humanidades, se devuelva a los profesores la dignidad y la autoridad legal y moral y se extirpe la indisciplina, el pasotismo y la violencia en las aulas.
C. Mudarra
Esperanza Aguirre, que tendrá que acudir al timón del PP, para evitar el naufragio, indicó en acto celebrado con Unión Democrática de Estudiantes, que los efectos "más nefastos" de la revuelta de mayo del 68 se han producido en el campo de la educación, donde "todavía hoy están muy vivos", en los aconteceres de esta España; hay, dijo, que "ajustar cuentas" al Mayo del 68, para combatir "los dogmas pedagógicos y políticos" de sus herederos y reivindicar "la cultura del esfuerzo" y del deber ilusionado. Este ajuste implica, que, aún luchando contra el autoritarismo, se restaure el respeto y la autoridad académica y moral del profesor y prime el mérito y la excelencia de la enseñanza; que la igualdad de oportunidades no consiste en el absurdo de igualar la ignorancia de todos bajando el listón a la cuneta y que ser abiertos y dialogantes con todos no estriba en abrazar “el relativismo moral del todo vale”.
La actuación educativa ha de transmitir conocimiento y proveer a los jóvenes las armas para la vida, por lo que hay que establecer un sistema pedagógico estable y eficiente y único, que no se puede sostener la transferencia a diecisiete regulaciones. Curiosamente, al final, “de la herencia de aquel movimiento de origen libertario, se apropiaron los partidos de izquierda que huérfanos del marxismo encontraron en las simplezas del mayo la base dogmática de sus propuestas esenciales, sobre todo en Educación". Así, el partido comunista y la extrema izquierda, haciendo suyos tales postulados, propugnaron la eliminación de la figura del profesor con eficiencia, la desaparición de los exámenes y de las calificaciones, la ruina del esfuerzo, y de la disciplina, para "evitar traumas a los alumnos" y, pintando la transmisión del saber como algo secundario, entronizaron el valor de lo lúdico y el poder de gestión en el alumno y cuatro padres. En definitiva, “el mayo del 68 es un movimiento basado únicamente en algunas intuiciones, eslóganes o frases más o menos brillantes que han tenido éxito e influencia" en la sociedad y son sólo la expresión de un romanticismo adolescente cursi", que trae el vacío, la vulgaridad, la zafiedad y la inoperancia a la Enseñanza Española, mientras los políticos y los ricos mandan sus hijos a Colegios Privados de prestigio o al extranjero.
El espíritu de mayo del 68 está aun vivo en la vida y en política, su piedra angular, la búsqueda de libertad, "era una pretensión sana"; esas ansias de libertad, "inconcretas, desordenadas e infantiles" hicieron que las revueltas levantaran curiosidad en mucha gente. Y sigue vivo en Educación mientras no se sustituya la LOGSE y la ESO por un sistema serio permanente y nacional, regido por el Estado y no por las veleidades de las CCAA; seguirá, mientras no se implanten unos planes de estudios atentos y sensatos en Humanidades, se devuelva a los profesores la dignidad y la autoridad legal y moral y se extirpe la indisciplina, el pasotismo y la violencia en las aulas.
C. Mudarra