Colaboraciones

PROGRESANDO PARA ATRÁS





El llamado progresismo (no sé que es lo que hace progresar) invoca unos argumentos que solo se concretan, en hacer de la sociedad un hormiguero no voluntario, en el que la sociedad es el dios y el individuo nada, por más que insistan en que todo se hace para que cada individuo esté más satisfecho.

Ello equivale a que la iniciativa, sea reducida a frases y gestos que nada hacen progresar. Como en las religiones, no es la que más bien explica lo esotérico o mistérico, sino aquella que puesta en práctica da resultados de libertad y albedrío para elegir. Y ninguna lo puede hacer a causa de la condición humana, que no permite la cantada igualdad inexistente que, rellena de tópicos, es el dogma principal del progresismo.

¿Les importa a muchos progresistas el bienestar de los pueblos? Yo creo que no mucho. Pero claro es mi opinión. Si me lo explican mejor tal vez sea convencido. Por ahora siento que les preocupa el poder, y salirse con la suya en los muchos experimentos sociales que se han emprendido.

Imponer un sistema y dominar a las gentes, por muy sutilmente que se haga, siempre termina mal. Después llega el tiempo de las consecuencias y los imponderables, y entonces todo se reduce a declaraciones de inocencia, buenas intenciones, y todo lo que sirva para acallar la conciencia y justificar el error social.

O se insiste en una variante, o se busca al “reventador” del experimento. Ellos no han fallado. ¿Fallar ellos? Es que no les han dejado. Pero ahora lo volverán a intentar de nuevo, y eso así hasta la nausea. Los muertos suyos son culpa de los otros, y los de los demás es que o lo merecían, o era preciso para construir el tinglado.

La historia es una tonta, que cuenta las cosas como se las cuentan a ella. Y hasta que no transcurren lo siglos nadie sabe, con más o menos exactitud, lo que sucede por que no analizan con la razón, sino con sus impulsos, fobias, y simpatías por ese sistema.

Imponer la igualdad como dogma, cuando es algo tan evidentemente falso y comprobable en cualquier lugar, es imponer un pensamiento tan dogmático como el que más. Y ya no digamos de los atavismos de cada civilización.

Por que hay dogmas que igual se pueden creer que no creer, al no ser comprobables por ningún método, pero si se basan en al amor, el compañerismo, la comprensión, la tan cacareada tolerancia, puedes creer más o menos.

Pero el dogma progresista, se basa solo en una falacia evidente, que nadie se puede creer por que salta a la vista. Ocurre que muchos lo aceptan por que sin más alcances mentales, aceptan esas tesis como buenas, solo por que pertenecen a un grupo político, religioso, etc. Si eso es argumento cualquiera puede argumentar del mismo modo. Para eso están los “hermanos Grim” que lo hacen mejor. Pero el materialismo dialéctico es arrollador, y más si obtiene el poder.

El hombre tiene hambre de trascendencia. Es posible que todo acabe en la tumba, y que todo sentimiento de ultratumba pueda ser extirpado de las conciencias y los corazones de los hombres, pero en el fondo no hay persona que no se sienta el centro del universo, y no se conforma con solo el fin sea, el fin sepulcral.

La religión admite, o mejor, impulsa la libertad, la iniciativa, proporciona una razón de ser a todo cuanto sucede, y da a las gentes sentido de su propia importancia. Una importancia que, instintiva o conscientemente, lleva dentro de sí todo ser humano. De no ser así ¿Qué importa que un hombre mate a otro, si se beneficia en un dólar?

Definitivamente, todo lo que se escribe sobre estos asuntos espirituales mencionados, si no se basa en una fe en el más allá no vale la pena de ser vivida. Si cualquier persona tiene una esperanza, podrá estar equivocado, pero eso le hace sentirse parte de la naturaleza viva, y no de la ser un animal como otro cualquiera.

El progreso no es progresismo, como el estado laico no es laicismo. Lo que nos vendan dará la medida de lo que valen los argumentos, y sus sostenedores.

Rafael Marañón Barrio.

Franky  
Viernes, 11 de Agosto 2006
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