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PP: desarme ideológico y emigración hacia el talante



Hoy, en Valencia, parece un ganador porque nadie se ha atrevido a plantar cara a su ambición, pero su calvario empezará el lunes, cuando tenga que construir un partido cuyo diseño nuevo no convence a casi nadie. Después de los primeros movimientos en el Congreso, todo comienza a aclararse: el trasatlántico del PP ha puesto rumbo hacia el desarme ideológico y el talante..
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A Rajoy le ha pasado como a muchos combatientes derrotados, que terminan imitando y pareciéndose demasiado a su adversario ganador. Rajoy, líder de la derecha española, quiere renunciar a las ideas básicas de la derecha y emigrar hacia un "centro" político donde nunca hay ni ideas fuertes ni principios irrenunciables, sino únicamente pragmatismo y talante. El PP de Rajoy quiere convertirse en un partido atrapatodo y atrapavotos para parecerse al PSOE de Zapatero, sobre todo en el talante y la maniobrabilidad.

El gran problema es que lo que Rajoy envidia de Zapatero es lo que repugna a muchos de los dirigentes, al grueso de las bases y a gran parte de la militancia actual del PP: la capacidad para dialogar y hasta pactar con gente situada en las antípodas ideológicas, obsesionada, incluso, con destruir al Estado. Rajoy quiere, como Zapatero, poder pactar y compartir el poder con el PNV, con el nacionalismo catalán en pleno y con el nacionalismo gallego, sin que el independentismo sea un obstáculo, sin que lo impida la persecución que el nacionalismo extremo realiza de la lengua castellana o el odio infinito a España que destilan sus líderes. Pero ¿es eso lo que quieren los actuales votantes y simpatizantes del PP?

El gran riesgo de la "pierueta" de Rajoy es que repugne a sus bases actuales y que sea incapaz de convencer a sus nuevos clientes, lo que convertiría al nuevo PP nacido en Valencia en un partido fracasado y perdedor. Por lo pronto, esa transformación repugna ya a José María Aznar, Ángel Acebes, Esperanza Aguirre, María San Gil, Mayor Oreja, Ortega Lara y a muchos otros dirigentes del actual PP.

Lo que quiere construir Rajoy con su nueva corte pragmática y versátil, integrada por los Cospedal, Arenas, Santamaría y unos pocos más, es definido por los politólogos como partido escoba o "atrapatodo", porque trata de "meter en la bolsa" a todos los grupos de la sociedad, sin importar su ideología o su origen de clase. Un partido de este tipo rompe siempre las amarras con sus bases, diluye la vinculación con los afiliados y termina dejando de tener bases para sustituirlas por simpatías y votos.

Aseguran algunos dirigentes populares andaluces que Javier Arenas es, junto con el experto-asesor Arriola, la persona que ha ejercido una mayor influencia en la transformación de Rajoy y en el drástico cambio de rumbo del "trasatlántico" PP. Javier Arenas, veterano perdedor frente al socialismo andaluz, hace tiempo que experimenta la tentación de parecerse a su enemigo, al Manuel Cháves que le derrota una vez tras otra. Él sueña con un PP que sea capaz de crear una imbatible red clientelar, dominador de los medios de comunicación, con más simpatías y votos que militantes, capaz de cambiar de rumbo y de principios en cada esquina, compatible con el andalucismo, con Izquierda Unida y con cualquiera que quiera diluirse en las acogedoras y exultantes piscinas del poder, donde reina la abundancia de dinero, de dominio y de arrogancia. Javier Arenas hace mucho tiempo que empezó a parecerse a Manuel Cháves.

Rajoy y Arenas, con la complicidad activa de Camps y Valcarcel y el patrocinio de Fraga, el gran experto en mimetismo de la derecha española, el que supo travestir al franquismo de derecha democrática, quieren sustituir al actual PP, un partido de principios y de valores sólidos, por un modelo de partido máquina, que solo busque la eficiencia electoral en base al refinamiento profesional de sus técnicos en campañas, un partido ganador, pero escindido de la sociedad.

Por fortuna, en democracia, los militantes y los votantes tienen la palabra y la llave del futuro.


   
Sábado, 21 de Junio 2008
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