Harry Truman, presidente de Estados Unidos entre 1945 y 1953, fue un político ejemplar, de los que ya no existen. Desenterrarlo, clonarlo y ponerlo al frente de España sería una gran solución para nuestro sistema político, minado y casi derstruido por dirigentes mediocres, avariciosos, ineptos y, en muchos casos, corruptos y delincuentes.
Truman fue una clase distinta de presidente. Le tocaron tiempos difíciles y tuvo que tomar decisiones de gran importancia, pero su grandeza como ciudadano demócrata y como político ejemplar lucieron todavía más cuando abandonó la Casa Blanca.
El único "activo" que tenía cuando falleció, en 1972, era la casa en la cual vivía, que se hallaba en Independence, Missouri. Su esposa la había heredado de sus padres, y además de los años que pasaron en la Casa Blanca, fue el lugar donde vivieron toda su vida. Cuando se retiró de la vida oficial en 1952, todo su ingreso estaba compuesto por una pensión de U$S 13.507,72 al año que, según se informó, venía del ejército de Estados Unidos. El Congreso, enterándose de que pagaba hasta sus estampillas de correo, le otorgó un "allowance" y más tarde una pensión retroactiva de U$S 25.000 al año.
Luego de la inauguración del mandato del presidente Eisenhower, Harry y Bess Truman regresaron conduciendo su automóvil a su hogar en Missouri, sin ninguna compañía del Servicio Secreto.
Cuando le ofrecían posiciones corporativas con grandes salarios, las rechazaba diciendo:
"Ustedes no me quieren a mí, lo que quieren es la figura del presidente, y ésa no me pertenece. Le pertenece al pueblo norteamericano y no está a la venta".
Aún después, el 6 de mayo de 1971, cuando el Congreso se estaba preparando para otorgarle la medalla de honor en 87 cumpleaños, se rehusó a aceptarla, escribiendo que:
"No considero que haya hecho algo por lo que la merezca, ya sea de parte del Congreso o de cualquier otra parte".
Como presidente pagó todos sus gastos de viaje y de comida con su propio dinero.
Su figura contrasta con la de muchos políticos modernos, entre los que abundan los que se aprovecharon de sus cargos para enriquecerse y los que siguen haciéndolo cuando terminan su etapa pública. Los políticos modernos han encontrado una nueva vía hacia el éxito usando el poder para obtener una enorme riqueza. Hoy, muchos dirigentes políticos han encontrado el medio de convertirse en millonarios utilizando los recursos del poder en beneficios propio y, una vez fuera del aparato del Estado, poniendo en venta su experiencia e influencia. Cobran sus conferencias a 100.000 euros o ayudan a empresas abriendo las puertas de países gobernados por sus amigos de antaño.
Harry Truman estaba en lo correcto cuando observaba:
"Mis metas en la vida fueron ser pianista en una casa de putas o político. Y a decir verdad, no existe gran diferencia entre las dos".
Recibido por Intenet y reescrito en Voto en Blanco
Truman fue una clase distinta de presidente. Le tocaron tiempos difíciles y tuvo que tomar decisiones de gran importancia, pero su grandeza como ciudadano demócrata y como político ejemplar lucieron todavía más cuando abandonó la Casa Blanca.
El único "activo" que tenía cuando falleció, en 1972, era la casa en la cual vivía, que se hallaba en Independence, Missouri. Su esposa la había heredado de sus padres, y además de los años que pasaron en la Casa Blanca, fue el lugar donde vivieron toda su vida. Cuando se retiró de la vida oficial en 1952, todo su ingreso estaba compuesto por una pensión de U$S 13.507,72 al año que, según se informó, venía del ejército de Estados Unidos. El Congreso, enterándose de que pagaba hasta sus estampillas de correo, le otorgó un "allowance" y más tarde una pensión retroactiva de U$S 25.000 al año.
Luego de la inauguración del mandato del presidente Eisenhower, Harry y Bess Truman regresaron conduciendo su automóvil a su hogar en Missouri, sin ninguna compañía del Servicio Secreto.
Cuando le ofrecían posiciones corporativas con grandes salarios, las rechazaba diciendo:
"Ustedes no me quieren a mí, lo que quieren es la figura del presidente, y ésa no me pertenece. Le pertenece al pueblo norteamericano y no está a la venta".
Aún después, el 6 de mayo de 1971, cuando el Congreso se estaba preparando para otorgarle la medalla de honor en 87 cumpleaños, se rehusó a aceptarla, escribiendo que:
"No considero que haya hecho algo por lo que la merezca, ya sea de parte del Congreso o de cualquier otra parte".
Como presidente pagó todos sus gastos de viaje y de comida con su propio dinero.
Su figura contrasta con la de muchos políticos modernos, entre los que abundan los que se aprovecharon de sus cargos para enriquecerse y los que siguen haciéndolo cuando terminan su etapa pública. Los políticos modernos han encontrado una nueva vía hacia el éxito usando el poder para obtener una enorme riqueza. Hoy, muchos dirigentes políticos han encontrado el medio de convertirse en millonarios utilizando los recursos del poder en beneficios propio y, una vez fuera del aparato del Estado, poniendo en venta su experiencia e influencia. Cobran sus conferencias a 100.000 euros o ayudan a empresas abriendo las puertas de países gobernados por sus amigos de antaño.
Harry Truman estaba en lo correcto cuando observaba:
"Mis metas en la vida fueron ser pianista en una casa de putas o político. Y a decir verdad, no existe gran diferencia entre las dos".
Recibido por Intenet y reescrito en Voto en Blanco