Los trabajadores están que “no les llega la camisa al cuello”. Cada día ven cómo disminuye el número de los que trabajan y aumenta el de los parados. Los políticos, no; cada día ven cómo suben los sueldos y disminuyen las horas de trabajo. Es decir, para los trabajadores siempre hay crisis, porque o no hay trabajo o los sueldos suben poco, pero para los políticos las crisis no existen. En el peor de los casos se reducen a subir un 10 por ciento menos que el año anterior.
Y, sin embargo, las medidas tomadas por los gobernantes para paliar la crisis tratan de ayudar a los bancos, porque “los pobres banqueros” van a ganar menos que el año pasado. Y aceptan que no concedan hipotecas a los trabajadores, porque se han quedado sin trabajo y no la podrán pagar. El viernes pasado, decía en la prensa local el catedrático de Derecho Internacional Público, Alejandro Rodríguez Carrión, que más de un tercio de la humanidad lleva años viviendo por debajo del umbral de la pobreza y nadie ha dicho que haya crisis, pero cuando le toca perder a los poderosos, estamos en una crisis espantosa.
Para que nadie escurra el hombro, los políticos dicen a los parados y a los pensionistas que la “pasta es poca y no es elástica”, de manera que el trabajo es un bien cada vez más escaso. Por tanto, se recomienda a unos y a otros que se aprieten el cinturón todo lo que puedan. El Gobierno quiere un país civilizado y disciplinado, para que el Sr. Ministro de Economía y Hacienda pueda dar su cabezada en el sillón del Congreso sin sobresaltos. Los congresistas, ante los quejumbrosos, piden que, por favor, no le hagan ir tantas veces al Congreso de los diputados, porque fuera tienen mucho más que hacer que dentro. Los trabajadores, en cambio, sólo piden trabajo.
Desde Cádiz nos decía una periodista, el viernes pasado, que las parroquias han aumentado las ayudas a las familias en un 50 por ciento debido a la crisis. Más de 1.800 personas fueron atendidas por los centros de la provincia durante 2007. Parecía que las Cáritas ya no eran necesarias para los españoles, sólo para los inmigrantes, pero por lo visto hemos vuelto a las andadas. Dicen que nuestro paisano don Miguel Primo de Rivera, el dictador, decía a los españoles que “comieran menos y trabajaran más, porque estaban obesos”. Ahora habría que decir a los parados que “coman más y trabajen menos porque van a adelgazar.”
Uno piensa para sí que el problema debería ir a manos de la ministra de igualdad para tratar de equilibrar la balanza. Lo malo es que no sabemos si la ministra, en su corta edad, tiene experiencia de trabajo, pero sí debe saber que un país con tantas desigualdades no puede ir a buen puerto. Yo creo que “eso de que a los trabajadores no les llega la camisa al cuello” tiene que ser porque tienen poco cuello o no tienen camisa, mientras que los políticos tienen camisas de sobra y un cuello formidable.
JUAN LEIVA. 24/NOV/2008
Y, sin embargo, las medidas tomadas por los gobernantes para paliar la crisis tratan de ayudar a los bancos, porque “los pobres banqueros” van a ganar menos que el año pasado. Y aceptan que no concedan hipotecas a los trabajadores, porque se han quedado sin trabajo y no la podrán pagar. El viernes pasado, decía en la prensa local el catedrático de Derecho Internacional Público, Alejandro Rodríguez Carrión, que más de un tercio de la humanidad lleva años viviendo por debajo del umbral de la pobreza y nadie ha dicho que haya crisis, pero cuando le toca perder a los poderosos, estamos en una crisis espantosa.
Para que nadie escurra el hombro, los políticos dicen a los parados y a los pensionistas que la “pasta es poca y no es elástica”, de manera que el trabajo es un bien cada vez más escaso. Por tanto, se recomienda a unos y a otros que se aprieten el cinturón todo lo que puedan. El Gobierno quiere un país civilizado y disciplinado, para que el Sr. Ministro de Economía y Hacienda pueda dar su cabezada en el sillón del Congreso sin sobresaltos. Los congresistas, ante los quejumbrosos, piden que, por favor, no le hagan ir tantas veces al Congreso de los diputados, porque fuera tienen mucho más que hacer que dentro. Los trabajadores, en cambio, sólo piden trabajo.
Desde Cádiz nos decía una periodista, el viernes pasado, que las parroquias han aumentado las ayudas a las familias en un 50 por ciento debido a la crisis. Más de 1.800 personas fueron atendidas por los centros de la provincia durante 2007. Parecía que las Cáritas ya no eran necesarias para los españoles, sólo para los inmigrantes, pero por lo visto hemos vuelto a las andadas. Dicen que nuestro paisano don Miguel Primo de Rivera, el dictador, decía a los españoles que “comieran menos y trabajaran más, porque estaban obesos”. Ahora habría que decir a los parados que “coman más y trabajen menos porque van a adelgazar.”
Uno piensa para sí que el problema debería ir a manos de la ministra de igualdad para tratar de equilibrar la balanza. Lo malo es que no sabemos si la ministra, en su corta edad, tiene experiencia de trabajo, pero sí debe saber que un país con tantas desigualdades no puede ir a buen puerto. Yo creo que “eso de que a los trabajadores no les llega la camisa al cuello” tiene que ser porque tienen poco cuello o no tienen camisa, mientras que los políticos tienen camisas de sobra y un cuello formidable.
JUAN LEIVA. 24/NOV/2008