Con este eslogan se dirigió la formación fundada por Adolfo Suárez a los votantes en la campaña electoral de 1986. Hoy ese espacio político se encuentra perdido. Sé que muchos no estarán de acuerdo con esta afirmación porque tanto PSOE como PP han defendido su postura centrista en las últimas contiendas electorales. La situación actual nos hace ver a muchos que el bipartidismo tiene la partida ganada.
Por un lado nos encontramos al presidente Rodríguez autodenominándose “rojo” en un intento claro por aniquilar de una vez por todas a Izquierda Unida, una formación en descomposición tras la marcha de su carismático líder y fundador, Julio Anguita. De esta posición ha renacido la vieja moda de llamar “facha” a todo el que no comulga con la posición del Gobierno y sus aliados. Esta corriente se encuentra alimentada por los medios de Grupo Prisa, con la SER a la cabeza como medio que más castiga a la oposición conservadora.
En contraposición nos encontramos con un PP algo desmembrado tras la derrota electoral y queriendo aglutinar un centro-derecha que va desde la posición moderada del Alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, hasta la conservadora Esperanza Aguirre, valor en alza para los seguidores de Federico Jiménez Losantos. Hablando de éste último, su éxito entre los sectores más beligerantes con el Gobierno del PSOE ha engendrado una tipología de seguidores radicalizados del PP.
Este panorama de polarización está desencadenando, a mi juicio, la consolidación definitiva del bipartidismo en España. Por eso no nos extraña ver que ambos partidos alimentan el radicalismo y la división de los españoles en dos grandes bandos. En esta división el PP tiene las de perder. Ha quedado muy claro, con el debate reciente de aceptación a trámite de la propuesta de Estatuto/Constitución de Cataluña, que los populares tienen muy complicado volver al poder si no obtienen la mayoría absoluta. La práctica totalidad de los partidos nacionalistas, única alternativa al bipartidismo existente en algunas comunidades autónomas, se ha posicionado exageradamente enfrentadas al PP. En Galicia, Cataluña y Aragón lo han manifestado en los gobiernos autonómicos.
El espacio perdido
En conversación virtual con un añorado amigo, se puso de manifiesto la falta de una alternativa seria y sólida al bipartidismo, pero sobre todo la pérdida del espacio de centro que tuvo el CDS, un partido que aspiró en un momento dado a los 50 escaños. En varios foros he visto a mucha gente bastante moderada que es tachada de “facha” por unos y de “roja” por otros. Esto no es algo negativo en sí, pero el ánimo de insultar siempre merodea sobre esas palabras. He comprobado que existen personas que no se sienten representadas por ninguna de las dos opciones principales. Observo que otros se acercan a los nacionalismos y los abrazan ante la falta de un discurso centrado por parte de los partidos mayoritarios.
Algunos me han hablado de los líderes menos radicalizados de PSOE y PP. Me refiero al ministro José Bono por los socialistas y al alcalde Ruiz-Gallardón por los populares. Sin duda muchos era el duelo que esperábamos en las anteriores generales, pero ambos han sido, en cierta manera, arrinconados por sus compañeros de filas. Aunque en el caso de Bono creo que más bien ha sido contentado para evitar una dura oposición al gobierno de su partido desde Castilla La Mancha.
A mi no me importaría ver a estos dos señores juntos luchando por una causa común, menos radical, menos polarizada, más plural y más abierta. En la que no existan los apelativos expresados de forma despectiva “facha” o “rojo” y con la que nos sintamos representados muchos, aunque no seamos mayoría.
Nuestra clase política está en decadencia y sus máximos representantes son dos segundones rodeados de limpiachaquetas. Desde aquí grito por que vuelva la calidad a la escena política. La necesitamos y mucho.
Tercera Vía
Por un lado nos encontramos al presidente Rodríguez autodenominándose “rojo” en un intento claro por aniquilar de una vez por todas a Izquierda Unida, una formación en descomposición tras la marcha de su carismático líder y fundador, Julio Anguita. De esta posición ha renacido la vieja moda de llamar “facha” a todo el que no comulga con la posición del Gobierno y sus aliados. Esta corriente se encuentra alimentada por los medios de Grupo Prisa, con la SER a la cabeza como medio que más castiga a la oposición conservadora.
En contraposición nos encontramos con un PP algo desmembrado tras la derrota electoral y queriendo aglutinar un centro-derecha que va desde la posición moderada del Alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, hasta la conservadora Esperanza Aguirre, valor en alza para los seguidores de Federico Jiménez Losantos. Hablando de éste último, su éxito entre los sectores más beligerantes con el Gobierno del PSOE ha engendrado una tipología de seguidores radicalizados del PP.
Este panorama de polarización está desencadenando, a mi juicio, la consolidación definitiva del bipartidismo en España. Por eso no nos extraña ver que ambos partidos alimentan el radicalismo y la división de los españoles en dos grandes bandos. En esta división el PP tiene las de perder. Ha quedado muy claro, con el debate reciente de aceptación a trámite de la propuesta de Estatuto/Constitución de Cataluña, que los populares tienen muy complicado volver al poder si no obtienen la mayoría absoluta. La práctica totalidad de los partidos nacionalistas, única alternativa al bipartidismo existente en algunas comunidades autónomas, se ha posicionado exageradamente enfrentadas al PP. En Galicia, Cataluña y Aragón lo han manifestado en los gobiernos autonómicos.
El espacio perdido
En conversación virtual con un añorado amigo, se puso de manifiesto la falta de una alternativa seria y sólida al bipartidismo, pero sobre todo la pérdida del espacio de centro que tuvo el CDS, un partido que aspiró en un momento dado a los 50 escaños. En varios foros he visto a mucha gente bastante moderada que es tachada de “facha” por unos y de “roja” por otros. Esto no es algo negativo en sí, pero el ánimo de insultar siempre merodea sobre esas palabras. He comprobado que existen personas que no se sienten representadas por ninguna de las dos opciones principales. Observo que otros se acercan a los nacionalismos y los abrazan ante la falta de un discurso centrado por parte de los partidos mayoritarios.
Algunos me han hablado de los líderes menos radicalizados de PSOE y PP. Me refiero al ministro José Bono por los socialistas y al alcalde Ruiz-Gallardón por los populares. Sin duda muchos era el duelo que esperábamos en las anteriores generales, pero ambos han sido, en cierta manera, arrinconados por sus compañeros de filas. Aunque en el caso de Bono creo que más bien ha sido contentado para evitar una dura oposición al gobierno de su partido desde Castilla La Mancha.
A mi no me importaría ver a estos dos señores juntos luchando por una causa común, menos radical, menos polarizada, más plural y más abierta. En la que no existan los apelativos expresados de forma despectiva “facha” o “rojo” y con la que nos sintamos representados muchos, aunque no seamos mayoría.
Nuestra clase política está en decadencia y sus máximos representantes son dos segundones rodeados de limpiachaquetas. Desde aquí grito por que vuelva la calidad a la escena política. La necesitamos y mucho.
Tercera Vía