La España de Zapatero, el personaje arrogante y fatuo que no hace mucho despreciaba a sus socios europeos afirmando que la economía española era la más sólida y que España militaba "en la Champion", ha alcanzado un nuevo record europeo, el del desempleo juvenil, que se agrega a una larga y vergonzosa lista de "liderazgos" como el desempleo general, la prostitución, el alcoholismo, el consumo y tráfico de drogas, el fracaso escolar, el avance de la pobreza, el crecimiento de la delincuencia y la inseguridad ciudadana, la abundancia de coches oficiales y la densidad de enchufados, asesores y paniaguados cobrando del Estado y al servicio de los políticos.
Según los datos de "Eurostat" correspondientes al segundo trimestre del año, el 33,6% de los españoles menores de 25 años está en paro, lo que convierte a España en el país que encabeza el desempleo juvenil en la Europa de los 27. Ese dato, escalofriante, convierte a España en un país incapaz de aprovechar la formación y energía de las nuevas generaciones y en un país frustrante y descorazonador para los nuevos ciudadanos que cada año se incorporan a la sociedad y al mercado.
La España de Zapatero es un bodrio que acumula casi todos los datos y records negativos posibles en una democracia: desigualdad, arrogancia del poder, fallos graves en la separación de los poderes básicos del Estado, falta de controles al poder político, medios de comunicación controlados y al servicio de los grandes poderes, parcialidad y arbitrariedad en la aplicación de las leyes, desconfianza de los ciudadanos (ocho de cada diez desconfían del presidente del gobierno y todavía más del lider de la oposición), desprestigio de la clase política (es señalada en las encuestas como la quinta preocupación de los españoles, por encima del terrorismo), debilidad de la sociedad civil, ocupada y controlada por el poder político, hipertrofia del Estado, que cuenta con más de tres millones de funcionarios y más de 200.000 enchufados, asesores y amigos del poder viviendo del erario público, marginación del ciudadano de los procesos de toma de decisiones, descontrol de los partidos políticos, desconocimiento de los representantes políticos por parte de los representados, inflación de parlamentos (uno por cada autonomía) y gobiernos (el central, los 17 autonómicos y una diputación por cada provincia), crecimiento descontrolado de las empresas públicas y un largo etcétera que convierte a España en una democracia ineficiente, incosteable, infectada y purulenta.
Según los datos de "Eurostat" correspondientes al segundo trimestre del año, el 33,6% de los españoles menores de 25 años está en paro, lo que convierte a España en el país que encabeza el desempleo juvenil en la Europa de los 27. Ese dato, escalofriante, convierte a España en un país incapaz de aprovechar la formación y energía de las nuevas generaciones y en un país frustrante y descorazonador para los nuevos ciudadanos que cada año se incorporan a la sociedad y al mercado.
La España de Zapatero es un bodrio que acumula casi todos los datos y records negativos posibles en una democracia: desigualdad, arrogancia del poder, fallos graves en la separación de los poderes básicos del Estado, falta de controles al poder político, medios de comunicación controlados y al servicio de los grandes poderes, parcialidad y arbitrariedad en la aplicación de las leyes, desconfianza de los ciudadanos (ocho de cada diez desconfían del presidente del gobierno y todavía más del lider de la oposición), desprestigio de la clase política (es señalada en las encuestas como la quinta preocupación de los españoles, por encima del terrorismo), debilidad de la sociedad civil, ocupada y controlada por el poder político, hipertrofia del Estado, que cuenta con más de tres millones de funcionarios y más de 200.000 enchufados, asesores y amigos del poder viviendo del erario público, marginación del ciudadano de los procesos de toma de decisiones, descontrol de los partidos políticos, desconocimiento de los representantes políticos por parte de los representados, inflación de parlamentos (uno por cada autonomía) y gobiernos (el central, los 17 autonómicos y una diputación por cada provincia), crecimiento descontrolado de las empresas públicas y un largo etcétera que convierte a España en una democracia ineficiente, incosteable, infectada y purulenta.