El gobierno y el PSOE están enfurecidos porque el rey Juan Carlos ha abierto una ronda de consultas con partidos y organizaciones para impulsar un Pacto de Estado que ayude a España a salir de una crisis que el gobierno no sabe como solucionar. Zapatero se siente mal ante la iniciativa del Monarca porque deja en evidencia su impotencia y su incapacidad para sacar a España de una crisis que cada día genera más paro y más pobreza. El sueño de Zapatero es imponer la "Omertá" en la política española.
La Omertá es una especie de "código de honor" siciliano que prohíbe informar y opinar sobre delitos y fallos que perjudiquen a la organización y, sobre todo, al líder culpable.
Los acólitos de Zapatero están intentando imponer silencio, manipular la realidad y disfrazarla, lo único que han demostrado saber hacer bien en los últimos años. Pretenden que se interprete la iniciativa del rey como una bofetada al Partido Popular, por negarse a sellar con los socialistas un pacto para afrontar la crisis, cuando la verdad es que el rey interviene porque teme que España se hunda. El único pacto que admiten los socialistas es el que se base en la sumisión y el silencio, una vergonzosa "Omertá" que oculte las carencias e incapacidades de Zapatero como gobernante y otros muchos dramas como la pérdida de prestigio y peso internacional de España, el endeudamiento irresponsable y suicida del gobierno y la determinación perversa a no adoptar las reformas estructurales y el drástico plan de austeridad y ahorro que España necesita para salvarse.
Lo que el gobierno quiere es que no le critiquen, que los demás partidos se plieguen a su política inoperante y que no quede en evidencia el fracaso de Zapatero. Por eso llaman "patriotismo" a la ausencia de crítica; por eso demonizan a todo el que se atreve a hablar claro y a abrir las puertas de la verdad.
Lo que Zapatero quiere es "omertá" política, un comportamiento diametralmente opuesto al que requiere la democracia, que es el reino de la luz, la verdad y la transparencia.
Su estrategia ahora es culpar al PP de la situación de crisis "por no arrimar el hombro", como lo fué antes repetir hasta el cansancio que la crisis española era consecuencia de "la crisis global", como en su día la estrategia fue negar la existencia de la crisis. Todo menos admitir que Zapatero nos lleva a la ruina y al desastre. Manipulación, mentiras y más mentiras.
La verdad es que el rey cumple con su deber al ejercer su labor constitucional de mediación, arbitraje y defensa de la Constitución, porque el momento es lo bastante grave y crítico. El monarca antepone así el interés de España al del partido en el gobierno. La oposición, en este caso, también cumple escrupulosamente con su papel en democracia al acosar al gobierno y no plegarse a sus exigencias porque su deber, como ocurre en el caso del rey, también es anteponer el interés de está España que se hunde a cualquier otra presión o interés.
Lo que tiene que hacer Zapatero es abandonar su actitud obstruccionista y reconocer que no sabe, no puede o no quiere adoptar las medidas que España necesita con urgencia para salir de la crisis, medidas que todos conocemos porque han sido aconsejadas y exigidas con rara unanimidad por los expertos, las grandes instituciones internacionales, la Unión Europea y también la oposición, consistentes en afrontar un drástico plan de austeridad y ahorro en las administraciones públicas, eliminando altos cargos y ministerios, bajar la presión fiscal a los ciudadanos y a las empresas para estimular el consumo y flexibilizar el mercado de trabajo, entre otras muchas.
La Omertá es una especie de "código de honor" siciliano que prohíbe informar y opinar sobre delitos y fallos que perjudiquen a la organización y, sobre todo, al líder culpable.
Los acólitos de Zapatero están intentando imponer silencio, manipular la realidad y disfrazarla, lo único que han demostrado saber hacer bien en los últimos años. Pretenden que se interprete la iniciativa del rey como una bofetada al Partido Popular, por negarse a sellar con los socialistas un pacto para afrontar la crisis, cuando la verdad es que el rey interviene porque teme que España se hunda. El único pacto que admiten los socialistas es el que se base en la sumisión y el silencio, una vergonzosa "Omertá" que oculte las carencias e incapacidades de Zapatero como gobernante y otros muchos dramas como la pérdida de prestigio y peso internacional de España, el endeudamiento irresponsable y suicida del gobierno y la determinación perversa a no adoptar las reformas estructurales y el drástico plan de austeridad y ahorro que España necesita para salvarse.
Lo que el gobierno quiere es que no le critiquen, que los demás partidos se plieguen a su política inoperante y que no quede en evidencia el fracaso de Zapatero. Por eso llaman "patriotismo" a la ausencia de crítica; por eso demonizan a todo el que se atreve a hablar claro y a abrir las puertas de la verdad.
Lo que Zapatero quiere es "omertá" política, un comportamiento diametralmente opuesto al que requiere la democracia, que es el reino de la luz, la verdad y la transparencia.
Su estrategia ahora es culpar al PP de la situación de crisis "por no arrimar el hombro", como lo fué antes repetir hasta el cansancio que la crisis española era consecuencia de "la crisis global", como en su día la estrategia fue negar la existencia de la crisis. Todo menos admitir que Zapatero nos lleva a la ruina y al desastre. Manipulación, mentiras y más mentiras.
La verdad es que el rey cumple con su deber al ejercer su labor constitucional de mediación, arbitraje y defensa de la Constitución, porque el momento es lo bastante grave y crítico. El monarca antepone así el interés de España al del partido en el gobierno. La oposición, en este caso, también cumple escrupulosamente con su papel en democracia al acosar al gobierno y no plegarse a sus exigencias porque su deber, como ocurre en el caso del rey, también es anteponer el interés de está España que se hunde a cualquier otra presión o interés.
Lo que tiene que hacer Zapatero es abandonar su actitud obstruccionista y reconocer que no sabe, no puede o no quiere adoptar las medidas que España necesita con urgencia para salir de la crisis, medidas que todos conocemos porque han sido aconsejadas y exigidas con rara unanimidad por los expertos, las grandes instituciones internacionales, la Unión Europea y también la oposición, consistentes en afrontar un drástico plan de austeridad y ahorro en las administraciones públicas, eliminando altos cargos y ministerios, bajar la presión fiscal a los ciudadanos y a las empresas para estimular el consumo y flexibilizar el mercado de trabajo, entre otras muchas.
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