Nadie ha descrito mejor que el anterior papa, Joseph Ratzinger, la decadencia de Europa y sus valores. Su obra "Europa. Raíces, identidad y misión" es un modelo de análisis lúcido: "Occidente siente un odio por sí mismo que es extraño y que sólo puede considerarse como algo patológico; Occidente sí intenta saludablemente abrirse, lleno de comprensión a valores externos, pero no se ama a sí mismo; sólo ve de su propia historia lo que es censurable y destructivo, al tiempo que no es capaz de percibir lo que es grande y puro. Europa necesita de una nueva (...) aceptación de sí misma, si quiere verdaderamente sobrevivir".
Algunos observadores y expertos vinculan la renuncia del papa Benedicto XVI a su lucha por defender Europa y sus raíces. Según esa teoría, el papa habría sido obligado a renunciar al trono de Pedro precisamente por ser un obstáculo a la destrucción de la cultura europea y a su islamización.
Mark Steyn, conocido ensayista canadiense, alcanzó fama mundial con su obra América sola (América Alone), en la que explica la decadencia de Estados Unidos, el hijo más aventajado de la cultura europea, sobre el que vaticina que no sobrevivirá a este siglo XXI.
Los occidentales no tienen hijos y están inmersos en la decadencia que les llevará a perecer, salvo una parte de Occidente que se mantiene viva y pujante: América Latina, donde sí existe crecimiento poblacional y ganas de vivir y prosperar. El mundo hispano y Brasil son los futuros herederos del humanismo y de lo que definimos hoy como la cultura europea, aquella que iluminó el mundo desde el siglo XV hasta nuestros días.
La falta de hijos y el desinterés por reproducirnos nos obliga a recibir en nuestros países occidentales a millones de extraños que llegan con otras culturas, algunas tan tóxicas como la musulmana, pujante, con capacidad de reproducirse y con odio y revancha suficientes para contaminar y destruir el mundo occidental.
Las grandes columnas de la cultura occidental, desde el humanismo al cristianismo, desde los derechos humanos a la filosofía grecolatina, se hunden y retroceden ante el avance del burdo y elemental Islam, menos rico y menos capaz de crear un mundo acogedor y justo.
Basta echar un vistazo al mundo islámico para percibir que el futuro de Occidente está plagado de amenazas como la tiranía, la esclavitud y el peor fanatismo imaginable, que incluye el sometimiento del ser humano a la rigidez de los amos políticos y los líderes religiosos.
La invasión musulmana y el suicidio de Occidente están siendo facilitados y lubricados por doctrinas pervertidas que ha adoptado la izquierda, como el multiculturalismo, el rechazo a la xenofobia y al racismo, el odio al cristianismo y el desprecio a la democracia, que podría haber funcionado como la tabla de salvación de la cultura occidental, pero que ha sido previamente pervertida y degenerada por un ejército de políticos corrompidos que son cómplices activos del asesinato de Occidente.
Francisco Rubiales
Algunos observadores y expertos vinculan la renuncia del papa Benedicto XVI a su lucha por defender Europa y sus raíces. Según esa teoría, el papa habría sido obligado a renunciar al trono de Pedro precisamente por ser un obstáculo a la destrucción de la cultura europea y a su islamización.
Mark Steyn, conocido ensayista canadiense, alcanzó fama mundial con su obra América sola (América Alone), en la que explica la decadencia de Estados Unidos, el hijo más aventajado de la cultura europea, sobre el que vaticina que no sobrevivirá a este siglo XXI.
Los occidentales no tienen hijos y están inmersos en la decadencia que les llevará a perecer, salvo una parte de Occidente que se mantiene viva y pujante: América Latina, donde sí existe crecimiento poblacional y ganas de vivir y prosperar. El mundo hispano y Brasil son los futuros herederos del humanismo y de lo que definimos hoy como la cultura europea, aquella que iluminó el mundo desde el siglo XV hasta nuestros días.
La falta de hijos y el desinterés por reproducirnos nos obliga a recibir en nuestros países occidentales a millones de extraños que llegan con otras culturas, algunas tan tóxicas como la musulmana, pujante, con capacidad de reproducirse y con odio y revancha suficientes para contaminar y destruir el mundo occidental.
Las grandes columnas de la cultura occidental, desde el humanismo al cristianismo, desde los derechos humanos a la filosofía grecolatina, se hunden y retroceden ante el avance del burdo y elemental Islam, menos rico y menos capaz de crear un mundo acogedor y justo.
Basta echar un vistazo al mundo islámico para percibir que el futuro de Occidente está plagado de amenazas como la tiranía, la esclavitud y el peor fanatismo imaginable, que incluye el sometimiento del ser humano a la rigidez de los amos políticos y los líderes religiosos.
La invasión musulmana y el suicidio de Occidente están siendo facilitados y lubricados por doctrinas pervertidas que ha adoptado la izquierda, como el multiculturalismo, el rechazo a la xenofobia y al racismo, el odio al cristianismo y el desprecio a la democracia, que podría haber funcionado como la tabla de salvación de la cultura occidental, pero que ha sido previamente pervertida y degenerada por un ejército de políticos corrompidos que son cómplices activos del asesinato de Occidente.
Francisco Rubiales