A Martin Luther King le llamaban “el mesías negro”, porque todo el pueblo confiaba en él. Pero muchos blancos lo confundían con un agitador; algunos, con un soñador; no pocos, con un Gandhi negro, y bastantes, con un pastor rojo. Una bala rasgó su cuello la misma noche que le avisaron de que, si salía a hablar sobre la negritud y la no violencia, moriría. Al otro día, la noticia de su muerte la dieron los periódicos de Estados Unidos en cuatro líneas: “El doctor Martin Luther King, premio Nobel de la Paz y líder de la no violencia, ha sido herido por un disparo anoche en Memphis, en el hotel donde residía. Lo trasladaron a un hospital de la ciudad. Era un negro.”
Gracias a su muerte, Barack Obama podría escalar dentro de tres meses las escalinatas de la Casa Blanca. Pero todavía eso está por ver, porque aunque ha llovido mucho y los negros pueden utilizar los mismos autobuses que los blancos; aunque los niños negros pueden compartir los colegios de los niños blancos; aunque los jóvenes negros pueden conseguir sus títulos en las universidades de los blancos; aunque los enfermos negros pueden curarse en los hospitales de los blancos... Obama es un negro. Y todavía hay blancos que no soportan un presidente negro.
El racismo está presente aún en Estados Unidos, como lo está en España y en todo el mundo. En el mismo corazón de África, los negros matan a los negros, no por racismo, sino por tribalismo. Pero el 5 de abril de 1968, en todos los idiomas del mundo los titulares confirmaban la noticia: “Matado un premio Nobel de la Paz”. “Situación angustiosa en Estados Unidos”. “La América del racismo y de la violencia ha matado a Martin Luther King”. ¿Qué más necesitaríamos para curar el racismo?
Hace unos días, muchos negros lloraron de alegría al ver a Obama pronunciar un discurso de presidente americano en la boca de un negro. Y decían llorando: “Es uno de los descendientes de los negros africanos que llegaron como esclavos a América”. Y, los que lloraban, también. Hace cincuenta años, nadie podía pensar que un negro pudiera ser candidato a la presidencia de los Estados Unidos. Los negros saben que llevan las de ganar por su constitución física y atlética. Es más, para muchos, los negros son los hombres y mujeres más hermosos del planeta. Eso preocupa menos, pero es real.
La negritud es un orgullo para millones de hombres y mujeres con piel de color. Dicen que los primeros en aparecer en la tierra, como imagen de Dios, fueron ellos. Los blancos llegaron después. Pero, más tarde, la esclavitud dio apellido a los negros. Y, con el apellido recibieron también el cristianismo de sus amos. El islam fue, sin embargo, su religión de hombres libres. ¿También sus mujeres?
Una tradición islámica dice que a Moisés le correspondió civilizar a los blancos con el fin de que pudieran, por designio de Alá, dominar el mundo durante seis mil años. Alá permitió la esclavitud de los negros en el siglo XV, para que se conozcan mejor a sí mismos. Su esclavitud debía durar cuatrocientos años, hasta 1955. Según ellos, es cuando Martin Luther King inicia el boicot de los autobuses de Montgomery, que duró 382 días. ¿Se está cumpliendo la profecía islámica? Bajo la presidencia de Obama, ¿la tierra dejará de ser un infierno blanco para convertirse en un paraíso negro? La misma Nancy Reagan ha reconocido que Obama es un carácter. McCain, con su reiteración de la palabra “Dios” bate el record de audiencia. Obama, con la de “Cambio”. J.Leiva.07/09/2008.-
Gracias a su muerte, Barack Obama podría escalar dentro de tres meses las escalinatas de la Casa Blanca. Pero todavía eso está por ver, porque aunque ha llovido mucho y los negros pueden utilizar los mismos autobuses que los blancos; aunque los niños negros pueden compartir los colegios de los niños blancos; aunque los jóvenes negros pueden conseguir sus títulos en las universidades de los blancos; aunque los enfermos negros pueden curarse en los hospitales de los blancos... Obama es un negro. Y todavía hay blancos que no soportan un presidente negro.
El racismo está presente aún en Estados Unidos, como lo está en España y en todo el mundo. En el mismo corazón de África, los negros matan a los negros, no por racismo, sino por tribalismo. Pero el 5 de abril de 1968, en todos los idiomas del mundo los titulares confirmaban la noticia: “Matado un premio Nobel de la Paz”. “Situación angustiosa en Estados Unidos”. “La América del racismo y de la violencia ha matado a Martin Luther King”. ¿Qué más necesitaríamos para curar el racismo?
Hace unos días, muchos negros lloraron de alegría al ver a Obama pronunciar un discurso de presidente americano en la boca de un negro. Y decían llorando: “Es uno de los descendientes de los negros africanos que llegaron como esclavos a América”. Y, los que lloraban, también. Hace cincuenta años, nadie podía pensar que un negro pudiera ser candidato a la presidencia de los Estados Unidos. Los negros saben que llevan las de ganar por su constitución física y atlética. Es más, para muchos, los negros son los hombres y mujeres más hermosos del planeta. Eso preocupa menos, pero es real.
La negritud es un orgullo para millones de hombres y mujeres con piel de color. Dicen que los primeros en aparecer en la tierra, como imagen de Dios, fueron ellos. Los blancos llegaron después. Pero, más tarde, la esclavitud dio apellido a los negros. Y, con el apellido recibieron también el cristianismo de sus amos. El islam fue, sin embargo, su religión de hombres libres. ¿También sus mujeres?
Una tradición islámica dice que a Moisés le correspondió civilizar a los blancos con el fin de que pudieran, por designio de Alá, dominar el mundo durante seis mil años. Alá permitió la esclavitud de los negros en el siglo XV, para que se conozcan mejor a sí mismos. Su esclavitud debía durar cuatrocientos años, hasta 1955. Según ellos, es cuando Martin Luther King inicia el boicot de los autobuses de Montgomery, que duró 382 días. ¿Se está cumpliendo la profecía islámica? Bajo la presidencia de Obama, ¿la tierra dejará de ser un infierno blanco para convertirse en un paraíso negro? La misma Nancy Reagan ha reconocido que Obama es un carácter. McCain, con su reiteración de la palabra “Dios” bate el record de audiencia. Obama, con la de “Cambio”. J.Leiva.07/09/2008.-