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Nuevas mentiras del gobierno Zapatero. Jamás votes a los mentirosos





Muchos pensadores políticos opinan que el rasgo más característico del fascismo es la mentira. Si admitimos que la mentira es propia de fascistas y la verdad es un rasgo imprescindible de la democracia, el gobierno de Zapatero es un gobierno pura y genuinamente fascista.

Ahora ha sido la ministra de Asuntos Exteriores, Trinidad Jiménez, la que ha sido "pillada" mientiendo, al igual que antes lo hizo su jefe de filas, el presidente Zapatero. La ministra negó que España pagara rescate alguno por el secuestrado pesquero Alakrana, pero los tribunales dan por demostrado ahora que se pagaron nada menos que dos rescates por el barco y su tripulación.

Votar a un gobierno que miente con la facilidad que lo hace el de Zapatero es un suicidio para cualquier demócrata o ciudadano decente.

En Estados Unidos, donde la mentira se paga con la dimisión, el desprestigio o la derrota política segura, Barak Obama ha tenido que revelar que Osama Bin Laden, el enemigo público número uno de la sociedad americana, fue abatido a tiros cuando estaba desarmado, una "verdad" que le resta grandeza a la "gesta" y que terminará dañando su imagen.

Zapatero ha mentido a los españoles con una asiduaidad irresponsable e insoportable. Lo hizo al negar que negociaba con ETA, al negar la existencia de una crisis que ya sus expertos habían analizado y temido, y lo está haciendo ahora cuando afirma que él no es culpable ni del desempleo ni de la crisis. La mentira parece formar parte de su estructura mental y votarle constituye algo parecido a un suicidio para cualquier demócrata o persona honrada.

Zapatero concibe al ciudadano como una entidad fatalista, presa del guión que otros escriben para él. El ciudadano ideal, para el dirigente socialista español, es aquel que se deja engañar y manipular por el poder. Más que un dirigente democrático, Zapatero es un pastor de rebaños degradados.

Ya lo decía Rousseau: "En el instante en que un pueblo permite ser representado, pierde su libertad".

En una democracia representativa a ultranza, como la Española, donde, además, los representantes son prácticamente impunes y representan más a sus propios partidos que a sus electores, el ciudadano únicamente es libre en el momento en que tiene la papeleta electoral en la mano. Desaprovechar esa oportunidad única votando a mentirosos y a delincuentes es una tragedia para la libertad y para el progreso humano.


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Miércoles, 4 de Mayo 2011
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