Información y Opinión

No sé si son iguales, pero son muy parecidos





El PSOE acusa al PP de haber negociado también con ETA cuando estuvo en el gobierno y que, incluso, acercó presos vascos a su tierra. El PP, sin desmentirlo, responde que se somete a una comparación de su actuación contra el terrorismo con la del PSOE.

El PSOE, abrumado por los casos de corrupción urbanística que afectan a sus alcaldes y concejales, dice que el PP arropa a sus corruptos y les impide dimitir, mientras que ellos, los socialistas, expulsaron en 2006 a cuatro alcaldes. El PP, sin desmentir sus casos, también sostiene que acepta una comparación pública para ver quien es más corrupto.

Un análisis desapasionado de los últimos gobiernos, desde Felipe González a Zapatero, pasando por los ocho años de Aznar, revela que todos cometieron similares errores antidemocráticos, aunque cada uno con sus matices y sus intensidades: se relegó al ciudadano; se gobernó al margen de la opinión pública y, a veces, en contra; se invadieron y controlaron los poderes básicos del Estado (ejecutivo, legislativo y judicial), sin respetar la necesaria separación e independencia de esos poderes; se incrementó el poder de los partidos hasta más allá de toda prudencia; se elevaron los sueldos y los privilegios de los políticos; se hizo ostentación del poder; se estranguló a la sociedad civil; se intentó dominar a los medios de comunicación, que fueron utilizados para manipular y controlar la opinión pública; se practicó la corrupción en diferentes ámbitos, sobre todo en el urbanismo; se pactó con partidos nacionalistas, contrarios a la unidad de España y a la Constitución, con tal de controlar el poder, etc.

Los afiliados y simpatizantes de esos partidos ofrecen un espectáculo vergonzoso al cerrar los ojos ante los fallos y traiciones y apoyando a los suyos, hasta la muerte, en la lucha contra el adversario, sin admitir siquiera las irregularidades y errores que admiten sus propios líderes. Son pobres fanáticos descerebrados que viven la política como si fueran "hooligans" y que han renunciado al pensamiento libre, al juicio ponderado y a la opinión razonable.

Ante el espectáculo del mal gobierno, la degradación del sistema y la corrupción generalizada de la vida política y la convivencia, los ciudadanos libres e independientes no tienen más remedio que alcanzar una durísima conclusión: admitiendo que los comunidstas y los nacionalistas son todavía peores, es justo asumir que los dos grandes partidos políticos españoles están afectados por el mismo mal antidomocrático y que lo único que nos queda por dilucidar cual de los dos es peor.

Pero elegir al peor es una opción ridícula y castrante para un verdadero demócrata, consciente de que el problema no es qué partido es mejor o peor sino cómo regenerar un sistema llevado hasta la ruína por la partitocracia.

La situación política descrita, desalentadora y típica de las democracias degradadas y corrompidas, aconseja una reacción cívica directamente contra el mal. No vale ya votar a un partido para castigar al otro por sus errores y traiciones, porque así sólo se consigue entregar el poder a otro partido que no lo merece. La solución, en estos casos, es el Voto en Blanco, una opción cívica e impecable en democracia que, acompañada de la rebendía cívica, es recomendable en democracia cuando se tiene fe en el sistema, pero no en los partidos que acuden a las urnas, cuando la clase política no es merecedora ya de la confianza de los ciudadanos.


Franky  
Domingo, 8 de Julio 2007
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