Me pregunto: ¿Si tras setenta años odian así, qué habrían hecho en caliente, si hubieran ganado la Guerra Civil? Siempre he defendido, como ingredientes imprescindibles para una democracia válida, a una ciudadanía sólida en el tiempo, que ha de sustentarse en el rigor de la ley, en la unidad nacional y en una política que contemporice las ofertas sociales de la izquierda y los valores y gestión de mercado, tradicionalmente promovidos por la derecha.
Estos pilares son mucho menos eficaces al implantarse por separado. Incluso pueden contrarrestarse, enfrentados entre sí, minando la convivencia y resultando altamente gravosos para al pueblo, que es al fin quien paga los errores, en la premeditada y planificada falta de aciertos.
No hay que ser un lince para observar como nuestro Estado hace aguas por todos los sitios, como la Nación ha sido destripada y convertida en una Babel, como la democracia es un espejismo y el feroz enfrentamiento entre una gente que pagamos
y otra que no queremos ni necesitamos. Gente que lejos de enriquecer a la Nación, en
su mejor activo manado de su unidad, la infecta enfrentándola con el rencor heredado de varias generaciones, para convertirla en euros, en solo unos años.
Si sustituimos el autoritarismo por el rigor de la ley democrática, y conseguimos que convivan lo mejor de las izquierdas y lo mejor de las derechas, desde el objetivo común de la unidad nacional, tendremos un Estado sólido sustentado por una Nación fuerte, solidaria, libre y en convivencia pacífica. Aunque sus elites sean menos ricas, la Nación se revaloriza. Esto presenta un único problema y es que es imprescindible, por incompatible, que los vividores, corruptos, delincuentes, traidores e ineptos sean "invitados", a ganarse el sustento por sus medios y a colaborar al mantenimiento del Estado, en lugar de lastrarlo.
En China, aún conservando un régimen autoritario, no les va tan mal. En un régimen autoritario, no corrupto, los sinvergüenzas y vividores suelen ser repelidos. Una normal aplicación de la ley democrática, debe ejercer exactamente el mismo efecto sobre la delincuencia. Siendo esta el virus que contamina y corrompe a la sociedad y al Estado, bajo sus múltiples formas camaleónicas, como nacionalistas, sindicalistas, idealistas, ONGs, etc., y sus aparatos de propaganda y adoctrinamiento, que convierten en tabú cualquier forma de referencia de sus bien construidos y rentables chollos arropados y
sostenidos por sus propias víctimas.
También sorprendió el éxito de los últimos años del franquismo, y que consistió en ofrecer muchísimos atractivos a la inversión extranjera, y supo aplicar una política, basada en la sobriedad y limpieza en la gestión del Estado, que aglutinaba aspectos sociales y de libre mercado, como nunca más volvimos, ni volveremos, a disfrutar. De haberse consolidado aquella situación, al morir Franco, con una democracia, hoy España sería el referente como precursor del modelo ideal, económico y social, en el mundo. Pero los carroñeros llegaron primero e hicieron jirones un sistema justo, progresista y equilibrado, solo porque limitaba las ambiciones de los que querían riqueza de más y de los que querían trabajar de menos. No eran pocos, ni los unos ni los otros y pudieron. Así nos luce.
¿Volverá a existir en el mundo, alguna vez, una potencia económica semi-integrada
en Occidente -con inflación cero, déficit cero, despilfarro cero, corrupción
cero, vividores cero, delincuencia estatal cero, garantías al derecho laboral y seguridad total- como golosina para cualquier inversor? Solo Yugoslavia se acercó algo y fue destruida. Con España andan en ello, aunque ya no les queda mucho por raer.
Cuba tal vez llegue a conseguirlo, si no se enrola de lleno, en la espiral de satélites corrompidos al servicio y mantenimiento USA, quedando a sus expensas y merced. Todo lo bueno de su revolución, que no es poco, será pasado por la trituradora. En pocos años veríamos a una Cuba corrupta y podrida, como España, elaborando una ley de "memoria histórica", que desentierre cadáveres en Sierra Maestra y odios en el alma de los cubanos, además de debatirse entre eludir a los delincuentes de sus calles y enriquecer a los de sus instituciones.
China anda en ello. Lo conseguirá si consolida una buena democracia con control ciudadano sobre la gestión política y no comete el error español. Seguro que otros "despojos" de Occidente, como la India, cuya economía emerge imparable, sigan su ejemplo, formando el embrión de un nuevo resurgimiento económico y social, que marque el fin de la supremacía occidental, sumida en la obsoleta dinámica de la globalización del acaparamiento y la opulencia sobre el hambre y la destrucción, ahora de sí misma, ante la resistencia de sus habituales víctimas, ya no tan tercermundistas, ya no tan ignorantes, ya no tan débiles.
Justicia, libertad y trabajo, revueltos con valores, hacen a una nación feliz, respetable e invencible, sin necesidad de nadar en la abundancia. Sobre todo cuando esa abundancia, inútil y excesiva, resta mucho más de lo que suma.
Clandestino
Estos pilares son mucho menos eficaces al implantarse por separado. Incluso pueden contrarrestarse, enfrentados entre sí, minando la convivencia y resultando altamente gravosos para al pueblo, que es al fin quien paga los errores, en la premeditada y planificada falta de aciertos.
No hay que ser un lince para observar como nuestro Estado hace aguas por todos los sitios, como la Nación ha sido destripada y convertida en una Babel, como la democracia es un espejismo y el feroz enfrentamiento entre una gente que pagamos
y otra que no queremos ni necesitamos. Gente que lejos de enriquecer a la Nación, en
su mejor activo manado de su unidad, la infecta enfrentándola con el rencor heredado de varias generaciones, para convertirla en euros, en solo unos años.
Si sustituimos el autoritarismo por el rigor de la ley democrática, y conseguimos que convivan lo mejor de las izquierdas y lo mejor de las derechas, desde el objetivo común de la unidad nacional, tendremos un Estado sólido sustentado por una Nación fuerte, solidaria, libre y en convivencia pacífica. Aunque sus elites sean menos ricas, la Nación se revaloriza. Esto presenta un único problema y es que es imprescindible, por incompatible, que los vividores, corruptos, delincuentes, traidores e ineptos sean "invitados", a ganarse el sustento por sus medios y a colaborar al mantenimiento del Estado, en lugar de lastrarlo.
En China, aún conservando un régimen autoritario, no les va tan mal. En un régimen autoritario, no corrupto, los sinvergüenzas y vividores suelen ser repelidos. Una normal aplicación de la ley democrática, debe ejercer exactamente el mismo efecto sobre la delincuencia. Siendo esta el virus que contamina y corrompe a la sociedad y al Estado, bajo sus múltiples formas camaleónicas, como nacionalistas, sindicalistas, idealistas, ONGs, etc., y sus aparatos de propaganda y adoctrinamiento, que convierten en tabú cualquier forma de referencia de sus bien construidos y rentables chollos arropados y
sostenidos por sus propias víctimas.
También sorprendió el éxito de los últimos años del franquismo, y que consistió en ofrecer muchísimos atractivos a la inversión extranjera, y supo aplicar una política, basada en la sobriedad y limpieza en la gestión del Estado, que aglutinaba aspectos sociales y de libre mercado, como nunca más volvimos, ni volveremos, a disfrutar. De haberse consolidado aquella situación, al morir Franco, con una democracia, hoy España sería el referente como precursor del modelo ideal, económico y social, en el mundo. Pero los carroñeros llegaron primero e hicieron jirones un sistema justo, progresista y equilibrado, solo porque limitaba las ambiciones de los que querían riqueza de más y de los que querían trabajar de menos. No eran pocos, ni los unos ni los otros y pudieron. Así nos luce.
¿Volverá a existir en el mundo, alguna vez, una potencia económica semi-integrada
en Occidente -con inflación cero, déficit cero, despilfarro cero, corrupción
cero, vividores cero, delincuencia estatal cero, garantías al derecho laboral y seguridad total- como golosina para cualquier inversor? Solo Yugoslavia se acercó algo y fue destruida. Con España andan en ello, aunque ya no les queda mucho por raer.
Cuba tal vez llegue a conseguirlo, si no se enrola de lleno, en la espiral de satélites corrompidos al servicio y mantenimiento USA, quedando a sus expensas y merced. Todo lo bueno de su revolución, que no es poco, será pasado por la trituradora. En pocos años veríamos a una Cuba corrupta y podrida, como España, elaborando una ley de "memoria histórica", que desentierre cadáveres en Sierra Maestra y odios en el alma de los cubanos, además de debatirse entre eludir a los delincuentes de sus calles y enriquecer a los de sus instituciones.
China anda en ello. Lo conseguirá si consolida una buena democracia con control ciudadano sobre la gestión política y no comete el error español. Seguro que otros "despojos" de Occidente, como la India, cuya economía emerge imparable, sigan su ejemplo, formando el embrión de un nuevo resurgimiento económico y social, que marque el fin de la supremacía occidental, sumida en la obsoleta dinámica de la globalización del acaparamiento y la opulencia sobre el hambre y la destrucción, ahora de sí misma, ante la resistencia de sus habituales víctimas, ya no tan tercermundistas, ya no tan ignorantes, ya no tan débiles.
Justicia, libertad y trabajo, revueltos con valores, hacen a una nación feliz, respetable e invencible, sin necesidad de nadar en la abundancia. Sobre todo cuando esa abundancia, inútil y excesiva, resta mucho más de lo que suma.
Clandestino