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NI UN GRAMO DE DEMOCRACIA EN LA HISTORIA MODERNA DE ESPAÑA



Muchos españoles aspiran a ser gobernados en democracia y luchan para que nuestros gobiernos sean democráticos, hasta ahora sin éxito alguno. España no ha conocido una democracia en toda su Historia y el actual sistema, que se autodenominó "democracia" al sustituir al Franquismo, lo es todavía menos que otros sistemas y regímenes anteriores.

Publicamos hoy un comentario insertado en Voto en Blanco por Salvador, uno de los seguidores del blog más preocupados por la política, que explica con lucidez e independencia esa terrible ausencia de democracia en España.
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Históricamente, en España ni las derechas ni las izquierdas han sido nunca "democráticas", porque jamás ha existido un régimen político que fuera "democrático". Como mucho ha existido un débil parlamentarismo completamente falseado en grados muy superiores a la media europea.

Por el lado de las izquierdas, ni el republicanismo, ni el anarcosindicalismo, ni el socialismo ni el comunismo españoles han sido expresión de "democracia" en ningún sentido y en ningún momento.

Por el lado aún más estratificado y variopinto de las derechas, ni el tradicionalismo, ni el carlismo, ni el conservadurismo canovista, ni el liberalismo reformista, ni el nacional-catolicismo, ni el falangismo ni la democracia cristiana se han vinculado nunca a un concepto de "democracia" que pueda estimarse seriamente como tal. Sencillamente, en España, toda la acción y el pensamiento políticos han estado en manos de oligarquías constituidas en grupos facciosos, revolucionarios o sediciosos, ajenos por entero a toda tradición reconocible como "democrática"-formal genuina.

Y ello en buena parte se debe a que, por lo menos desde las Cortes de Cádiz hasta el día de hoy, en España ha resultado imposible formar un verdadero Estado nacional, sin el cual no hay ni la más remota oportunidad de constituir un gobierno que pueda llamarse "democrático".

La cuestión de fondo es muy complicada. Lo que hoy se llama "izquierda" es también un conjunto residual de muchos elementos históricos, está también muy estratificada, pero si nos atenemos a la izquierda oficial, en el sentido de la izquierda sociológica que se identifica con los partidos estatales que existen en la escena pública con "representación" legal, entonces, y ahí está el verdadero drama de este régimen que no ha sabido ni querido romper con el franquismo, lo que unifica y define sus actitudes, su discurso y su estrategia, es el victimismo antifranquista, con lo que viene a cerrarse el círculo: una derecha que no puede renegar de ser la heredera del Estado del 18 de julio, aunque en realidad ella misma lo ha destruido desde dentro para salvar sus intereses materiales directos, convive con una izquierda en la que el antifranquismo se expresa como un residuo que no es analizable de rencor, resentimiento y odio por encarnar, supuestamente, a una parte humillada y derrotada.
Ahora bien, todo este juego de cosas implícitas e inconscientes habría que analizarlo más detalladamente . El rey Juan Carlos es el máximo símbolo de esta paradoja extraña.

La izquierda ha sido mucho más nociva que la derecha para este país. Afirmación que se podía sustentar, razonar, con diversos argumentos, pero que tienen un denominador común: la creencia en una superioridad moral sobre el adversario político, más bien enemigo, que ya deviene, como bien señala el articulista, de tiempo atrás y, sobre todo, de la malhadada 2ª República.

Léase algunas declaraciones de Azaña y se comprobará el carácter patrimonialista que el concedía a este Régimen, creado y conducido por las fuerzas de IZQUIERDA, donde a la Derecha se le negaba cualquier legitimidad para disputar el poder a la Izquierda Republicana por él representada y al PSOE.

Estoy refiriéndome al PSOE de Prieto, Largo Caballero o Julián Besteiro. Este último, el único que encarnaba una corriente moderada dentro del PSOE. Desgraciadamente, se impuso la tesis Caballerista y, por lo tanto, revolucionaria, con el resultado que todos conocemos.

En cuanto a la derecha actual, negar que es un subproducto de ínfima calidad intelectual y moral del franquismo es algo que no merece siquiera una discusión preliminar. Su procedencia no la incapacita, lo que la incapacita es la imposibilidad de superar ese horizonte mental tan estrecho dentro del cual se mueve una ideología que encarna a la perfección Rajoy: una representación del mundo provinciana y una forma de gobernar sedentaria, como de mesa camilla y braserillo, con su secuela de familiarismo (forma suprema del clientelismo).

Salvador

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Sábado, 23 de Julio 2016
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