Más de 16 millones de venezolanos tienen hoy la posibilidad de cortar las alas al tirano Hugo Chávez, que pretende reformar la Constitución para conseguir nuevos poderes, entre ellos el de poder ser elegido eternamente, un poder que ya tienen muchos líderes de democracias presuntamente avanzadas, como el español Rodríguez Zapatero.
"Los venezolanos planean votar un paquete de reformas propuestas por Chávez, que le garantizarían el control de casi todas las principales instituciones políticas, así como el presentarse a la reelección tantas veces como quiera", señala el diario The New York Times en un editorial titulado "Decir no a Chávez".
El diario destaca que el actual control de Chávez sobre la Asamblea Nacional, el Tribunal Supremo y la petrolera estatal es una situación sin precedentes en una democracia moderna. Pero resulta que en otras democracia europeas, el control que reclama Chávez ya lo tienen los presidentes elegidos, como ocurre en la España de Zapatero, donde el presidente puede ser eternamente reelegido y el gobierno controla el Parlamento, interviene sin trabas en la vida económica y pugna por dominar los últimos resquicios independientes del Poder Judicial.
El diario The Wall Street Journal, por su parte, se refiere a la propuesta como "El golpe electoral de Chávez", título de su editorial. "Los golpes políticos (...) adoptan a veces la forma de políticos populistas que utilizan la democracia para consolidar su poder", afirma el "Journal".
Los puntos más polémicos de la reforma son la reelección presidencial indefinida, el establecimiento de varios tipos de propiedad, como la comunal, además de la privada, un nuevo ordenamiento territorial, y la posibilidad de que el Estado restrinja la información y el debido proceso durante los estados de excepción, entre otros asuntos.
Basta comparar lo que Chávez pretende alcanzar en Venezuela con los poderes desmesurados de algunos presidentes de democracias europeas, como es el caso de España, para advertir que son similares. Hasta el derecho a expropiar en casos extremos, antes de la intervención judicial, reclamado por la reforma de Chávez, es un poder que algunas democracias europeas degradadas poseen o reclaman.
Otra de las críticas que se vierten contra Chávez es su desfachatez al pretender cambiar una ley fundamental, como es la Constitución, mediante un referendum que se decidirá por mayoría simple. En España, Zapatero ha cambiado leyes tambien fundamentales, como los estatutos de Cataluña y Andalucía, mediante sendos referendums que también requerían mayoría simple, con el agravante de que, finalmente, fueron vergonzosamente aprobados por apenas un tercio del electorado.
"Los venezolanos planean votar un paquete de reformas propuestas por Chávez, que le garantizarían el control de casi todas las principales instituciones políticas, así como el presentarse a la reelección tantas veces como quiera", señala el diario The New York Times en un editorial titulado "Decir no a Chávez".
El diario destaca que el actual control de Chávez sobre la Asamblea Nacional, el Tribunal Supremo y la petrolera estatal es una situación sin precedentes en una democracia moderna. Pero resulta que en otras democracia europeas, el control que reclama Chávez ya lo tienen los presidentes elegidos, como ocurre en la España de Zapatero, donde el presidente puede ser eternamente reelegido y el gobierno controla el Parlamento, interviene sin trabas en la vida económica y pugna por dominar los últimos resquicios independientes del Poder Judicial.
El diario The Wall Street Journal, por su parte, se refiere a la propuesta como "El golpe electoral de Chávez", título de su editorial. "Los golpes políticos (...) adoptan a veces la forma de políticos populistas que utilizan la democracia para consolidar su poder", afirma el "Journal".
Los puntos más polémicos de la reforma son la reelección presidencial indefinida, el establecimiento de varios tipos de propiedad, como la comunal, además de la privada, un nuevo ordenamiento territorial, y la posibilidad de que el Estado restrinja la información y el debido proceso durante los estados de excepción, entre otros asuntos.
Basta comparar lo que Chávez pretende alcanzar en Venezuela con los poderes desmesurados de algunos presidentes de democracias europeas, como es el caso de España, para advertir que son similares. Hasta el derecho a expropiar en casos extremos, antes de la intervención judicial, reclamado por la reforma de Chávez, es un poder que algunas democracias europeas degradadas poseen o reclaman.
Otra de las críticas que se vierten contra Chávez es su desfachatez al pretender cambiar una ley fundamental, como es la Constitución, mediante un referendum que se decidirá por mayoría simple. En España, Zapatero ha cambiado leyes tambien fundamentales, como los estatutos de Cataluña y Andalucía, mediante sendos referendums que también requerían mayoría simple, con el agravante de que, finalmente, fueron vergonzosamente aprobados por apenas un tercio del electorado.