Información y Opinión

Mucha democracia en el discurso de Trump



El discurso de Trump es impecable desde el punto de vista democrático. Fue un discurso al servicio del pueblo, que vuelve a ser, después de décadas de marginación y exilio, el protagonista y el centro del sistema.
---



Mientras la "progresía" mundial se tira de los pelos y se escandaliza ante el discurso de Donald Trump en su toma de posesión, yo declaro que me ha gustado y que fue el discurso impecable de un demócrata.

Acostumbrados a los bandazos y a las mentiras de nuestros políticos, que cambian sus mensajes e incumplen sus promesas cuando alcanzan el poder, los comentaristas progres se sienten decepcionados porque Trump ha mantenido la misma línea defendida en su campaña: "Lo primero es América". Olvidan que ese era su deber y su compromiso con los electores, pero es lógico porque la mentira, la traición y la falsedad han dominado la política mundial en las últimas décadas y a los políticos y a sus servidores, entre los que figuran decenas de miles de periodistas sometidos, no les ha ido nada mal en ese mundo corrupto y de falsa democracia.

El discurso de Trump ha sido un discurso para el pueblo, que ha respetado todas y cada una de las exigencias básicas de la democracia. Ha prometido a los americanos la reconstrucción del país, puestos de trabajo, un país fuerte y un protagonismo del pueblo que los políticos le habían arrebatado. Un discurso acorde con la vieja definición de la democracia que hizo Lincoln: "El gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo", una frase noble que los políticos de nuestro tiempo han prostituido y sustituido por esta otra: "Gobierno de políticos, para los políticos y por nosotros, los políticos, y por nuestros aliados".

Hay un momento que me ha fascinado. Fue cuando dijo que "lo que importa no es qué partido controla el gobierno sino si el pueblo controla o no controla el gobierno". Más democracia en menos palabras es imposible.

En Europa, el presidente hubiera dicho que "gracias" por haber confiado en mi y, "a partir de ahora, gobernaré cumpliendo vuestro mandato". Aparentemente es un criterio democrático, pero en realidad es una apuesta tirana y antidemocrática porque gobernando así, con un cheque en blanco en el bolsillo y sin rendir cuentas cada día a los ciudadanos, no se hace democracia sino satrapía tiránica legal.

Trump fue valiente y claro en un discurso claro y directo, que todo el mundo entiende, cuando lanzó sus reproches a los viejos políticos que él acaba de derrotar en USA, pero que siguen gobernando en gran parte del mundo, a los que dijo que se acabó eso de hablar por hablar y que no vamos a soportar a esos políticos que hablan y hablan pero que no hacen nada por su país.

Parecía que estaba golpeando en los flancos a Obama, un charlatán de cuidado, pero en realidad le estaba dando en el hígado a Rajoy, a la Merkel, a Hollande y a esa enorme lista de políticos que jamás resuelven los problemas y que se sienten a gusto en un mundo corrompido y rodeado de privilegios para ellos, un mundo sin justicia, desigual, lleno de desempleados y pobres, sin democracia y con un pueblo relegado que jamás influye ni participa en la toma de decisiones.

Trump se remonta a los orígenes de la democracia al apelar al pueblo, que es el soberano del sistema y al despreciar a un stablishment de millonarios, que lleva tres décadas ganando batallas, pagando cada día menos impuestos, llenando el planeta de paraísos fiscales y arrebatando los fondos a las clases medias para transferirlos a unos millonarios que cada día tienen más poder, dinero y privilegios en un mundo sucio y desigual.

El primer y único gran deber de un político no es gobernar, sino gobernar bien, siendo ejemplar, resolviendo los problemas y proporcionando satisfacción a sus ciudadanos. Si el resultado que obtiene un gobierno es insatisfacción y unas encuestas que señalan a los políticos como uno de los principales problemas de la nación como ocurre en España, entonces la democracia no existe y los políticos son basura fracasada.

Veremos como reaccionan las bolsas ante el discurso. No habrá euforia, pero si una calma serena que anticipa la bienvenida de la parte más sana y decente del planeta a un cambio tan necesario como el oxígeno para la vida.

Francisco Rubiales

- -
Viernes, 20 de Enero 2017
Artículo leído 1390 veces

También en esta sección: