El egipcio Mohamed el Baradei, director del Organismo Internacional de la Energía Atómica, flamante Premio Nobel de la Paz, tiene razón cuando afirma que "El mundo debe llegar a mirar las armar nucleares como mira ahora la esclavitud o el genocidio, como una anomalía de la historia". La frase, pronunciada el pasado sábado, cuando recibía en Oslo el premio, que compartió con la institución que dirige, es una bofetada a las grandes potencias atómicas del planeta y a la conciencia de la sociedad universal, que no deberían tolerar un armamento atómico que pone en peligro la supervivencia de la raza humana.
El director del OIEA conminó a las potencias nucleares a dedicar sus esfuerzos a la lucha contra la pobreza y aclaró que la falta de esperanza de los cientos de millones de pobres que pueblan el planeta es el "terreno abonado" para el crimen organizado, las guerras civiles, el terrorismo y el extremismo.
Advirtió El Baradei que la humanidad se enfrenta a la elección entre las armas nucleares y la supervivencia. "No tengo ninguna duda – dijo- de que si esperamos escapar de la autodestrucción, entonces las armas nucleares no deberían tener espacio en nuestra conciencia colectiva y ningún papel en nuestra seguridad".
El diplomático egipcio identificó como grandes problemas del mundo "la emergencia de un mercado negro de armas atómicas, la proliferación de armas nucleares y el estancamiento del proceso de desarme".
Sin decirlo explícitamente, El Baradei se sumó a esa muchedumbre de pensadores y ciudadanos inquietos que opinan que el mal gobierno es el peor enemigo del ser humano y que el mundo, en manos de políticos y dirigentes incapaces y corruptos, más interesados en controlar el poder que en la búsqueda del bien común, está en peligro.
En su discurso, pronunciado en presencia de los reyes de Noruega, Harald y Sonia, recordó que todavía existen en el mundo 27.000 cabezas nucleares, que el proceso de desarme nuclear está detenido y que "Es incomprensible que 15 años después de la guerra fría los líderes de las potencias nucleares, con arsenales dispuestos en máxima alerta, únicamente dispongan de 30 minutos para decidir si responden a un ataque", subrayó.
"Hay que tomar medidas concretas para el desarme" en los países que componen el club nuclear, integrado oficialmente por EE UU, Francia, Reino Unido, China, Rusia, India y Pakistán, y supuestamente por Israel y Corea del Norte, y "establecer un sistema de seguridad que no se base en la disuasión nuclear", manifestó.
El director del OIEA conminó a las potencias nucleares a dedicar sus esfuerzos a la lucha contra la pobreza y aclaró que la falta de esperanza de los cientos de millones de pobres que pueblan el planeta es el "terreno abonado" para el crimen organizado, las guerras civiles, el terrorismo y el extremismo.
Advirtió El Baradei que la humanidad se enfrenta a la elección entre las armas nucleares y la supervivencia. "No tengo ninguna duda – dijo- de que si esperamos escapar de la autodestrucción, entonces las armas nucleares no deberían tener espacio en nuestra conciencia colectiva y ningún papel en nuestra seguridad".
El diplomático egipcio identificó como grandes problemas del mundo "la emergencia de un mercado negro de armas atómicas, la proliferación de armas nucleares y el estancamiento del proceso de desarme".
Sin decirlo explícitamente, El Baradei se sumó a esa muchedumbre de pensadores y ciudadanos inquietos que opinan que el mal gobierno es el peor enemigo del ser humano y que el mundo, en manos de políticos y dirigentes incapaces y corruptos, más interesados en controlar el poder que en la búsqueda del bien común, está en peligro.
En su discurso, pronunciado en presencia de los reyes de Noruega, Harald y Sonia, recordó que todavía existen en el mundo 27.000 cabezas nucleares, que el proceso de desarme nuclear está detenido y que "Es incomprensible que 15 años después de la guerra fría los líderes de las potencias nucleares, con arsenales dispuestos en máxima alerta, únicamente dispongan de 30 minutos para decidir si responden a un ataque", subrayó.
"Hay que tomar medidas concretas para el desarme" en los países que componen el club nuclear, integrado oficialmente por EE UU, Francia, Reino Unido, China, Rusia, India y Pakistán, y supuestamente por Israel y Corea del Norte, y "establecer un sistema de seguridad que no se base en la disuasión nuclear", manifestó.