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Aunque parezca increíble, los estrategas del PSOE están relativamente contentos con el escándalo de la cacería entre el ministro furtivo Bermejo y el juez Garzón, a pesar de los estragos que causa en la imagen y el prestigio del PSOE, del gobierno y de la Justicia, porque lo que realmente temen es que la gente piense y reflexione sobre otra realidad más dañina y peligrosa: el hundimiento de la economía española y en el implacable avance del desempleo y la pobreza bajo el mandato de Zapatero.
Me lo confirmaba ayer un experto en comunicación, muy próximo a la Moncloa, al decirme "prefieren un ministro tóxico a la conciencia colectiva del empobrecimiento de España", que es lo que realmente temen porque les causa un inmenso daño electoral.
Los estrategas del PSOE opinan que los daños que están provocando la cacería, los errores del Ministro Bermejo e, incluso, los despilfarros de Touriño o el abuso urbanístico de la ya famosa "Villa PSOE", donde Pepiño Blanco tiene un ático de dudosa legalidad, son "asumibles" porque los ciudadanos tienden a olvidarlos en pocos días, cuando cese la "marea mediática", sin que prácticamente quede huella alguna, mientras que la conciencia de que España se está empobreciendo bajo el gobierno Zapatero tiene efectos demoledores, no sólo sobre la imagen y el prestigio del gobierno y del partido gobernante, sino también sobre el comportamiento del electorado.
La tesis, triste y reveladora de la inmoralidad reinante y del deterioro profundo de la democracia en España, tiene sentido si se tiene en cuenta la verdad irritante de que lo único que importa a la clase política hoy es el control y disfrute del poder y de las ventajas y privilegios que ese poder conlleva.
Me lo confirmaba ayer un experto en comunicación, muy próximo a la Moncloa, al decirme "prefieren un ministro tóxico a la conciencia colectiva del empobrecimiento de España", que es lo que realmente temen porque les causa un inmenso daño electoral.
Los estrategas del PSOE opinan que los daños que están provocando la cacería, los errores del Ministro Bermejo e, incluso, los despilfarros de Touriño o el abuso urbanístico de la ya famosa "Villa PSOE", donde Pepiño Blanco tiene un ático de dudosa legalidad, son "asumibles" porque los ciudadanos tienden a olvidarlos en pocos días, cuando cese la "marea mediática", sin que prácticamente quede huella alguna, mientras que la conciencia de que España se está empobreciendo bajo el gobierno Zapatero tiene efectos demoledores, no sólo sobre la imagen y el prestigio del gobierno y del partido gobernante, sino también sobre el comportamiento del electorado.
La tesis, triste y reveladora de la inmoralidad reinante y del deterioro profundo de la democracia en España, tiene sentido si se tiene en cuenta la verdad irritante de que lo único que importa a la clase política hoy es el control y disfrute del poder y de las ventajas y privilegios que ese poder conlleva.