Si los controladores han sido obligados a ser eficaces y a asumir sus responsabilidades militarizándolos, ¿por qué no hacemos lo mismo con los políticos gobernantes? Los daños que podían causar los controladores, paralizando el tráfico aéreo, han sido enormes, pero son ridículos comparados con los daños que están causando a España sus gobernantes: despilfarro, endeudamiento, pobreza, desempleo, corrupción, abuso de poder, desigualdad y un largo etcétera desolador que está colocando a España al borde de la derrota y del fracaso.
Los controladores han hecho una "Huelga Salvaje", pero el gobierno está haciendo, desde hace casi tres años, una "Ruina Salvaje" cien veces más dañina.
En justicia, los controladores, a pesar de la brutalidad de su huelga, merecen menos la militarización que los políticos porque mientras que los controladores al menos suelen cumplir eficazmente con su cometido, manteniendo seguros los cielos de España, los políticos incumplen su deber de gobernar con justicia y acierto y, con su incompetencia, están llevado a la sociedad española hasta la pobreza, el fracaso y la desesperación.
Dice Pepiño Blanco que los controladores son unos privilegiados, cuando los políticos son, con mucha diferencia, la casta más privilegiada de España, con sueldos desproporcionados, fueros especiales, pensiones de lujo, tarjetas de crédito a cargo del tesoro público, inmunidad práctica y mil ventajas más, más suculentas, esscandalosas e inmerecidas que las que gozan los controladores aéreos españoles.
Pepiño y Rubalcaba se han rasgado las vestiduras porque los controladores han abandonado su puesto de trabajo, pero ignoran el escándalo y la iniquidad que representa ver el hemiciclo de las Cortes españolas con frecuencia vacío, sólo con doce o trece diputados, cuando se discuten proyectos y leyes de gran importancia para la nación. Eso si que es "deserción" del deber en toda regla.
Si hablamos de insolidaridad, de arrogancia y de fracaso, los políticos también superan a los controladores y son más merecedores que éstos de un castigo ejemplar. Son ellos y no los controladores los que han endeudado a España hasta la locura, empobreciendo a las futuras generaciones, son ellos los que han creado cinco millones de parados, los que han despilfarrado el dinero público, los que están llenando las csalles de España de nuevos pobres, los que están demoliendo el Estado del Bienestar y los que han introducido la corrupción en las entrañas del Estado, cobrando comisiones, colocando a familiares y amigos del partido a cargo del erario público, otorgando subvenciones y contratos de manera arbitraria, falseando oposiciones para que las superen los amigos del partido y con otras mil fechorías que quedan impunes sólo porque ellos tienen el poder y hasta mediatizan la Justicia.
Los controladores, por su brutalidad y por el daño que han causado, merecen ser militarizados y castigados, pero lo merecen con más razón los políticos gobernantes, que, por desgracia para España, no sufrirán daño alguno, merced a su impúdica y antidemocrática impunidad.
Hasta un periódico como La Vanguardia, que casi siempre apoya las posiciones de Zapatero, arremete esta vez contra la ineficacia del gobierno y destaca la culpa del Ejecutivo cuando dice: "Sorprende que el Consejo de Ministros, al inicio de un largo puente, aprobara el decreto ley para regular el horario de trabajo de los controladores sin tener prevista su reacción". Y agrega: "Otro elemento preocupante es la incapacidad del ministro de Fomento, José Blanco, de cerrar un conflicto que le acompaña desde hace más de un año".
Los controladores han sido obligados por la fuerza a cumplir con su deber. Quizás deberíamos hacer lo mismo con los que nos malgobiernan.
Los controladores han hecho una "Huelga Salvaje", pero el gobierno está haciendo, desde hace casi tres años, una "Ruina Salvaje" cien veces más dañina.
En justicia, los controladores, a pesar de la brutalidad de su huelga, merecen menos la militarización que los políticos porque mientras que los controladores al menos suelen cumplir eficazmente con su cometido, manteniendo seguros los cielos de España, los políticos incumplen su deber de gobernar con justicia y acierto y, con su incompetencia, están llevado a la sociedad española hasta la pobreza, el fracaso y la desesperación.
Dice Pepiño Blanco que los controladores son unos privilegiados, cuando los políticos son, con mucha diferencia, la casta más privilegiada de España, con sueldos desproporcionados, fueros especiales, pensiones de lujo, tarjetas de crédito a cargo del tesoro público, inmunidad práctica y mil ventajas más, más suculentas, esscandalosas e inmerecidas que las que gozan los controladores aéreos españoles.
Pepiño y Rubalcaba se han rasgado las vestiduras porque los controladores han abandonado su puesto de trabajo, pero ignoran el escándalo y la iniquidad que representa ver el hemiciclo de las Cortes españolas con frecuencia vacío, sólo con doce o trece diputados, cuando se discuten proyectos y leyes de gran importancia para la nación. Eso si que es "deserción" del deber en toda regla.
Si hablamos de insolidaridad, de arrogancia y de fracaso, los políticos también superan a los controladores y son más merecedores que éstos de un castigo ejemplar. Son ellos y no los controladores los que han endeudado a España hasta la locura, empobreciendo a las futuras generaciones, son ellos los que han creado cinco millones de parados, los que han despilfarrado el dinero público, los que están llenando las csalles de España de nuevos pobres, los que están demoliendo el Estado del Bienestar y los que han introducido la corrupción en las entrañas del Estado, cobrando comisiones, colocando a familiares y amigos del partido a cargo del erario público, otorgando subvenciones y contratos de manera arbitraria, falseando oposiciones para que las superen los amigos del partido y con otras mil fechorías que quedan impunes sólo porque ellos tienen el poder y hasta mediatizan la Justicia.
Los controladores, por su brutalidad y por el daño que han causado, merecen ser militarizados y castigados, pero lo merecen con más razón los políticos gobernantes, que, por desgracia para España, no sufrirán daño alguno, merced a su impúdica y antidemocrática impunidad.
Hasta un periódico como La Vanguardia, que casi siempre apoya las posiciones de Zapatero, arremete esta vez contra la ineficacia del gobierno y destaca la culpa del Ejecutivo cuando dice: "Sorprende que el Consejo de Ministros, al inicio de un largo puente, aprobara el decreto ley para regular el horario de trabajo de los controladores sin tener prevista su reacción". Y agrega: "Otro elemento preocupante es la incapacidad del ministro de Fomento, José Blanco, de cerrar un conflicto que le acompaña desde hace más de un año".
Los controladores han sido obligados por la fuerza a cumplir con su deber. Quizás deberíamos hacer lo mismo con los que nos malgobiernan.