Información y Opinión

¿Merece España estar en Washington?



Es doloroso reconocerlo, pero dudamos que España se merezca estar en la cumbre de Washington. Es ridículo querer contribuir a la reforma del liderazgo y de la economía mundial cuando España posee uno de los déficits democráticos más intensos de Occidente, un país cuyo Estado, uno de los más costosos e hipertrofiados del planeta, es insostenible, con su economía colapsada y fabricando parados a ritmo vertiginoso, con su democracia en caida libre, con su cohesión como nación resquebrajada y con su liderazgo político desprestigiado y en acelerado devorcio con la ciudadanía.
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Antes de dar doctrina en Washington, el próximo 15 de noviembre, el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, debería arreglar su propia casa, España, una nación urgentemente necesitada de reformas y colocada en situación ruinosa por su propio gobierno.

¿De qué va a hablar en Washington Zapatero? ¿De que su "régimen" elimina las emisoras disidentes en Cataluña, como acaban de hacer con tres de Vocento y dos de la COPE? ¿De que posee un Estado tan monstruoso e hipertrofiado que es económicamente insostenible, con más de tres millones de funcionarios y más de 300.000 asesores y enchufados del poder viviendo del erario público? ¿Piensa hablar acaso del famoso diseño del Estado de las Autonomías, convertidas en 17 taifas incontroladas y engreídas que únicamente realizan a la perfección las tareas del enchufismo, el clientelismo, la corrupción y el despilfarro? ¿Se atreverá a hablar del desprestigio de la democracia en España, que hace apenas una década era uno de los países más entusiastas con el sistema y que hoy empieza a cuestionarlo con la misma vehemencia que antes lo aceptaba? ¿Hablará del Estado de Derecho y de como en España la ley se aplica según convenga al poder, como reconocio su propio ministro de Justicia? ¿Hablará del vertiginoso ritmo impuesto por su gobierno a la máquina de fabricar parados, más de 6.000 al día? ¿Se atreverá a contar el desastre de su fallida negociación con el terrorismo de ETA, cuya comparación con el proceso de negociación entre el gobierno británico y el IRA causa rubor? ¿Va a explicar al G-20 cómo España, que ya tenía enterrado su vergonzoso pasado de guerra civil sangrienta, lo está resucitando ahora, abriendo tumbas y retroalimentando el odio, bajo la tutela irresponsable del mismo gobierno? ¿Piensa Zapatero poner como ejemplo su liderazgo personal, ocultando, desde luego, que gobierna sólo para la mitad de los españoles porque ha sido incapaz de practicar una política de concordia y de unidad de esfuerzos ante el destino común?

Sinceramente, no sabemos de que puede hablar Zapatero en la cumbre de Washington. Tal vez se atreva, como dice, a poner como ejemplo el sistema bancario español, ciertamente sólido, pero no tanto si al final ha necesitado inyecciones de masas de dinero, superiores al 15 por ciento de la riqueza nacional, proporcionalmente más que lo que han destinado al socorro financiero los Estados Unidos o los demás países de Europa. A lo mejor se atreve a hablar a los líderes mundiales de nuestras cajas de ahorros, sobre todo de las pequeñas, donde los políticos han entrado y, desde sus presidencias y consejos, contribuyen diariamente a su ruina rápida. Quizás de lo único que Zapatero pueda alardear allí es de que España tiene más coches oficiales para sus políticos que Estados Unidos.

¿De qué va a hablar? ¿De la Justicia intervenida por los políticos? ¿De como el PP y el PSOE se pelean para controlar el órgano de gobierno de los jueces o los tribunales superiores? ¿De las carencias y vacíos observados en los órganos reguladores del mercado? ¿Del poder incontrolado de los partidos políticos españoles, verdaderos dominadores de la sociedad, por encima del ciudadano? Acaso va a hablar de la sociedad civil española, tomada y ocupada por los partidos políticos y tan débil que muchos la consideran en estado de coma? ¿De los crecientes fondos que esos partidos políticos casi omnipotentes reciben del erario público? ¿De los coches y del ostentoso lujo de muchos políticos españoles, ávidos de privilegios y borrachos de poder? ¿De las reiteradas subidas de sueldos de los políticos, aprobadas siempre en la oscuridad, lejos de la prensa, para que la ciudadanía no sienta rabia ante la injusticia? ¿Hablará del sometimiento de los medios de comunicación al poder, conseguido a base de subvenciones y contratos camuflados de publicidad? ¿Se atreverá a contar cómo se otorgan en España los concursos públicos a los amigos y se margina a los adversarios? ¿Hablará quizás de cómo los políticos colocan a sus parientes y amigos en el poder? Quizás su carta secreta en la manga sea hablar de sus relaciones internacionales y de sus privilegiadas relaciones con opresores y sátrapas como Hugo Chavez, los hermanos Castro, Evo Morales y sus colegas del mundo islámico.

No podemos imaginar que se atreva a exhibir en la capital del Imperio el tejido empresarial español, hundiéndose y con más de 300 empresas cerrando cada día, mientras que su gobierno, ávido de dinero y más avariento que los banqueros de Wall Street, se niega a reducir el confiscador impuesto de sociedades y a bajar la agobiante presión fiscal que asfixia a las pequeñas y medianas empresas.

La verdad es que por mucho que pensamos, no podemos ver de qué podría hablar Zapatero en Washington. La única oportunidad que encontramos para su discurso es que allí también estarán otros con similar bagaje que él. Nos referimos, por ejemplo, a Doña Cristina, la presidenta de los argentinos, la que acaba de nacionalizar los ahorros de los pensionistas. Si Cristina habla, entonces, que hable también ZP. Pero sólo entonces.


   
Martes, 11 de Noviembre 2008
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