En septiembre de 2005, en la alborada de este blog Voto en Blanco, publicamos un artículo titulado "Marruecos no es un país amigo de España", que se difundió de manera viral, con unas 800.000 visitas reales y 740 comentarios, además de reproducciones en casi medio centenar de publicaciones. En ese artículo, que sigue siendo actual, ya se defendía la tesis de que Marruecos es el gran enemigo y el gran problema de la política exterior española. Releer ese artículo es un ejercicio fascinante porque demuestra que todo lo que está ocurriendo se veía venir y porque también demuestra que Voto en Blanco ha tenido y tiene una visión certera del presente y del futuro.
Marruecos amenaza ahora con romper relaciones diplomáticas con España. Esa ruptura tal vez no sea tan negativa como parece si de una vez convence a los españoles y a sus dirigentes de que Marruecos es, sobre todo, una amenaza letal para España, un país que debe emprender un rearme serio y una profunda transformación de nuestras escasamente aguerridas y amables fuerzas armadas, a las que hay que dotar, urgentemente, de capacidad para ser temida por su potencial fuerza y dureza.
Muchos de nosotros sabemos que hay inmigrantes decentes procedentes de Marruecos, con ganas de trabajar y de adaptarse en lo posible, pero también conocemos muchos casos de marroquíes arrogantes, conflictivos, que entran en España sin ánimo constructivo y muchos de ellos con ánimo de delinquir. Los gobiernos españoles, tanto de izquierda como de derecha, cobardes e irresponsables, los toleran y permiten que estén entre nosotros y que el pueblo pague las consecuencias del comportamiento de esa chusma.
Es evidente que la seguridad nacional de España aconseja cerrar las puertas a esos inmigrantes ilegales hostiles e incapaces de integrarse y acoger mejor a los que llegan de América Latina y otros países del Este de Europa y del África subsahariana, mas pacíficos, humildes y dispuestos a contribuir al crecimiento de España. Pero la vil cobardía de los políticos hace que estén llenando España de indeseables.
Los empresarios andaluces han expresado repetidas veces que prefieren contratar a latinoamericanos y a inmigrantes centroeuropeos antes que a los marroquíes, que llegan con actitudes más conflictivas y a veces hostiles, como si se consideraran con derechos especiales en España, pero el gobierno, tanto si es de derecha como de izquierda, prefiere comprar la paz con Marruecos admitiendo a la peor chusma que nos envía el sultán, enemigo solapado de España.
En uno de sus párrafos, el viejo artículo citado, que sigue siendo rabiosamente actual, explica que las causas del odio que preside las relaciones entre Marruecos y España son profundas: "Está arraigado en la cultura española desde hace demasiados años, alimentado por hechos como la conquista musulmana de España en el siglo VIII y la posterior Reconquista, las sangrientas guerras españolas con los rebeldes del Rif a principios del siglo XX, la participación de tropas de choque marroquíes en la Guerra Civil Española, al lado del ejército de Franco, y por una actualidad compleja caracterizada por las tensiones fronterizas, la reivindicación marroquí de Ceuta y Melilla, el reciente conflicto de la isla de Perejil, la Marcha Verde, el doloroso asunto del Sahara, la invasión de los inmigrantes ilegales que cruzan el estrecho y la actitud conflictiva de muchos inmigrantes marroquíes establecidos en España".
Quien quiera releer el articulo "Marruecos no es un país amigo de España", que pulse AQUÍ
Francisco Rubiales
Marruecos amenaza ahora con romper relaciones diplomáticas con España. Esa ruptura tal vez no sea tan negativa como parece si de una vez convence a los españoles y a sus dirigentes de que Marruecos es, sobre todo, una amenaza letal para España, un país que debe emprender un rearme serio y una profunda transformación de nuestras escasamente aguerridas y amables fuerzas armadas, a las que hay que dotar, urgentemente, de capacidad para ser temida por su potencial fuerza y dureza.
Muchos de nosotros sabemos que hay inmigrantes decentes procedentes de Marruecos, con ganas de trabajar y de adaptarse en lo posible, pero también conocemos muchos casos de marroquíes arrogantes, conflictivos, que entran en España sin ánimo constructivo y muchos de ellos con ánimo de delinquir. Los gobiernos españoles, tanto de izquierda como de derecha, cobardes e irresponsables, los toleran y permiten que estén entre nosotros y que el pueblo pague las consecuencias del comportamiento de esa chusma.
Es evidente que la seguridad nacional de España aconseja cerrar las puertas a esos inmigrantes ilegales hostiles e incapaces de integrarse y acoger mejor a los que llegan de América Latina y otros países del Este de Europa y del África subsahariana, mas pacíficos, humildes y dispuestos a contribuir al crecimiento de España. Pero la vil cobardía de los políticos hace que estén llenando España de indeseables.
Los empresarios andaluces han expresado repetidas veces que prefieren contratar a latinoamericanos y a inmigrantes centroeuropeos antes que a los marroquíes, que llegan con actitudes más conflictivas y a veces hostiles, como si se consideraran con derechos especiales en España, pero el gobierno, tanto si es de derecha como de izquierda, prefiere comprar la paz con Marruecos admitiendo a la peor chusma que nos envía el sultán, enemigo solapado de España.
En uno de sus párrafos, el viejo artículo citado, que sigue siendo rabiosamente actual, explica que las causas del odio que preside las relaciones entre Marruecos y España son profundas: "Está arraigado en la cultura española desde hace demasiados años, alimentado por hechos como la conquista musulmana de España en el siglo VIII y la posterior Reconquista, las sangrientas guerras españolas con los rebeldes del Rif a principios del siglo XX, la participación de tropas de choque marroquíes en la Guerra Civil Española, al lado del ejército de Franco, y por una actualidad compleja caracterizada por las tensiones fronterizas, la reivindicación marroquí de Ceuta y Melilla, el reciente conflicto de la isla de Perejil, la Marcha Verde, el doloroso asunto del Sahara, la invasión de los inmigrantes ilegales que cruzan el estrecho y la actitud conflictiva de muchos inmigrantes marroquíes establecidos en España".
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Francisco Rubiales