Una vez defenestrado Manuel Fraga, el andaluz Manuel Chaves, con 18 años en el poder, es el más antiguo de los presidentes autonómicos españoles. Aunque la oposición afirma que está agotado y muchos de sus correligionarios socialistas lo consideran un tapón que bloquea la renovación, todo indica que será presidente de los andaluces cuatro años más, lo que le llevaría a cumplir 22 años en el poder, todo un record en la democracia española.
En torno a la angustiosa persistencia de Chaves en el poder se está debatiendo en los círculos más sensibles de Andalucía, empezando por su propio partido, donde nadie emite críticas en público, mientras que en privado cada día son más los que creen que el partido, anquilosado y apalancado en el poder, es incapaz de jubilar al dinosaurio.
Chaves, si como todo parece indicar gana las próximas elecciones, dado que tiene como adversario a un Javier Arenas que no atrae ni siquiera a los suyos, cumplirá durante el próximo mandato 22 años en el poder y 67 años de edad, dos más de la señalada para la jubilación.
Las nuevas corrientes internacionales que pugnan por una regeneración de las democracias establecen como una de sus reivindicaciones básicas, que los políticos y, sobre todo, los altos mandatarios, no permanezcan más de ocho años en activo, como establece la Constitución de Estados Unidos y como quiso imponer José María Aznar en España cuando renunció a ser candidato en 2004. Chaves ya ha superado dos veces ese periodo y si gana las próximas elecciones casi lo triplicará.
En el debate en torno a la figura de Chaves, a quienes algunos llaman "Su Eternidad", en lugar de "Su Excelencia", hay quienes lo consideran poco menos que un "genio" político por su capacidad para colocarse siempre en el centro del poder socialista andaluz, como árbitro indiscutible entre los distintos barones, poderes provinciales e intereses.
Pero cada día son más los que argumentan que la nueva candidatura de Chaves es un lastre democrático para Andalucía y que, aunque el PSOE gane al PP una elección tras otra, la alternancia es un valor en democracia y, más todavía, la renovación de las personas y de los equipos.
No en vano, en 2012, cuando Chaves termine su próxima legislatura y cumpla 22 años en el poder, la mitad de la población andaluza no habrá conocido otra presidencia que la suya y cuatro de cada cinco votantes andaluces solo habran vivido bajo el poder socialista, que habrá cumplido entonces nada menos que 30 años ininterrumpidos de dominio.
En torno a la angustiosa persistencia de Chaves en el poder se está debatiendo en los círculos más sensibles de Andalucía, empezando por su propio partido, donde nadie emite críticas en público, mientras que en privado cada día son más los que creen que el partido, anquilosado y apalancado en el poder, es incapaz de jubilar al dinosaurio.
Chaves, si como todo parece indicar gana las próximas elecciones, dado que tiene como adversario a un Javier Arenas que no atrae ni siquiera a los suyos, cumplirá durante el próximo mandato 22 años en el poder y 67 años de edad, dos más de la señalada para la jubilación.
Las nuevas corrientes internacionales que pugnan por una regeneración de las democracias establecen como una de sus reivindicaciones básicas, que los políticos y, sobre todo, los altos mandatarios, no permanezcan más de ocho años en activo, como establece la Constitución de Estados Unidos y como quiso imponer José María Aznar en España cuando renunció a ser candidato en 2004. Chaves ya ha superado dos veces ese periodo y si gana las próximas elecciones casi lo triplicará.
En el debate en torno a la figura de Chaves, a quienes algunos llaman "Su Eternidad", en lugar de "Su Excelencia", hay quienes lo consideran poco menos que un "genio" político por su capacidad para colocarse siempre en el centro del poder socialista andaluz, como árbitro indiscutible entre los distintos barones, poderes provinciales e intereses.
Pero cada día son más los que argumentan que la nueva candidatura de Chaves es un lastre democrático para Andalucía y que, aunque el PSOE gane al PP una elección tras otra, la alternancia es un valor en democracia y, más todavía, la renovación de las personas y de los equipos.
No en vano, en 2012, cuando Chaves termine su próxima legislatura y cumpla 22 años en el poder, la mitad de la población andaluza no habrá conocido otra presidencia que la suya y cuatro de cada cinco votantes andaluces solo habran vivido bajo el poder socialista, que habrá cumplido entonces nada menos que 30 años ininterrumpidos de dominio.