Información y Opinión

Maldito seas, Pedro Sánchez



Es tanta la indignación y el rechazo que me producen los malvados que propagan el mal y causan daño gratuito que he decidido maldecir por primera vez en mi vida a una persona, a Pedro Sánchez.

Jamás hasta hoy me había atrevido a lanzar una maldición contra nadie. Sé que mi religión cristiana prohíbe desear el mal al prójimo, pero mi maldición no te desea mal alguno sino únicamente Justicia, que pagues por todo lo que has hecho. La mía más que una maldición en toda regla es una condena rotunda a lo que haces y a lo que representas: una forma de gobernar promotora del mal, el dolor, el retroceso, la envidia, el odio y otros muchos males y vicios que están empujando a España y a los españoles hacia el fracaso y el dolor.

Maldito seas, Pedro, por todo el mal que estás causando, por engañarnos, asustarnos, por tu amistad con corruptos y canallas, por tu ayuda a los que nos odian y quieren romper España, por tus mentiras y abusos de poder y por conducir a España hasta el borde del precipicio, generando miedo, inseguridad y congoja a millones de ciudadanos, por lo general indefensos, que no tienen otra opción ante los monstruos que esconderse y rezar.
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Gesto duro de Trump. La "maldición" del imperio puede que ya la tenga
No quiero que te mueras, ni que te quedes inválido, ni que pierdas la escasa razón que te queda. Mi maldición no te desea mal alguno sino justicia, sólo que pagues por todo lo que estás haciendo.

Maldito seas por la incertidumbre que generas, por la inseguridad que introduces en España, por los daños que tu política causa en la convivencia y en la paz, por inundar nuestras calles de delincuentes, por destinar nuestro dinero a lo que los ciudadanos no desean, por tu amistad con los que odian a España, por abandonar a su suerte a los mejores catalanes, por anteponer tus intereses al bien común, por conducir al socialismo hacia la depredación, por asesinar la ilusión y la esperanza, por haberte convertido en un peligro para España y por hacer que millones de españoles empecemos a dudar de la democracia y odiemos la política y a los políticos.

Cobras impuestos abusivos, despilfarras, eres arbitrario, no tienes misericordia, estás obsesionado por el poder, te rodeas de personas a las que empeoras, engañas a todo el que te escucha, te contradices, incumples lo que prometes, maniobras en la oscuridad, has convertido la verdad en un lujo, eres falso, fatuo y presumido, te crees más inteligente que el resto y te exhibes sin pudor, a pesar de que eres cualquier cosa menos un ejemplo. Compras voluntades, perviertes todo lo que tocas, domesticas medios de comunicación a cambio del dinero público, negocias en la trastienda y haces concesiones inconfesables, eres opaco, agredes la democracia, empujas el vicio, asesinas los valores y ensalzas y elevas a los malvados, mientras aplastas la bondad y el bien común.

Contigo toman cuerpo la mentira, la traición y el abuso de poder, mientras conviertes el liderazgo en un peligro mortal y promueves vicios y bajezas. Mira a tu alrededor y contemplarás a una España cada día más débil y menos respetada en el mundo, asustada, avergonzada de ti y de los tuyos, con miedo al futuro, impotente para acabar contigo y con los males que portas.

Soy consciente de que no son estos días propicios para maldiciones, sino para el amor de la Navidad y la apuesta por el bien, pero hay veces (y ésta es una) en la que el bien solo se abre camino cuando se lucha contra el mal y se elimina la vileza.

La mía no es la "maldición de los muertos", como la que te lanzó la familia de Franco cuando lo desenterraste; la mía es la "maldición de los vivos", la que lanzamos los que odiamos el mal gratuito, idéntica a la que los pueblos han lanzado en el pasado sobre las brujas y los monstruos que propagaban el mal.

España es una nación hermosa que merece ser gobernada con bondad y acierto y que no merece tener en el timón una alimaña. Es cierto que te han votado, pero no es menos cierto que los malos políticos y los malvados que se atrincheran en el Estado lleváis décadas impulsando la incultura, adoctrinando en el mal, promoviendo la envidia y el odio, desuniendo, sembrando la revancha y envileciendo al pueblo para que a la hora de votar vote a personas como tú, una especie política que no tendría futuro ni oportunidad alguna en otros pueblos y naciones menos dañadas y maltrechas que la pobre España, a la que habéis convertido en una pocilga de corrupción y abuso.

Sólo quiero que mi maldición te haga cambiar, pero si te niegas a rectificar y a amar a España en lugar de odiarla y a luchar por el bien en lugar de propagar el mal, te deseo que seas incompatible con la política y que el cielo te inhabilite para gobernar, ya que no lo hace la Justicia española, también manipulada y poco edificante.

Francisco Rubiales



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Lunes, 23 de Diciembre 2019
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