A pesar de lo negativo que suene, a pesar de lo crudo que pueda ser, esta es la verdad:
Actualmente, estudio primero de bachiller. Las aulas están llenas de alumnos cuyo interés en el estudio es nulo. A mi alrededor, veo como compañeros que son mayores que yo siguen en cursos inferiores. No es que no puedan, no, es que no les importa lo más mínimo estudiar.
Cuando llegan a clase, los libros permanecen en la maleta, si es que los han traído (o si ellos mismos han ido). Se pasan la clase charlando, molestando tanto a alumnos como a profesores; sintiéndose estos últimos impotentes al no poder hacer nada por remediar la situación. ¿Una amonestación? Les da igual. ¿Expulsarlos? ¡Mejor! Lo están deseando.
Su actitud no mejora: malas contestaciones, malos prontos, lenguaje y tono grosero a más no poder... Su máxima aspiración, es pasar las horas que les quedan antes de poder salir del instituto. Ensucian las instalaciones, lo llenan todo de basura, fuman (incluso se drogan) durante los recreos, intimidan, chantajean, dan palizas... Actividades propias de mafiosos son llevados por los "españolitos".
Su máxima aspiración es tener una "moto", un móvil de última generación,
ropa "guapa", más oro que el Banco de España y más de 50 euros en el bolsillo.
¿Su futuro? Les da igual, pues no alcanzan más allá de las seis horas que
tienen que pasar en clase. Por activa y por pasivas, se les ha intentado
concienciar sobre lo que les espera fuera, pero siempre han hecho oídos sordos.
La situación que plantean fmreina muchos ya la hemos cavilado, pero creo que
no se ha llegado a expresar: Cuando ellos estén en la calle, mal viviendo; yo,
siento decirlo, pero me alegraré. Me alegraré por todos esos años en los que
las clases eran un suplicio mientras que tiraban cosas contra la pizarra,
tiraban los libros y pintaban las mesas (conozco casos en los que se han
llegado a explotar petardos en las aulas).
Así pues, me alegraré, el día que una persona, venida desde lejos, en busca de
una vida mejor, consiga un trabajo, mientras que ellos no. Porque esas personas
se lo han trabajado, se han esforzado por llegar hasta donde están, mientras
ellos han desaprovechado su oportunidad. Algún día, el cual espero que llegue
pronto, se encontrarán desamparados, solicitando la compasión y mendigando por
sobrevivir, ante aquellos que, fruto de su esfuerzo, se han labrado una vida
digna.
Y cuando llegue ese día, me reiré.
Alumno
Actualmente, estudio primero de bachiller. Las aulas están llenas de alumnos cuyo interés en el estudio es nulo. A mi alrededor, veo como compañeros que son mayores que yo siguen en cursos inferiores. No es que no puedan, no, es que no les importa lo más mínimo estudiar.
Cuando llegan a clase, los libros permanecen en la maleta, si es que los han traído (o si ellos mismos han ido). Se pasan la clase charlando, molestando tanto a alumnos como a profesores; sintiéndose estos últimos impotentes al no poder hacer nada por remediar la situación. ¿Una amonestación? Les da igual. ¿Expulsarlos? ¡Mejor! Lo están deseando.
Su actitud no mejora: malas contestaciones, malos prontos, lenguaje y tono grosero a más no poder... Su máxima aspiración, es pasar las horas que les quedan antes de poder salir del instituto. Ensucian las instalaciones, lo llenan todo de basura, fuman (incluso se drogan) durante los recreos, intimidan, chantajean, dan palizas... Actividades propias de mafiosos son llevados por los "españolitos".
Su máxima aspiración es tener una "moto", un móvil de última generación,
ropa "guapa", más oro que el Banco de España y más de 50 euros en el bolsillo.
¿Su futuro? Les da igual, pues no alcanzan más allá de las seis horas que
tienen que pasar en clase. Por activa y por pasivas, se les ha intentado
concienciar sobre lo que les espera fuera, pero siempre han hecho oídos sordos.
La situación que plantean fmreina muchos ya la hemos cavilado, pero creo que
no se ha llegado a expresar: Cuando ellos estén en la calle, mal viviendo; yo,
siento decirlo, pero me alegraré. Me alegraré por todos esos años en los que
las clases eran un suplicio mientras que tiraban cosas contra la pizarra,
tiraban los libros y pintaban las mesas (conozco casos en los que se han
llegado a explotar petardos en las aulas).
Así pues, me alegraré, el día que una persona, venida desde lejos, en busca de
una vida mejor, consiga un trabajo, mientras que ellos no. Porque esas personas
se lo han trabajado, se han esforzado por llegar hasta donde están, mientras
ellos han desaprovechado su oportunidad. Algún día, el cual espero que llegue
pronto, se encontrarán desamparados, solicitando la compasión y mendigando por
sobrevivir, ante aquellos que, fruto de su esfuerzo, se han labrado una vida
digna.
Y cuando llegue ese día, me reiré.
Alumno