Colaboración de lectores:
No hace falta esperar a los nuevos "jueces de proximidad": En estos momentos los jueces de paz son elegidos con total libertad por los ayuntamientos. De hecho, no es necesario que sean licenciados en derecho, ni que tengan titulación ninguna.
Vivo en un ayuntamiento que no tiene Juzgado de Primera Instancia. Como se trata de una zona turística, donde un solar cualquiera puede valer muchos millones (de Euros), el Juzgado de Paz se ocupa de cuestiones realmente substanciosas. Quien desempeña el cargo no tiene ninguna formación superior (y no sé si tendrá siquiera el bachillerato), pero se hizo un concurso "ad hominem" para que la plaza fuera para él. De hecho, en el ayuntamiento hubo una moción de censura previa para cambiar al anterior alcalde..., y una de las exigencias de los pactos con los que se "cocinó" la nueva alcaldía era la de que precisamente ese señor fuera el juez de paz.
Por lo demás, y pasando a los jueces profesionales, las cosas no están ni mejor ni peor. Los que aprueban por el sistema de oposición demuestran que han sido capaces de memorizar una determinada cantidad de páginas, sin que ello tenga la más mínima relación con el hecho de sean o no capaces de entender y aplicar lo que han memorizado. En efecto, en los tres ejercicios de que consta actualmente el examen no hay ni un sólo caso práctico. Los temas, además, tienen que ser memorizados prácticamente "ad pedem literam", porque cada tema tiene que ser expuesto ("cantado" dicen los opositores, muy gráficamente), cada tema, digo, tiene que ser "cantado" en un tiempo determinado: saber más cosas sobre el tema de las que se pueden exponer en ese tiempo es tan peligroso como no saber las suficientes para llenarlo.
Pero, con todos sus defectos, en los jueces que ingresan por el sistema de oposición puede al menos presumirse su inicial independencia. Esto, desde luego, no le resulta agradable al poder político. Así pues, los anteriores gobiernos socialistas tuvieron la genial idea de crear los "turnos" para "juristas de reconocido prestigio". En otras palabras, las personas con una licenciatura en derecho que dispongan de suficientes conexiones políticas tienen la posibilidad de acceder a la judicatura y --¡faltaría más!-- no como jueces de primera instancia, sino ya como magistrados. Este es el procedimiento por el que ha logrado su condición de magistrada nuestra actual vicepresidenta (por más que en los medios de comunicación tal dato no se quiera recordar).
Tanto los jueces que acceden por oposición como los nombrados por su "reconocido prestigio" (?), saben muy bien que sus ascensos dependen, en última instancia, del Consejo General del Poder Judicial. Como, a su vez, todo el mundo sabe que dicho organismo está absolutamente controlado por los partidos políticos, los jueces son conscientes de qué depende el que su carrera profesional sea meteórica o avance a paso de tortuga.
Pues sí: todo está atado y bien atado. No se equivocaba don Alfonso Guerra cuando proclamó, con su habitual chulería, la muerte del Barón de Montesquieu.
Athini
No hace falta esperar a los nuevos "jueces de proximidad": En estos momentos los jueces de paz son elegidos con total libertad por los ayuntamientos. De hecho, no es necesario que sean licenciados en derecho, ni que tengan titulación ninguna.
Vivo en un ayuntamiento que no tiene Juzgado de Primera Instancia. Como se trata de una zona turística, donde un solar cualquiera puede valer muchos millones (de Euros), el Juzgado de Paz se ocupa de cuestiones realmente substanciosas. Quien desempeña el cargo no tiene ninguna formación superior (y no sé si tendrá siquiera el bachillerato), pero se hizo un concurso "ad hominem" para que la plaza fuera para él. De hecho, en el ayuntamiento hubo una moción de censura previa para cambiar al anterior alcalde..., y una de las exigencias de los pactos con los que se "cocinó" la nueva alcaldía era la de que precisamente ese señor fuera el juez de paz.
Por lo demás, y pasando a los jueces profesionales, las cosas no están ni mejor ni peor. Los que aprueban por el sistema de oposición demuestran que han sido capaces de memorizar una determinada cantidad de páginas, sin que ello tenga la más mínima relación con el hecho de sean o no capaces de entender y aplicar lo que han memorizado. En efecto, en los tres ejercicios de que consta actualmente el examen no hay ni un sólo caso práctico. Los temas, además, tienen que ser memorizados prácticamente "ad pedem literam", porque cada tema tiene que ser expuesto ("cantado" dicen los opositores, muy gráficamente), cada tema, digo, tiene que ser "cantado" en un tiempo determinado: saber más cosas sobre el tema de las que se pueden exponer en ese tiempo es tan peligroso como no saber las suficientes para llenarlo.
Pero, con todos sus defectos, en los jueces que ingresan por el sistema de oposición puede al menos presumirse su inicial independencia. Esto, desde luego, no le resulta agradable al poder político. Así pues, los anteriores gobiernos socialistas tuvieron la genial idea de crear los "turnos" para "juristas de reconocido prestigio". En otras palabras, las personas con una licenciatura en derecho que dispongan de suficientes conexiones políticas tienen la posibilidad de acceder a la judicatura y --¡faltaría más!-- no como jueces de primera instancia, sino ya como magistrados. Este es el procedimiento por el que ha logrado su condición de magistrada nuestra actual vicepresidenta (por más que en los medios de comunicación tal dato no se quiera recordar).
Tanto los jueces que acceden por oposición como los nombrados por su "reconocido prestigio" (?), saben muy bien que sus ascensos dependen, en última instancia, del Consejo General del Poder Judicial. Como, a su vez, todo el mundo sabe que dicho organismo está absolutamente controlado por los partidos políticos, los jueces son conscientes de qué depende el que su carrera profesional sea meteórica o avance a paso de tortuga.
Pues sí: todo está atado y bien atado. No se equivocaba don Alfonso Guerra cuando proclamó, con su habitual chulería, la muerte del Barón de Montesquieu.
Athini