La situación económica cada vez se debilita más, el consumo se ha detenido en España bruscamente y corre desbocado por los cauces de la deflación. La Bolsa aquí y en Europa, aquejada de desesperanza, sin consistencia vitamínica, no levanta cabeza, sigue cayendo por las rampas finiquitadas del denominado milagro español. Es preciso gestionar la crisis con sabiduría eficiente y manejar los hilos económicos para “fortalecer al débil en un fino equilibrio que no debilite al fuerte”, como apunta A. Sáenz, vicepresidente del B. Santander, al apoyar su pensamiento en la frase de A. Lincoln.
En referencia a la reunión del G20 que va a tener lugar en Londres esta semana, con el propósito de trazar por consenso el rumbo de la economía y del sistema financiero internacional, indica que es necesario “tomar medidas extraordinarias que restablezcan el salutífero funcionamiento del sistema y restauren la confianza”. En este triste panorama, quien no se apreste con urgente diligencia a hacer sus deberes y deje de cumplir con su obligación de atajar la crisis disponiendo los medios y recursos convenientes, se quedará varado y sin fuerzas para salir del bache. Piensa que, al respecto, es conveniente “revisar el marco actual de supervisión, para evitar en el futuro sobresaltos como el presente. Pone en cuestión la pretensión de limitar el tamaño bancario; “la solvencia de un banco y su capacidad para afrontar una crisis viene determinada por su modelo de negocio y su estructura”. Y finaliza pronosticando que el sano engranaje y correcto “funcionamiento del mercado financiero internacional no se verá restablecido hasta que se aclare la solvencia del sistema”.
Para conseguir estos objetivos hace falta contar con un gobierno preparado, operante y diligente, que, prioritariamente, procure los intereses comunes de los españoles y no esté sólo pendiente de la propaganda y de la cosecha de votos; hace falta un ministro de Economía con ideas y vivo empuje; un economista formado y activo que las vea venir y actúe en el momento justo y a tiempo, que no se halle sentado en la pasividad, en la salmodia frailuca inaudible, lejos de la modorra soñolienta de un Solbes que anda atorado en la parsimonia de la inoperancia. No se pede estar en el pasivo sesteo de dos meses para acudir a la carrera de un domingo a tapar con nueve mil millones el agujero de la Caja de la Mancha, que en febrero costaba tres mil. ¡Nada, otro gran bocado al arca del Estado, hasta que no le quede ni polvillo! Creen que con la continua provisión de fondos públicos se arregla su fatal gestión de la crisis.
Aquí ya se sabe, a estos del talante, sólo les interesa ganar votos para mantenerse, por lo demás siempre llegan tarde y a destiempo, menos en el gasto y el despilfarro. Ahora, resulta que dejan suelto al aragonés Carol Rovira, que se va a Nueva York a abrir una embajada Catalana, en lo que ha fundido 85.000 mil euros. ¿Habrá gasto más fatuo e insulso? ¿Quién habla ni va hablar catalán en América, ni con quien? Y, mientras, el paro descontrolado sigue su marcha ascendente.
C. Mudarra
En referencia a la reunión del G20 que va a tener lugar en Londres esta semana, con el propósito de trazar por consenso el rumbo de la economía y del sistema financiero internacional, indica que es necesario “tomar medidas extraordinarias que restablezcan el salutífero funcionamiento del sistema y restauren la confianza”. En este triste panorama, quien no se apreste con urgente diligencia a hacer sus deberes y deje de cumplir con su obligación de atajar la crisis disponiendo los medios y recursos convenientes, se quedará varado y sin fuerzas para salir del bache. Piensa que, al respecto, es conveniente “revisar el marco actual de supervisión, para evitar en el futuro sobresaltos como el presente. Pone en cuestión la pretensión de limitar el tamaño bancario; “la solvencia de un banco y su capacidad para afrontar una crisis viene determinada por su modelo de negocio y su estructura”. Y finaliza pronosticando que el sano engranaje y correcto “funcionamiento del mercado financiero internacional no se verá restablecido hasta que se aclare la solvencia del sistema”.
Para conseguir estos objetivos hace falta contar con un gobierno preparado, operante y diligente, que, prioritariamente, procure los intereses comunes de los españoles y no esté sólo pendiente de la propaganda y de la cosecha de votos; hace falta un ministro de Economía con ideas y vivo empuje; un economista formado y activo que las vea venir y actúe en el momento justo y a tiempo, que no se halle sentado en la pasividad, en la salmodia frailuca inaudible, lejos de la modorra soñolienta de un Solbes que anda atorado en la parsimonia de la inoperancia. No se pede estar en el pasivo sesteo de dos meses para acudir a la carrera de un domingo a tapar con nueve mil millones el agujero de la Caja de la Mancha, que en febrero costaba tres mil. ¡Nada, otro gran bocado al arca del Estado, hasta que no le quede ni polvillo! Creen que con la continua provisión de fondos públicos se arregla su fatal gestión de la crisis.
Aquí ya se sabe, a estos del talante, sólo les interesa ganar votos para mantenerse, por lo demás siempre llegan tarde y a destiempo, menos en el gasto y el despilfarro. Ahora, resulta que dejan suelto al aragonés Carol Rovira, que se va a Nueva York a abrir una embajada Catalana, en lo que ha fundido 85.000 mil euros. ¿Habrá gasto más fatuo e insulso? ¿Quién habla ni va hablar catalán en América, ni con quien? Y, mientras, el paro descontrolado sigue su marcha ascendente.
C. Mudarra