Colaboraciones

MÁS ROSTRO QUE RETROSOMA





(LOS ENGAÑOS, PASQUAL, PARA LOS CORNÚPETAS)

Hay políticos que nos tienen a los ciudadanos de a pie por bebés con babero, bobos, porque creen que, si nos quitan el chupete (que, por supuesto, no llevamos ni libamos), chupamos su sustituto, el dedo. Hay políticos que nos toman a los ciudadanos de a pie (que no vamos en coche oficial) por tontos, porque creen que nos pueden colar como certeza apodíctica o verdad inconcusa cualesquiera patrañas o trampantojos. En definitiva, hay políticos que se jactan tan ricamente de ser más avispados, inteligentes y listos que los demás, el resto (evidentemente, desconocen que quienes acostumbran (a) alardear de ello suelen ser, por lo general, las personas a las que más fácilmente se les embeleca o toma el pelo), porque, de otra forma, no se entiende que ensarten las estupideces (como las cuentas zafias de un burdo rosario) que sueltan por la mui y no nos brinden más argumentos y menos sofismas, entelequias, digresiones o cuentos.

Acabo de leer en ABC la entrevista que Ignacio Camacho, director del citado diario, le hizo a Pasqual Maragall, el “molt honorable president” de la Generalitat de Catalunya. Reconozco que me he quedado atónito, estupefacto, al volver a pasar la vista sobre la respuesta que el nieto del poeta dio a la cuestión que le formuló Camacho de si se había sentido “chivo expiatorio de la crisis”:

- “¿Qué crisis? La crisis de mi Gobierno se saldó en una remodelación funcional, no en una crisis en sentido técnico, con cambios de personas. Un nuevo sistema de funcionamiento, que está por ver que no sea exactamente lo que yo quería”.

¡Toma nísperos! ¡Chúpate ésa! Porque, al parecer, el tío se quedó tan ancho al decirlo como tan pancho permaneció el otro quisque al escucharlo. Me vienen en tropel a la memoria unas palabras pintiparadas, que pronunció José Bono al respecto, pero se las ahorro a usted, amable, atento, dilecto y selecto lector; para qué, cuando lo obvio y manifiesto es tan público y notorio.

Desde luego, hay que tener más rostro que retrosoma para proferir ciertos vocablos sin inmutarse un ápice y un cuajo a prueba de bombas para escuchar o leer sin alterarse una pizca determinadas “boutades”.

Si su pretensión ha sido persuadirnos, Maragall ha dado cornadas al aire y/o pinchado en hueso, quiero decir que se ha esforzado inútilmente, porque no ha logrado convencernos a ninguno de nosotros (el menda lerenda y sus heterónimos) con voces tan hueras (por mendaces).


Ángel Sáez García


Franky  
Lunes, 7 de Noviembre 2005
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