Zapatero y Rajoy durmieron mal anoche. En la soledad de la conciencia y en el silencio, conjeturaron que hoy los periódicos de la oposición les repetirían los errores que cometieron e intentarían convencerles de que habían perdido la refriega del encuentro. Los analistas hilan fino y observan el debate con lupa. Claro que sus amigos mediáticos reiteran hoy, al uno y al otro, sus frases brillantes para asegurar que han ganado, que son los mejores. La muletilla utilizada no cuela: “Señor Rajoy, ustedes no dejaron nada hecho en ocho años. Lo que hay lo hemos hecho nosotros.”“Señor Zapatero, no habéis hecho nada en cuatro años. Habéis vivido de la renta que les dejamos.”
No se les cae de la mente la cantinela de los periódicos independientes guardando la ropa para decirles que ha habido un empate técnico, pero que hay que utilizar las armas con más valentía para derrotar al contrario. Todo va a depender del tanto por ciento anónimo que no da la cara hasta última hora, los morosos. Esos son peligrosos, porque deciden su voto al entrar a votar con el último comentario de un amigo, o no aparecen porque el día 9 amanece espléndido y se van al campo que para ellos es lo bueno.
Y vuelve el fantasma de la noche a espantar el sueño de ambos: millones de personas mantenían la respiración para no perderse ni una palabra, ni un gesto, ni un ademán de los protagonistas del debate. Pero los sondeos dicen que esos debates no influyen demasiado en los que tienen asumidos su decisión de siempre: diez millones que votan al PSOE y diez millones que votan al PP. El problema está en los indecisos, en los que les da igual votar o no votar, a los que cualquier incidente les hace cambiar de voto.
A Rajoy no se le cae de la mente lo que le dijo una mujer en el mitin: “Me gusta lo que usted dice, pues sólo necesitamos dos cosas, pan y paz”. Lo de pan sabe a qué se refiere: trabajo, cesta de la compra, vivienda, colegios, cultura, carreteras, limpieza, aire limpio, pensiones, descanso,... Y lo de paz, también: acabar con el terrorismo, con la violencia de género, con las algaradas de los jóvenes radicales, con la inseguridad ciudadana, con la delincuencia, con la droga, con la televisión basura, con los insultos de los políticos, con las victimas de las carreteras, conseguir la integración de los inmigrantes...En dos palabras, trabajo y bienestar.
A Zapatero tampoco se le olvida lo que le dijo un anciano: “Me gusta lo que defiendes, trabajo y bienestar”. Él sabe lo que el anciano le quiso decir: pensiones dignas, trabajo para todos, salarios suficientes, salud y atención sanitarias, viviendas para todos, enseñanza para niños, adolescentes y jóvenes, ley de dependencia, garantizar los seguros...Y el bienestar: proteger la intimidad de las personas, acabar con el terrorismo, con las muertes de género, con la delincuencia, con la inseguridad de los ciudadanos, garantizar la convivencia y el trabajo de los inmigrantes... En dos palabras, pan y paz.
Entonces, ambos cayeron en la cuenta de que, con diversas palabras y contradictorias opiniones, estaban expresando los mismos objetivos: asegurar el pan y la paz; es decir, garantizar el trabajo y el bienestar de los ciudadanos. Sin embargo, están divididos a muerte por unas ideologías que hoy no existen, por unos métodos sólo fruto de nuestros razonamientos, pero no los fines que pretenden. Y juegan a luchar contra otros, para ganar el mismo paraíso.
Juan Leiva
No se les cae de la mente la cantinela de los periódicos independientes guardando la ropa para decirles que ha habido un empate técnico, pero que hay que utilizar las armas con más valentía para derrotar al contrario. Todo va a depender del tanto por ciento anónimo que no da la cara hasta última hora, los morosos. Esos son peligrosos, porque deciden su voto al entrar a votar con el último comentario de un amigo, o no aparecen porque el día 9 amanece espléndido y se van al campo que para ellos es lo bueno.
Y vuelve el fantasma de la noche a espantar el sueño de ambos: millones de personas mantenían la respiración para no perderse ni una palabra, ni un gesto, ni un ademán de los protagonistas del debate. Pero los sondeos dicen que esos debates no influyen demasiado en los que tienen asumidos su decisión de siempre: diez millones que votan al PSOE y diez millones que votan al PP. El problema está en los indecisos, en los que les da igual votar o no votar, a los que cualquier incidente les hace cambiar de voto.
A Rajoy no se le cae de la mente lo que le dijo una mujer en el mitin: “Me gusta lo que usted dice, pues sólo necesitamos dos cosas, pan y paz”. Lo de pan sabe a qué se refiere: trabajo, cesta de la compra, vivienda, colegios, cultura, carreteras, limpieza, aire limpio, pensiones, descanso,... Y lo de paz, también: acabar con el terrorismo, con la violencia de género, con las algaradas de los jóvenes radicales, con la inseguridad ciudadana, con la delincuencia, con la droga, con la televisión basura, con los insultos de los políticos, con las victimas de las carreteras, conseguir la integración de los inmigrantes...En dos palabras, trabajo y bienestar.
A Zapatero tampoco se le olvida lo que le dijo un anciano: “Me gusta lo que defiendes, trabajo y bienestar”. Él sabe lo que el anciano le quiso decir: pensiones dignas, trabajo para todos, salarios suficientes, salud y atención sanitarias, viviendas para todos, enseñanza para niños, adolescentes y jóvenes, ley de dependencia, garantizar los seguros...Y el bienestar: proteger la intimidad de las personas, acabar con el terrorismo, con las muertes de género, con la delincuencia, con la inseguridad de los ciudadanos, garantizar la convivencia y el trabajo de los inmigrantes... En dos palabras, pan y paz.
Entonces, ambos cayeron en la cuenta de que, con diversas palabras y contradictorias opiniones, estaban expresando los mismos objetivos: asegurar el pan y la paz; es decir, garantizar el trabajo y el bienestar de los ciudadanos. Sin embargo, están divididos a muerte por unas ideologías que hoy no existen, por unos métodos sólo fruto de nuestros razonamientos, pero no los fines que pretenden. Y juegan a luchar contra otros, para ganar el mismo paraíso.
Juan Leiva