El nombramiento de Miguel Ángel Fernandez Ordoñez al frente del Banco de España es un claro paso adelante de la "partitocracia" española hacia la degeneración de la democracia.
El principio de que determinadas instituciones altamente sensibles, entre las que destaca el Banco de España, deban ser gestionadas por profesionales de prestigio independientes y consensuados entre los grandes partidos políticos, propio de las democracias avanzadas, se había respetado hasta aora en la democracia española, pero el gobierno de Zapatero ha decidido romper con esa saludable tradición al designar a Fernández ordoñez, con carnet del PSOE, como presidente del Banco de España, rompiendo todo consenso con el Partido Popular.
La democracia española, de la que ya queda poco más que el nombre, continúa deteriorandose como consecuencia de la insaciable voracidad de poder de los partidos políticos, que no cesan de extangular a la sociedad con su política de acaparamiento de poder y de cargos, invadiendo instituciones y espacios que, en democracia, les están vedados, como los poderes básicos del Estados (legislativo, ejecutivo y judicial) o aquellos de la sociedad civil cuya independencia es clave para el funcionamiento de la democracia, como las universidades, los sindicatos, los medios de comunicación, las cajas de ahorros, etc.
El principio de que determinadas instituciones altamente sensibles, entre las que destaca el Banco de España, deban ser gestionadas por profesionales de prestigio independientes y consensuados entre los grandes partidos políticos, propio de las democracias avanzadas, se había respetado hasta aora en la democracia española, pero el gobierno de Zapatero ha decidido romper con esa saludable tradición al designar a Fernández ordoñez, con carnet del PSOE, como presidente del Banco de España, rompiendo todo consenso con el Partido Popular.
La democracia española, de la que ya queda poco más que el nombre, continúa deteriorandose como consecuencia de la insaciable voracidad de poder de los partidos políticos, que no cesan de extangular a la sociedad con su política de acaparamiento de poder y de cargos, invadiendo instituciones y espacios que, en democracia, les están vedados, como los poderes básicos del Estados (legislativo, ejecutivo y judicial) o aquellos de la sociedad civil cuya independencia es clave para el funcionamiento de la democracia, como las universidades, los sindicatos, los medios de comunicación, las cajas de ahorros, etc.