La Inglaterra del Brexit quiere bajar los impuestos, Donald Trump ya lo está haciendo y el recién elegido Macron ha prometido impuestos bajos y la renovación completa de la política. Por lo pronto, más de la mitad de sus colaboradores y candidatos para las próximas legislativas pertenecen a la sociedad civil y no tienen experiencia alguna en la política.
En el mundo laboral, la experiencia se valora, pero en política, tener experiencia es un estigma. Por fortuna nadie quiere votar a los viejos políticos, a los que el pueblo considera como ladrones de impuestos, arrogantes, injustos, ineptos e Incansables acaparadores de privilegios.
Sin apenas darnos cuenta y sin que los medios hablen de ello, quizás porque temen que sus amigos políticos, esos que les compran con abundante dinero público, sean expulsados del poder, el mundo está cambiando y todo se debe a que los ciudadanos, cansados de soportar a miserables, corruptos y canallas en el poder, ha dicho BASTA.
Estamos asistiendo a la voladura, espontánea y popular, de los partidos hegemónicos. En Francia, donde el socialismo está a punto de desaparecer y la vieja derecha republicana esta herida de muerte, Macron se dispone a dar sepultura a miles de políticos anclados desde hace años en puestos con prebendas.
En España, la renovación no es todavía visible, pero la fuerza transformadora está tomando cuerpo en una ciudadanía que desprecia y odia a los antiguos politicos arrogantes, corruptos, poco demócratas, ineptos y ladrones de impuestos y privilegios. Rajoy, Susana DÍaz, Pedro Sánchez y hasta los nuevos Pablo Iglesias y Albert Rivera huelen demasiado a viejo y a cadaver y su futuro está claramente amenazado por unos votantes que ya no quieren seguir siendo engañados y manipulados por políticos que son más mediocres y miserables que demócratas y decentes.
En la vieja Inglaterra nada es como antes. El Brexit, capitaneado por los conservadores, esta cambiándolo todo, mientras los laboristas de Corbyn, con el programa más radical en décadas, pretenden nada menos que renacionalizar los ferrocarriles, correos y parte de la industria energética. La conservadora Teresa May, que parecía la clara vencedora de las elecciones de hoy, está en dificultades por su fracaso en la lucha contra el terrorismo y por las ganas que tienen los ciudadanos de castigar en las urnas a los que mandan.
Lo original se impone porque nadie quiere parecerse a la vieja política. Lo nuevo arrasa en todo el mundo político, empujado por un pueblo que está hastiado de chorizos, miserables y ladrones de impuestos en el Estado. El grito de Macron, afirmando que siente orgullo de no pertenecer a "esa casta política que reina en la Republica" es el gran signo de los nuevos tiempos porque los viejos han abusado tanto de los ciudadanos que van a terminar arrasados por el despreció y el odio de los votantes.
Francisco Rubiales
En el mundo laboral, la experiencia se valora, pero en política, tener experiencia es un estigma. Por fortuna nadie quiere votar a los viejos políticos, a los que el pueblo considera como ladrones de impuestos, arrogantes, injustos, ineptos e Incansables acaparadores de privilegios.
Sin apenas darnos cuenta y sin que los medios hablen de ello, quizás porque temen que sus amigos políticos, esos que les compran con abundante dinero público, sean expulsados del poder, el mundo está cambiando y todo se debe a que los ciudadanos, cansados de soportar a miserables, corruptos y canallas en el poder, ha dicho BASTA.
Estamos asistiendo a la voladura, espontánea y popular, de los partidos hegemónicos. En Francia, donde el socialismo está a punto de desaparecer y la vieja derecha republicana esta herida de muerte, Macron se dispone a dar sepultura a miles de políticos anclados desde hace años en puestos con prebendas.
En España, la renovación no es todavía visible, pero la fuerza transformadora está tomando cuerpo en una ciudadanía que desprecia y odia a los antiguos politicos arrogantes, corruptos, poco demócratas, ineptos y ladrones de impuestos y privilegios. Rajoy, Susana DÍaz, Pedro Sánchez y hasta los nuevos Pablo Iglesias y Albert Rivera huelen demasiado a viejo y a cadaver y su futuro está claramente amenazado por unos votantes que ya no quieren seguir siendo engañados y manipulados por políticos que son más mediocres y miserables que demócratas y decentes.
En la vieja Inglaterra nada es como antes. El Brexit, capitaneado por los conservadores, esta cambiándolo todo, mientras los laboristas de Corbyn, con el programa más radical en décadas, pretenden nada menos que renacionalizar los ferrocarriles, correos y parte de la industria energética. La conservadora Teresa May, que parecía la clara vencedora de las elecciones de hoy, está en dificultades por su fracaso en la lucha contra el terrorismo y por las ganas que tienen los ciudadanos de castigar en las urnas a los que mandan.
Lo original se impone porque nadie quiere parecerse a la vieja política. Lo nuevo arrasa en todo el mundo político, empujado por un pueblo que está hastiado de chorizos, miserables y ladrones de impuestos en el Estado. El grito de Macron, afirmando que siente orgullo de no pertenecer a "esa casta política que reina en la Republica" es el gran signo de los nuevos tiempos porque los viejos han abusado tanto de los ciudadanos que van a terminar arrasados por el despreció y el odio de los votantes.
Francisco Rubiales