En estos días, con motivo de la pregunta que le fue formulada en TVE al líder de la oposición, Mariano Rajoy, se está discutiendo mucho sobre el sueldo de los políticos. Algunos, como Pepiño Blanco, han reconocido que ganan "alrededor" de 6.000 euros al mes. El propio Rajoy reconoce ganar unos 8.000 euros al mes.
Pero lo cierto es que los verdaderos sueldos de los políticos son muy superiores a los que declaran porque no suelen contabilizar como ingresos enormes pagos en especie como pensiones especiales, tarjetas de crédito, el uso de residencias públicas, coches, teléfonos, comidas, viajes, secretarias, materiales y todas esas menudencias que agobian la economía del ciudadano normal.
Al sueldo oficial del presidente Zapatero, por ejemplo, que es de 89.303,28 euros (en 12 mensualidades y sin pagas extraordinarias, o sea, 7.442 euros brutos al mes, habría que agregarle el nada despreciable valor de la visa oro oficial, las vacaciones en Doñana o Canarias, los aviones oficiales, los almuerzos y hasta los desplazamientos a Londres con la familia para hacer compras. Hay también un capítulo para contingencias y necesidades del cargo que nadie sabe como se gasta ni en qué. Por último, algunos dirigentes son auténticos pluriempleados y suman los sueldos que reciben de sus respectivos partidos políticos a los que cobran por sus cargos públicos.
En el Gobierno, los vicepresidentes, María Teresa Fernández de la Vega y Pedro Solbes, perciben 83.936,16 euros brutos cada uno (es decir, 6.995 euros al mes), más las ayudas en especie. Cada ministro recibe de las arcas del Estado 78.781,28 euros (6.565 euros brutos al mes). De media, un presidente autonómico ganaba 90.991,7 euros en 2006, y un alcalde (eso sí, de una de las cinco grandes capitales), 89.593,2 euros, según el periódico Cinco Días.
El sueldo mínimo en España está fijado en 570,6 euros al mes y el medio es de 18.182 euros brutos al año (22.161 en Madrid, 14.158 en Murcia).
A pesar de todos estos datos, los ingresos reales de los políticos siguen siendo un misterio. Cuando hemos indagado, hemos recibido respuestas de todo tipo, pero algunas de ellas alarmantes. Un “empleado” de un partido nos dijo que los sueldos oficiales son apenas un tercio de lo que los políticos reciben realmente, ya que existen “otros ingresos”. En otro partido me dijeron que con los sueldos oficiales, lo políticos no podrían adquirir el patrimonio que tienen.
Sin embargo, mientras que esas “ayudas” no puedan ser documentadas y demostradas, los sueldos y ventajas de los políticos, oficialmente, son los citados.
En la política, para justificar sus altas remuneraciones, se dice que en la vida civil los sueldos son superiores, pero ocultan que las exigencias a los directivos también son más altas, que deben poseer titulaciones y demostrar su preparación alcanzando objetivos, mientras que en la política pueden existir (y existen de hecho) altos cargos sin entudios superiores y no hay más exigencias que la lealtad ciega al lider y al partido, sin que tampoco funcionen controles de eficacia, ni es necesario rendir cuentas a la sociedad, sólo a la élite del propio partido en el que se milita.
Pero lo cierto es que los verdaderos sueldos de los políticos son muy superiores a los que declaran porque no suelen contabilizar como ingresos enormes pagos en especie como pensiones especiales, tarjetas de crédito, el uso de residencias públicas, coches, teléfonos, comidas, viajes, secretarias, materiales y todas esas menudencias que agobian la economía del ciudadano normal.
Al sueldo oficial del presidente Zapatero, por ejemplo, que es de 89.303,28 euros (en 12 mensualidades y sin pagas extraordinarias, o sea, 7.442 euros brutos al mes, habría que agregarle el nada despreciable valor de la visa oro oficial, las vacaciones en Doñana o Canarias, los aviones oficiales, los almuerzos y hasta los desplazamientos a Londres con la familia para hacer compras. Hay también un capítulo para contingencias y necesidades del cargo que nadie sabe como se gasta ni en qué. Por último, algunos dirigentes son auténticos pluriempleados y suman los sueldos que reciben de sus respectivos partidos políticos a los que cobran por sus cargos públicos.
En el Gobierno, los vicepresidentes, María Teresa Fernández de la Vega y Pedro Solbes, perciben 83.936,16 euros brutos cada uno (es decir, 6.995 euros al mes), más las ayudas en especie. Cada ministro recibe de las arcas del Estado 78.781,28 euros (6.565 euros brutos al mes). De media, un presidente autonómico ganaba 90.991,7 euros en 2006, y un alcalde (eso sí, de una de las cinco grandes capitales), 89.593,2 euros, según el periódico Cinco Días.
El sueldo mínimo en España está fijado en 570,6 euros al mes y el medio es de 18.182 euros brutos al año (22.161 en Madrid, 14.158 en Murcia).
A pesar de todos estos datos, los ingresos reales de los políticos siguen siendo un misterio. Cuando hemos indagado, hemos recibido respuestas de todo tipo, pero algunas de ellas alarmantes. Un “empleado” de un partido nos dijo que los sueldos oficiales son apenas un tercio de lo que los políticos reciben realmente, ya que existen “otros ingresos”. En otro partido me dijeron que con los sueldos oficiales, lo políticos no podrían adquirir el patrimonio que tienen.
Sin embargo, mientras que esas “ayudas” no puedan ser documentadas y demostradas, los sueldos y ventajas de los políticos, oficialmente, son los citados.
En la política, para justificar sus altas remuneraciones, se dice que en la vida civil los sueldos son superiores, pero ocultan que las exigencias a los directivos también son más altas, que deben poseer titulaciones y demostrar su preparación alcanzando objetivos, mientras que en la política pueden existir (y existen de hecho) altos cargos sin entudios superiores y no hay más exigencias que la lealtad ciega al lider y al partido, sin que tampoco funcionen controles de eficacia, ni es necesario rendir cuentas a la sociedad, sólo a la élite del propio partido en el que se milita.