El sanchismo es depredador, miserable e inmoral, gobernando a capricho y en contra del bien común y de la voluntad del pueblo, pero no es el único que lo hace, ni en España ni en el resto del mundo. En el extranjero tiene gobiernos colegas en podredumbre y miseria, como los de Cuba, Nicaragua, Irán, Rusia y otros, en manos todos de autócratas despiadados e inmorales, pero dentro de la misma España está otro partido de similares bajezas, llamado Partido Popular, que ha cometido los mismos pecados y practica los mismos vicios antidemocráticos, aunque en menor escala: pactos con los separatistas y pro terroristas en busca de votos, impuestos abusivos, mentiras y engaños desde el poder, abusos, arbitrariedades y corrupción en cascada.
La violación continua de la voluntad popular es el verdadero cáncer de las democracias putrefactas del presente y la española es todo un modelo de deterioro, abuso e ignominia.
Los políticos se creen poseedores de un cheque en blanco para gobernar a placer durante su legislatura. Pero esa interpretación de la democracia es bastarda, falsa y sucia porque el sistema exige que los gobernantes gobiernen lo más cerca posible a la voluntad del pueblo. Si Sánchez respetara ese principio, nunca habría gobernado con Podemos, ni su gobierno hubiera aceptado el apoyo parlamentario de la chusma antiespañola compuesta por ERC, BILDU, Juntos por Cataluña y otros partidos llenos de odio y miseria.
Pero Sánchez no es un demócrata, sino un vulgar tirano sin ética ni alma, dispuesto a todo con tal de disfrutar y conservar el poder. Sus pactos recientes con ERC, que incluso han despertado oposición y asco en su propio partido, son una muestra palpable de la indecencia del presidente de los españoles.
El poder de Sánchez está construido sobre una montaña de excrementos antidemocráticos: promesas incumplidas, mentiras, estafas electorales, arbitrariedad, compra de medios de comunicación, uso pervertido del dinero de todos los españoles, despilfarro, ataque a la Constitución, asalto a la Justicia, acoso a la democracia, manipulación y envilecimiento de toda la sociedad.
Un gobierno de esas características jamás debería ser soportado por un pueblo decente, de ciudadanos libres. Los españoles, al soportar el sanchismo, nos convertimos en payasos cobardes y sin dignidad y en cómplices merecedores de ser carne de tiranos.
Francisco Rubiales
La violación continua de la voluntad popular es el verdadero cáncer de las democracias putrefactas del presente y la española es todo un modelo de deterioro, abuso e ignominia.
Los políticos se creen poseedores de un cheque en blanco para gobernar a placer durante su legislatura. Pero esa interpretación de la democracia es bastarda, falsa y sucia porque el sistema exige que los gobernantes gobiernen lo más cerca posible a la voluntad del pueblo. Si Sánchez respetara ese principio, nunca habría gobernado con Podemos, ni su gobierno hubiera aceptado el apoyo parlamentario de la chusma antiespañola compuesta por ERC, BILDU, Juntos por Cataluña y otros partidos llenos de odio y miseria.
Pero Sánchez no es un demócrata, sino un vulgar tirano sin ética ni alma, dispuesto a todo con tal de disfrutar y conservar el poder. Sus pactos recientes con ERC, que incluso han despertado oposición y asco en su propio partido, son una muestra palpable de la indecencia del presidente de los españoles.
El poder de Sánchez está construido sobre una montaña de excrementos antidemocráticos: promesas incumplidas, mentiras, estafas electorales, arbitrariedad, compra de medios de comunicación, uso pervertido del dinero de todos los españoles, despilfarro, ataque a la Constitución, asalto a la Justicia, acoso a la democracia, manipulación y envilecimiento de toda la sociedad.
Un gobierno de esas características jamás debería ser soportado por un pueblo decente, de ciudadanos libres. Los españoles, al soportar el sanchismo, nos convertimos en payasos cobardes y sin dignidad y en cómplices merecedores de ser carne de tiranos.
Francisco Rubiales