La Llegada a Sevilla de un contingente de un centenar de agentes de la policía Nacional, una noticia que, en condiciones normales, pasaría inadvertida, se ha convertido en una buena nueva destacada en una ciudad donde la inseguridad ciudadana es ya la segunda preocupación de los sevillanos, después del imbatible "desempleo", y que amenaza con ser pronto la primera, según los resultados de las últimas encuestas.
Los asaltos y agresiones en las calles y, sobre todo, los robos en los domicilios han disparado la alarma ciudadana en una ciudad que cada día es más insegura.
Pero lo sorprendente de la creciente inseguridad no es el miedo creciente que se apodera de la ciudadanía, ni el daño terrible que ese miedo puede ocasionar al turismo, sino la increible indiferencia del Ayuntamiento sevillano, en manos del Partido Socialista, ante ese problema, al que sigue considerando "una sensación" más que una realidad, motivada más por los titulares de los periódicos que por lo que realmente acontece.
Sin embargo, ante la alarma social creada por gente que ha sido vista portando pistolas en público, las autoridades parece que reaccionan y hablan de "control de armas" en los barrios marginales, donde toda la ciudad sabe que es tan fácil comprar una pistola como adquirir un canuto o una ración de cocaina.
Los asaltos y agresiones en las calles y, sobre todo, los robos en los domicilios han disparado la alarma ciudadana en una ciudad que cada día es más insegura.
Pero lo sorprendente de la creciente inseguridad no es el miedo creciente que se apodera de la ciudadanía, ni el daño terrible que ese miedo puede ocasionar al turismo, sino la increible indiferencia del Ayuntamiento sevillano, en manos del Partido Socialista, ante ese problema, al que sigue considerando "una sensación" más que una realidad, motivada más por los titulares de los periódicos que por lo que realmente acontece.
Sin embargo, ante la alarma social creada por gente que ha sido vista portando pistolas en público, las autoridades parece que reaccionan y hablan de "control de armas" en los barrios marginales, donde toda la ciudad sabe que es tan fácil comprar una pistola como adquirir un canuto o una ración de cocaina.