Los tiranos Evo Morales, Raúl Castro y Hugo Chavez se abrazan ante la mirada de Felipe VI en la toma de posesión del presidente ecuatoriano, en 2009
El respaldo que conlleva la visita de los reyes de España a Cuba es potente porque la visita de la monarquía española representa una valiosa ayuda y reconocimiento para la Cuba castrista, que sostiene la tiranía de Venezuela y propaga el comunismo antidemocrático en otros países de América Latina. Es una visita arriesgada porque podría enemistarnos todavía más con Estados Unidos, un país empeñado en derrotar el comunismo, que tiene en Cuba una de sus sedes más virulentas, activa en Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y otros países de Centro y Sudamérica.
Dentro del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que gobierna España aunque sea "en funciones", existe un poderoso sector que se siente cercano al viejo comunismo y que simpatiza abiertamente con la revolución cubana y el régimen de Nicolás Maduro. En ese sector militan el presidente Pedro Sánchez y el anterior líder socialista español, José Luis Rodríguez Zapatero, acusado por muchos observadores internacionales y cancillerías de haber actuado en los últimos años como un apoyo valioso para la dictadura venezolana de Nicolás Maduro.
La visita a Cuba de los monarcas es la consecuencia de la fuerza de ese sector, al que se han unido los empresarios hoteleros españoles que mantienen inversiones considerables en Cuba.
Aunque la excusa es la conmemoración de la fundación de La Habana por los españoles, la visita tiene un claro matiz político y constituye un apoyo explícito de España al régimen castrista, todo un desafío para Washington y otros países latinoamericano, decididos a frenar el expansionismo cubano y el avance del totalitarismo en el continente.
Contrariamente a lo que exigen otros visitantes democráticos a Cuba, en esta visita no habrá entrevista del rey de España con la disidencia cubana y con organizaciones de derechos humanos de Cuba, una decisión que ha sorprendido a muchos, que sospechan que el gobierno de Sánchez podría estar utilizando a la monarquía para desgastarla y desprestigiarla con esta extraña visita.
El viaje de los reyes, según numerosos expertos, forma parte de la estrategia española de desplegar en Cuba una política alternativa a la de sanciones emprendida por Estados Unidos. El problema es que la política de acercamiento y cooperación con el régimen cubano que España patrocina y que también intenta imponer en la Unión Europea, no está dando resultados porque los dirigentes cubanos no sólo no están haciendo ninguna concesión democrática, sino que la represión y el castigo de los desidentes se están acentuando.
La mayoría de los expertos españoles no critican la política española de inversiones en Cuba y de independencia económica con respecto a Estados Unidos, sino la inoportuna e inconveniente implicación de la Casa Real en los asuntos de Cuba, que significa una escalada en el apoyo español al castrismo y un grave riesgo para la Corona.
La política desplegada por Canadá. el otro país que resistió las presiones de Washington, que nunca cortó sus amarras con Cuba y que tiene, como España, importantes inversiones en la isla, parece más sensata y prudente que la española, expuesta a la ira de Donld Trump y a recibir sanciones. Canadá, contrariamente a lo que ha hecho España, está presionando con dureza a los dirigentes comunistas cubanos para que modifiquen y suavicen su política de derechos humanos y cese su abusiva intromisión en Venezuela y otros países, siempre con el propósito de que avance la distensión y Estados Unidos modere las sanciones contempladas en la Ley Helms Burtons, que afecta a los empresarios canadienses y españoles con intereses en Cuba.
Francisco Rubiales
Dentro del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que gobierna España aunque sea "en funciones", existe un poderoso sector que se siente cercano al viejo comunismo y que simpatiza abiertamente con la revolución cubana y el régimen de Nicolás Maduro. En ese sector militan el presidente Pedro Sánchez y el anterior líder socialista español, José Luis Rodríguez Zapatero, acusado por muchos observadores internacionales y cancillerías de haber actuado en los últimos años como un apoyo valioso para la dictadura venezolana de Nicolás Maduro.
La visita a Cuba de los monarcas es la consecuencia de la fuerza de ese sector, al que se han unido los empresarios hoteleros españoles que mantienen inversiones considerables en Cuba.
Aunque la excusa es la conmemoración de la fundación de La Habana por los españoles, la visita tiene un claro matiz político y constituye un apoyo explícito de España al régimen castrista, todo un desafío para Washington y otros países latinoamericano, decididos a frenar el expansionismo cubano y el avance del totalitarismo en el continente.
Contrariamente a lo que exigen otros visitantes democráticos a Cuba, en esta visita no habrá entrevista del rey de España con la disidencia cubana y con organizaciones de derechos humanos de Cuba, una decisión que ha sorprendido a muchos, que sospechan que el gobierno de Sánchez podría estar utilizando a la monarquía para desgastarla y desprestigiarla con esta extraña visita.
El viaje de los reyes, según numerosos expertos, forma parte de la estrategia española de desplegar en Cuba una política alternativa a la de sanciones emprendida por Estados Unidos. El problema es que la política de acercamiento y cooperación con el régimen cubano que España patrocina y que también intenta imponer en la Unión Europea, no está dando resultados porque los dirigentes cubanos no sólo no están haciendo ninguna concesión democrática, sino que la represión y el castigo de los desidentes se están acentuando.
La mayoría de los expertos españoles no critican la política española de inversiones en Cuba y de independencia económica con respecto a Estados Unidos, sino la inoportuna e inconveniente implicación de la Casa Real en los asuntos de Cuba, que significa una escalada en el apoyo español al castrismo y un grave riesgo para la Corona.
La política desplegada por Canadá. el otro país que resistió las presiones de Washington, que nunca cortó sus amarras con Cuba y que tiene, como España, importantes inversiones en la isla, parece más sensata y prudente que la española, expuesta a la ira de Donld Trump y a recibir sanciones. Canadá, contrariamente a lo que ha hecho España, está presionando con dureza a los dirigentes comunistas cubanos para que modifiquen y suavicen su política de derechos humanos y cese su abusiva intromisión en Venezuela y otros países, siempre con el propósito de que avance la distensión y Estados Unidos modere las sanciones contempladas en la Ley Helms Burtons, que afecta a los empresarios canadienses y españoles con intereses en Cuba.
Francisco Rubiales