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Los peores fascistas son izquierdistas radicales



He tardado más de seis décadas en entender lo que fue la Guerra Civil de 1936. Veo tanto odio en la España del presente, tanta tozudez y ceguera en las izquierdas, que comprendo por fin lo que ocurrió en aquella España intolerante y salvaje que hace ocho décadas dirimió sus diferencias a cañonazos.

España está gobernada hoy por una izquierda que recuerda a aquella en la que Largo Caballero, Prieto, Negrín y otros encandilaron a los suyos y los enardecieron con tanta estupidez y maldad que los lanzaron a los campos de batalla, a derramar sangre, enfrentándose a un alzamiento de militares crueles y violentos que se opusieron al proyecto de convertir España en una colonia soviética.

Tras la muerte de Franco, las generaciones jóvenes que nos habíamos enfrentado al franquismo logramos la ansiada democracia y la construimos sobre el perdón y el olvido, sobre cimientos de concordia y unidad. Pero algunos jugaban sucio ya entonces porque las izquierdas nunca abandonaron el deseo de revancha, un sueño enloquecido que con Zapatero, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias está alcanzando cuotas de miseria, estupidez y maldad semejantes a las de aquellos extremistas sangrientos como la Pasionaria, Lister, Modesto, el Campesino y los principales líderes socialistas y comunistas.
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La famosa foto de Capa que simboliza, junto con el Guernica, lo que fue la Guerra Civil española de 1936, un acontecimiento para olvidar que la izquierda y la derecha española del presente parecen querer repetir
Las izquierdas y derechas del presente, corrompidas y carcomidas por la corrupción y el abuso de poder, tras haber castrado y prostituido la democracia, tienen en sus filas a desalmados que parecen querer repetir ahora un enfrentamiento armado entre españoles. Sin responsabilidad ni conciencia, esparcen el odio a diestro y siniestro. La derecha no es mucho mejor que la izquierda en eso, pero la izquierda, mas inconsciente y temeraria, es la que se ha lanzado primero a las calles para forzar cambios al margen del consenso y de la democracia, forzando la maquinaria y enterrando la concordia y el perdón que los españoles nos dimos en 1978.

Las izquierdas llaman fascistas a todos los que los critican, en especial a los que les acusan de haber abandonado la concordia y haberse abrazado a las mismas fuerzas que integraron el Frente Popular en 1936, Comunistas, Socialistas, antisistema y nacionalistas vascos y catalanes, plenos de odio y de rencor.

Pero las cosas no son como parecen. Los seguidores de Pablo Iglesias, demostrando que son los verdaderos fascistas, se han lanzado a las calles para intimidar a los votantes y miembros de VOX con una violencia peligrosa y antidemocrática. La respuesta al llamamiento irresponsable que hizo Pablo Iglesias en las calles ha sido espeluznante, de una terrorífica violencia larvada y claramente Guerra civilista.

VOX, por el momento, mantiene la calma y se limita a denunciar abusos y a lanzar al aire propuestas que ilusionan a muchos porque representan un giro de 180 grados del rumbo actual, que muchos creemos que conduce al enfrentamiento, a la ruina económica, a la debilidad, al desprestigio de España en el concierto mundial y a la desintegración.

Los socialistas y comunistas, enfurecidos por haber perdido Andalucía y Madrid, las dos principales regiones de España, junto con Cataluña, persistiendo en la arrogancia y la ceguera que les ha llevado a la ruina, mienten, utilizan la Moncloa para castigar al adversario, acusan de sus males a la "extrema derecha" y, demostrando también que no son demócratas, proponen construir un muro para asfixiar a VOX y quizás ilegalizarlo como partido.. Esos comportamientos del socialismo y del comunismo son típicamente tiránicos y demostrativos de que su podredumbre es más profunda de lo que podíamos imaginar.

El "cinturón sanitario" con el que quieren asfixiar a VOX es toda una vileza antidemocrática, típica de tiranos que se dedican a buscar culpables de lo que son culpas propias y a desacreditar y aplastar a sus enemigos, olvidando que la única actitud decente y lógica tras una derrota es la reflexión, el análisis y la corrección de los errores. Acusar a VOX de ser un partido extremista cuando el socialismo español está aliado en el gobierno de la nación con golpistas, partidos que quieren romper España, proetarras y con totalitarios comunistas no sólo es una vileza sino una ofensa a la inteligencia de los españoles, a los que consideran lo bastante estúpidos como para no darse cuenta de que los mayores fascistas son ellos, capaces de aliarse con la peor basura si esas alianzas bastardas les permiten gobernar.

La sentencia de que "los verdaderos fascistas son los socialistas", repetida en todo el mundo que ha padecido el poder de la izquierda, se está demostrando cierta y palmaria también en España.

Basta echar un vistazo sencillo a la historia reciente para descubrir que el verdadero fascismo es el que roba el dinero público, el que se lo gasta el prostíbulos y drogas, el que gobierna sin los votos del pueblo, el que se alía con partidos indeseables y contrarios a la Constitución, el que atormenta a los ciudadanos con impuestos brutales, el que gobierna a golpe de decretos y ejerce más poder del que es recomendable en democracia, el que persigue y arruina la vida de los que protestan y reclaman justicia, el que introduce la mentira y la censura, el que desprecia al pueblo con servicios públicos degradados y el que crea redes clientelares para no perder jamás las elecciones, utilizando para ello el dinero de los impuestos.

La nueva derecha, a la que algunos llaman con malicia "extrema derecha", no había aparecido en España con la misma fuerza que en otros países de Europa porque quizás no era necesaria. Pero ahora lo es y ha llegado con fuerza, reclamada por los ciudadanos. El mal gobierno, la corrupción, la invasión sin control de los inmigrantes, el golpe separatista catalán, la injusticia permanente, la aniquilación de las clases medias, los privilegios inmerecidos de los políticos, el divorcio entre los ciudadanos y sus gobernantes y el abuso de poder que los gobiernos practican con las subidas de impuestos y el despilfarro, están catapultando a esa "nueva derecha" que una parte del país cree que es necesaria para poner orden en la pocilga.

Si los viejos partidos, tanto de derecha como de izquierda, no estuvieran tan corrompidos, la irrupción de la nueva derecha no sería tan potente ni tan bien acogida por los votantes. Es el fracaso de los viejos partidos el que ha traído a Europa lo que ahora, llenos de miedo, llaman la "ultraderecha".

La gran conspiración contra la nueva derecha está impulsada por los que temen perder sus privilegios y creen que el gobierno les pertenece por derecho. Su etiqueta de "extrema derecha" es una indecente patraña utilizada para debilitar a los recién llegados.

Es difícil explicarlo mejor que el lúcido pensador Guillermo Cortazar, cuando dice:

"La ultraderecha europea, ¿es ultraderecha? Tengo unas dudas razonables. El Brexit, las recientes elecciones suecas, los gobiernos de Italia, Austria y Hungría sacan del mapa político a la socialdemocracia y ponen en un brete a los democristianos. Si no hacemos caso a la propaganda de izquierdas, no observo en la llamada ultraderecha un cuestionamiento básico del sistema demoliberal, como en su día lo hicieron y llevaron a cabo el comunismo, el socialismo sovietizante de Largo Caballero, el fascismo y el nazismo. Los nuevos votantes de la llamada ultraderecha, lepenistas incluidos, son nacionalistas, consideran que el estado nación es un ámbito de libertad y seguridad que hay que mantener y defender, creen que las fronteras deben ser seguras, son partidarios de la Unión Europea pero de otra Unión Europea, sus programas económicos son más bien liberales, defienden la familia, la tradición cristiana de Europa y no cuestionan el multipartidismo ni las elecciones".

Los peores fascistas son los que llaman fascistas a los que piensan distinto. Suelen ser rojos fracasados, envidiosos, revanchistas y con ganas de violencia, aunque son tan cobardes que necesitan actuar en manada. Su sueño es integrarse en una “Cheka” para fusilar, sobre todo a los que han triunfado y ganado dinero en la vida. Ocultan siempre esos instintos bajos y nunca los reconocen por miedo a que su alma diabólica quede al descubierto.

Muchos pensadores afirman que, por su naturaleza, el socialismo solo engendra monstruos y que el Comunismo, el Fascismo y el Nazismo son sus hijos. El fascismo, en concreto, nació de la mano de un socialista, Benito Mussolini, con los modos y actitudes de ese partido.

Fascismo es adorar el Estado y hacerlo crecer hasta que asfixie a los ciudadanos y apague la libertad. Fascismo es ignorar la Constitución y las leyes para proteger y amparar a los que odian a España; fascismo es aliarse con nazis, totalitarios y amigos del terrorismo para conquistar el poder y mantenerse en él; fascismo es vender a España a cambio de más permanencia en la Moncloa; fascismo es mentir, abusar del poder y sentirse legitimado cuando ni siquiera se tiene la aprobación del pueblo en las urnas; fascismo es subir impuestos hasta saquear a los que trabajan y ahorran, ahogando la economía; el verdadero fascismo es aferrarse al poder no por servicio, sino para vivir el lujo y los privilegios que emanan del poder abusivo.

Francisco Rubiales

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Martes, 12 de Enero 2021
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