Afirmar que la OPA de Gas Natural-La Caixa a ENDESA-Caja Madrid no es política, sino una operación pura de mercado, no es creíble, entre otras razones porque la sociedad española la percibe como una operación de dominio nacionalista catalán, como una de las letras que Zapatero y su gobierno deben pagar al nacionalismo extremo catalán por su apoyo electoral.
En la era de la información, las cosas no son como son realmente, sino como se perciben. Y la sociedad española percibe la OPA contra ENDESA como un peligroso movimiento para crear un poder catalán dominante, con tanto contenido estratégco que permita chantajear, si fuera necesario, al Estado español.
Si yo fuera Zapatero, impediría esa operación, no sólo porque rompe equilibrios delicados y refuerza peligrosamente al poder catalán, donde domina un partido como ERC, enemigo de los intereses de España, sino porque es insensata y reaccionaria y, además, porque si triunfara le costaría el poder político a su partido.
Es insensata porque otorga a Cataluña, a través de La Caixa, un control casi monopólico del vital y estratégico sector energético español. Los catalanes ya poseen posición dominante en el gas natural, a través de la empresa del mismo nombre, y del petróleo, a través de Repsol, al que ahora agregarían el dominio del eléctrico. Operaciones similares planteadas en otros países europeos han sido rechazadas por las autoridades de Bruselas, porque no benerfician a los ciudadanos y porque tienen un enfoque claramente monopolístico y político.
Es reaccionaria porque va contra el consagrado criterio político de que el monopolio y la concentración perjudican al ciudadano, mientras que la competencia le beneficia. Concentrar en manos de La Caixa, dominada, a su vez, por el gobierno de la Generalitat, el sector enérgetico español casi en plenitud es un movimiento que va no sólo contra el interés de España, sino contra las más progresistas tendencias de la sociedad y del mercado, además de contra los intereses de los consumidores.
Y esa OPA va a costarle el gobierno al PSOE porque la masa sensata e inmensamente mayoritaria de españoles que desaprueban la operación, si tienen que tragársela porque el gobierno de Zapatero se la impone, al no poder ejercer un boicot contra el consumo eléctrico, porque es imprescindible iluminar, calentar y enfriar los hogares y hacer funcionar los equipos, van a ejercer ese boicot contra el gobierno de ZP en las próximas elecciones, al que la ciudadanía culpará y castigará en las urnas, sin la menor duda, por haber arropado ese arrogante asalto nacionalista al corazón del poder estratégico español.
Al margen de los intereses nacionalistas y políticos, la OPA contra ENDESA plantea incognitas y retrocesos preocupantes para un Estado moderno y avanzado. Mencionemos algunos:
El precio del gas sube, como el del petroleo, y hace cada día más inviable la producción de electricidad mediante ciclos combinados de gas, aconsejando un retorno urgente a la energía nuclear que, con toda seguridad, la empresa Gas Natural va a bloquear en España para defender su casi monopolio gasistico. España podría estar condenada a producir en el futuro electricidad cara y escasamente competitiva por puros intereses empresariales.
La OPA demuestra que las agencias e instituciones españolas que deben regular el mercado y hacer que su funcionamiento sea impecable están dominadas por el poder del gobierno y que no poseen la independencia y autoridad técnica que la democracia les exige.
Es una operación ilegal desde el punto de vista ético y desde la óptica del consumidor y de la competencia, ya que incrementa el monopolio, elimina la competencia y perjudica a los consumidores.
Demuestra, finalmente, que la irrupción dominante de los partidos políticos en la vida de las naciones ha impuesto una dinámica irracional en la que los intereses y compromisos de esos partidos se anteponen a los intereses de la nación y de la sociedad.
En la era de la información, las cosas no son como son realmente, sino como se perciben. Y la sociedad española percibe la OPA contra ENDESA como un peligroso movimiento para crear un poder catalán dominante, con tanto contenido estratégco que permita chantajear, si fuera necesario, al Estado español.
Si yo fuera Zapatero, impediría esa operación, no sólo porque rompe equilibrios delicados y refuerza peligrosamente al poder catalán, donde domina un partido como ERC, enemigo de los intereses de España, sino porque es insensata y reaccionaria y, además, porque si triunfara le costaría el poder político a su partido.
Es insensata porque otorga a Cataluña, a través de La Caixa, un control casi monopólico del vital y estratégico sector energético español. Los catalanes ya poseen posición dominante en el gas natural, a través de la empresa del mismo nombre, y del petróleo, a través de Repsol, al que ahora agregarían el dominio del eléctrico. Operaciones similares planteadas en otros países europeos han sido rechazadas por las autoridades de Bruselas, porque no benerfician a los ciudadanos y porque tienen un enfoque claramente monopolístico y político.
Es reaccionaria porque va contra el consagrado criterio político de que el monopolio y la concentración perjudican al ciudadano, mientras que la competencia le beneficia. Concentrar en manos de La Caixa, dominada, a su vez, por el gobierno de la Generalitat, el sector enérgetico español casi en plenitud es un movimiento que va no sólo contra el interés de España, sino contra las más progresistas tendencias de la sociedad y del mercado, además de contra los intereses de los consumidores.
Y esa OPA va a costarle el gobierno al PSOE porque la masa sensata e inmensamente mayoritaria de españoles que desaprueban la operación, si tienen que tragársela porque el gobierno de Zapatero se la impone, al no poder ejercer un boicot contra el consumo eléctrico, porque es imprescindible iluminar, calentar y enfriar los hogares y hacer funcionar los equipos, van a ejercer ese boicot contra el gobierno de ZP en las próximas elecciones, al que la ciudadanía culpará y castigará en las urnas, sin la menor duda, por haber arropado ese arrogante asalto nacionalista al corazón del poder estratégico español.
Al margen de los intereses nacionalistas y políticos, la OPA contra ENDESA plantea incognitas y retrocesos preocupantes para un Estado moderno y avanzado. Mencionemos algunos:
El precio del gas sube, como el del petroleo, y hace cada día más inviable la producción de electricidad mediante ciclos combinados de gas, aconsejando un retorno urgente a la energía nuclear que, con toda seguridad, la empresa Gas Natural va a bloquear en España para defender su casi monopolio gasistico. España podría estar condenada a producir en el futuro electricidad cara y escasamente competitiva por puros intereses empresariales.
La OPA demuestra que las agencias e instituciones españolas que deben regular el mercado y hacer que su funcionamiento sea impecable están dominadas por el poder del gobierno y que no poseen la independencia y autoridad técnica que la democracia les exige.
Es una operación ilegal desde el punto de vista ético y desde la óptica del consumidor y de la competencia, ya que incrementa el monopolio, elimina la competencia y perjudica a los consumidores.
Demuestra, finalmente, que la irrupción dominante de los partidos políticos en la vida de las naciones ha impuesto una dinámica irracional en la que los intereses y compromisos de esos partidos se anteponen a los intereses de la nación y de la sociedad.