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Los parásitos y los depredadores aficionados a explotar a los demás con el engaño, la violencia y la opresión aparecieron pronto, en los albores de la civilización humana. Al principio eran los más fuertes y utilizaron su fuerza para someter y parasitar a sus semejantes. Más tarde, en nuestros días, los parásitos utilizan la mentira, el engaño y el miedo para explotar y expoliar a los demás. Unos y otros son escoria y enemigos de la libertad y del verdadero progreso.
Una de las grandes verdades sobre la Humanidad nos está siendo sistemáticamente ocultada por la clase política: No necesitamos de los políticos, ni de tanto Estado, ni de los Ayuntamientos, ni de las autonomías, ni de la Unión Europea, toda una frustración. El ideal político no es tener un buen gobierno, sino el autogobierno. El hombre ha sido creado libre y capaz de autogobernarse.
Pero ellos, los parásitos y depredadores, nos dicen que el hombre es malo por naturaleza y que si el Estado autoritario no existiera nos despedazaríamos.
Es más que evidente que el argumento sobre la maldad natural del hombre es una falsedad que interesa a los parásitos que viven de los demás, los dueños del Estado que han construido sus vidas de privilegios y riqueza expoliando a los ciudadanos.
Los políticos nunca han permitido que el ser humano se autogobierne. Ellos han acaparado el poder. En la Grecia clásica se dieron algunos ejemplos interesantes de autogobierno cuando las ciudades democráticas repartían los cargos públicos y responsabilidades políticas entre los ciudadanos. Sólo los altas responsabilidades de jueces y generales se entregaban a personas muy cualificadas. El resto ejercía los cargos y se entrenaba en el gobierno de la comunidad, ampliando notablemente su capacidad de autogobernarse.
Pero aquel destello de lucidez y libertad fue cortado de raíz y a partir de entonces todo el poder fue ejercido, como monopolio, por las clases dirigentes, que en nuestros días se han unido en torno a partidos políticos y se han profesionalizado.
La consecuencia no es un mejor gobierno, sino gobiernos mas ricos y poderosos que administran estados gigantescos, llenos de parásitos que viven a costa de los ciudadanos, cada día más controlados, menos libres e intelectualmente castrados.
En algunos países, entre ellos la España que gobierna Pedro Sánchez, están llevando el control y la castración de los ciudadanos hasta niveles insoportables, al mismo tiempo que estimulan el empobrecimiento, la corrupción, la división, el odio y el envilecimiento, una clara demostración de la sucia deriva que imponen los totalitarios que alcanzar el poder.
Francisco Rubiales
Una de las grandes verdades sobre la Humanidad nos está siendo sistemáticamente ocultada por la clase política: No necesitamos de los políticos, ni de tanto Estado, ni de los Ayuntamientos, ni de las autonomías, ni de la Unión Europea, toda una frustración. El ideal político no es tener un buen gobierno, sino el autogobierno. El hombre ha sido creado libre y capaz de autogobernarse.
Pero ellos, los parásitos y depredadores, nos dicen que el hombre es malo por naturaleza y que si el Estado autoritario no existiera nos despedazaríamos.
Es más que evidente que el argumento sobre la maldad natural del hombre es una falsedad que interesa a los parásitos que viven de los demás, los dueños del Estado que han construido sus vidas de privilegios y riqueza expoliando a los ciudadanos.
Los políticos nunca han permitido que el ser humano se autogobierne. Ellos han acaparado el poder. En la Grecia clásica se dieron algunos ejemplos interesantes de autogobierno cuando las ciudades democráticas repartían los cargos públicos y responsabilidades políticas entre los ciudadanos. Sólo los altas responsabilidades de jueces y generales se entregaban a personas muy cualificadas. El resto ejercía los cargos y se entrenaba en el gobierno de la comunidad, ampliando notablemente su capacidad de autogobernarse.
Pero aquel destello de lucidez y libertad fue cortado de raíz y a partir de entonces todo el poder fue ejercido, como monopolio, por las clases dirigentes, que en nuestros días se han unido en torno a partidos políticos y se han profesionalizado.
La consecuencia no es un mejor gobierno, sino gobiernos mas ricos y poderosos que administran estados gigantescos, llenos de parásitos que viven a costa de los ciudadanos, cada día más controlados, menos libres e intelectualmente castrados.
En algunos países, entre ellos la España que gobierna Pedro Sánchez, están llevando el control y la castración de los ciudadanos hasta niveles insoportables, al mismo tiempo que estimulan el empobrecimiento, la corrupción, la división, el odio y el envilecimiento, una clara demostración de la sucia deriva que imponen los totalitarios que alcanzar el poder.
Francisco Rubiales