Alfonso Lazo fue jefe del socialismo sevillano en los años ochenta, pero hoy es un profesor universitario que ejerce una crítica feroz de sus antiguos compañeros. En uno de sus últimos artículos, titulado "Orgullo rural", publicado en "El Mundo", analiza el fenómeno sobrecogedor y preocupante para la izquierda de que el socialismo está siendo sostenido hoy en Andalucía por las poblaciones rurales y las capas menos cultas de la población, donde los socialistas ocupan el espacio que antiguamente ocupaban los señoritos.
Tras constatar que las aldeas votan socialismo mientras que los núcleos urbanos se inclinan cada vez más hacia el PP, Lazo explica el fenómeno con los siguientes argumentos: "Durante lustros, el peso muerto de los populares andaluces ha sido su identificación con los señoritos cortijeros de antaño. Orgullo rural de los explotados que por fin pueden votar. Hoy, en la Andalucía profunda -donde llegan pocos periódicos y pocos libros, poca información y mucha televisión de Canal Sur adoctrinadora y folclórica- ese imaginario pervive casi intacto en la mentalidad colectiva del campesino, si bien ya resulta imposible ocultar en las ciudades que los nuevos señoritos (clientela, caciquismo, poder y dinero) son los nuevos ricos gubernamentales."
Afirma Lazo que "Después de 30 años de un mismo gobierno, Andalucía sigue a la cola de las regiones de España" y agrega el argumento que más duele e irrita a los socialistas andaluces: ""El PSOE vive aquí un contradicción clamorosa: sostenido por las poblaciones rurales y una capa social modesta y poco culta, observa sin poder remediarlo cómo un alza del nivel de vida, de la información y de la cultura lleva al abandono de las simpatías por el socialismo".
Tras constatar que las aldeas votan socialismo mientras que los núcleos urbanos se inclinan cada vez más hacia el PP, Lazo explica el fenómeno con los siguientes argumentos: "Durante lustros, el peso muerto de los populares andaluces ha sido su identificación con los señoritos cortijeros de antaño. Orgullo rural de los explotados que por fin pueden votar. Hoy, en la Andalucía profunda -donde llegan pocos periódicos y pocos libros, poca información y mucha televisión de Canal Sur adoctrinadora y folclórica- ese imaginario pervive casi intacto en la mentalidad colectiva del campesino, si bien ya resulta imposible ocultar en las ciudades que los nuevos señoritos (clientela, caciquismo, poder y dinero) son los nuevos ricos gubernamentales."
Afirma Lazo que "Después de 30 años de un mismo gobierno, Andalucía sigue a la cola de las regiones de España" y agrega el argumento que más duele e irrita a los socialistas andaluces: ""El PSOE vive aquí un contradicción clamorosa: sostenido por las poblaciones rurales y una capa social modesta y poco culta, observa sin poder remediarlo cómo un alza del nivel de vida, de la información y de la cultura lleva al abandono de las simpatías por el socialismo".