This browser does not support the video element.
La política débil y cobarde de Rajoy no sirvió para frenar la orgia del nacionalismo catalán, que evolucionó hasta convertirse en un movimiento nazi y menos aún servirá el pactismo sumiso y dialogante del débil e hipotecado gobierno de Pedro Sánchez, cuya estrategia de supervivencia se basa en ceder siempre ante el adversario y comprar la paz y el poder con el dinero de los españoles, a los que se les pretende expoliar con más y nuevos impuestos.
La rebelión de los catalanes se ha repetido una y otra vez a lo largo de los últimos siglos como consecuencia de una clase dominante demasiado ambiciosa y agresiva. Desde el siglo XVII, las rebeliones se hicieron violentas y siempre tuvieron que reprimirse con la fuerza, a veces con sangre y fuego, ante la imposibilidad de dialogar con bestias enardecidas por el odio.
Esta verdad, ocultada por el poder, es dura de asumir por un país como España, castrado por sus dirigentes políticos, que ha terminado perdiendo su tradicional valentía y honor históricos, valores que ha sustituido por el miedo y la cobardía de los nuevos ricos que temen perder las migajas de riqueza que han logrado. Sin embargo, aunque resulte dura, la locura, el odio y peligrosidad de los extremistas catalanes es una verdad incuestionable.
Quizás una de las claves del abandono de Rajoy fue que estaba cansado de fracasar en la batalla de Cataluña, donde la osadía y el valor suicida de los separatistas eran, moral y estratégicamente, superiores a la cobardía indolente del registrador de la propiedad gallego. Sánchez, su sustituto, es todavía más cobarde porque quiere conservar el poder a toda costa, pero tiene la ventaja de que está dispuesto a comprar la paz a cualquier precio, incluso con la ignominia, si llegara el caso, como hizo Chamberlain frente al asesino Adolf Hitler.
A España, gobernada por políticos más egoístas y corruptos que valientes, dignos y solventes, no le queda más esperanza de triunfo en el conflicto que "la entrada en escena de un dirigente valiente y decente, como fue el británico Winston Churchill, para pararle los pies a los imperialistas catalanes, lanzados ya no solo a lograr la independencia, que consideran al alcance de la mano, sino a crear una nación catalana que engulla a las Baleares y a Valencia, regiones donde ya cuenta con políticos y partidos catalanistas que operan como hipócritas y traidores quintacolumnistas.
Visionen el vídeo que ilustra este artículo, que describe la "colonización" catalanista que están sufriendo Valencia y Baleares, y cuando hayan finalizado verán como la angustia y pesar que destilan mis palabras se quedan cortas ante la realidad y como la necesidad de un un hombre fuerte y digno en España, en lugar de partidos políticos corrompidos y cobardes, es crucial.
!Que Dios salve a España!
Francisco Rubiales
La rebelión de los catalanes se ha repetido una y otra vez a lo largo de los últimos siglos como consecuencia de una clase dominante demasiado ambiciosa y agresiva. Desde el siglo XVII, las rebeliones se hicieron violentas y siempre tuvieron que reprimirse con la fuerza, a veces con sangre y fuego, ante la imposibilidad de dialogar con bestias enardecidas por el odio.
Esta verdad, ocultada por el poder, es dura de asumir por un país como España, castrado por sus dirigentes políticos, que ha terminado perdiendo su tradicional valentía y honor históricos, valores que ha sustituido por el miedo y la cobardía de los nuevos ricos que temen perder las migajas de riqueza que han logrado. Sin embargo, aunque resulte dura, la locura, el odio y peligrosidad de los extremistas catalanes es una verdad incuestionable.
Quizás una de las claves del abandono de Rajoy fue que estaba cansado de fracasar en la batalla de Cataluña, donde la osadía y el valor suicida de los separatistas eran, moral y estratégicamente, superiores a la cobardía indolente del registrador de la propiedad gallego. Sánchez, su sustituto, es todavía más cobarde porque quiere conservar el poder a toda costa, pero tiene la ventaja de que está dispuesto a comprar la paz a cualquier precio, incluso con la ignominia, si llegara el caso, como hizo Chamberlain frente al asesino Adolf Hitler.
A España, gobernada por políticos más egoístas y corruptos que valientes, dignos y solventes, no le queda más esperanza de triunfo en el conflicto que "la entrada en escena de un dirigente valiente y decente, como fue el británico Winston Churchill, para pararle los pies a los imperialistas catalanes, lanzados ya no solo a lograr la independencia, que consideran al alcance de la mano, sino a crear una nación catalana que engulla a las Baleares y a Valencia, regiones donde ya cuenta con políticos y partidos catalanistas que operan como hipócritas y traidores quintacolumnistas.
Visionen el vídeo que ilustra este artículo, que describe la "colonización" catalanista que están sufriendo Valencia y Baleares, y cuando hayan finalizado verán como la angustia y pesar que destilan mis palabras se quedan cortas ante la realidad y como la necesidad de un un hombre fuerte y digno en España, en lugar de partidos políticos corrompidos y cobardes, es crucial.
!Que Dios salve a España!
Francisco Rubiales